
El fin de semana me encargué de salir hasta tarde viernes y sábado, no tanto por los programas sino para asegurarme de poder dormir cuando llegase. Resultó. Para la hora que volví, las luces estaban apagadas y no había música ni gritos. Ahora estoy medio obsesionada con el tema y pienso que de repente sólo fue cuestión de suerte y que el fin de semana estuvieron afuera. Pero no, el sábado a la mañana encaré a los tres mejicanos en la puerta de entrada (porque son tres) y les pedí educadamente que se pongan media pila (no en estos términos porque ya las barreras idiomáticas son suficientes). Como sea, se las pusieron. Órale.
"Casualmente" tenemos una presentación ahora en un rato y al mediodía llevamos a los clientes a comer a este lugar de acá a la vuelta. Veremos si "por casualidad" me lo cruzo a este Mariano. Pedro está más divertido que yo con el tema. Como ya sabía desde el viernes que teníamos esta reunión, me vine especialmente bien vestidita con mi remerita nueva de regalo y toda bien maquillada. Qué casualidad, ¿no?
¿Su fin de semana? Qué lindos días, ya apagué el tiro balanceado y pagaría para que la temperatura se quede así, ¿no?
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