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Cinco maravillas naturales en Nueva Zelanda




1 Waitomo. La cueva del millón de luces

En la Isla Norte la erosión y el vulcanismo crearon varias cuevas, pero la más emblemática es la de Waitomo, donde un río subterráneo circula en las entrañas de la tierra y alimenta una serie de lagunas. Ese ámbito particular ha creado un inolvidable espectáculo natural. En la penumbra, el techo de la gruta se ve tapizado de miles de puntitos de luz. Son pequeñas larvas que emiten fluorescencia en la oscuridad para atraer a sus presas. Estos insectos viven exclusivamente en ambientes ciegos y húmedos. Para verlos se baja a lo profundo de la cueva por una rampa, deslizándose sobre la laguna con una lancha que flota lentamente bajo las mágicas lucecitas. También se las puede conocer de manera más dinámica: vistiendo un traje de neoprene y dejándose llevar por los rápidos, los remansos y las cascaditas del río hasta la cueva.

2 White Island. Erupción en el mar

Frente a las costas del norte de Nueva Zelanda, esta pequeña isla es en realidad la punta emergente de un volcán. Como está en perpetua actividad, no siempre se puede visitar. Cuando las condiciones lo permiten, se accede por barco o por helicóptero, para caminar durante un par de horas al borde de su laguna de azufre, en medio de fumarolas y entre hoyos de barro en ebullición. Esta excursión se realiza desde Rotorua y resulta como un retorno hacia la génesis del mundo. Por razones de seguridad, la visita se hace con máscaras antigás. No es el único lugar donde se puede apreciar la intensa actividad volcánica de Nueva Zelanda, pero es el más espectacular de todos.

3 Rotorua. Géiseres maoríes

Rotorua es el principal centro turístico de la isla del norte. Algunos carteles burlones lo llaman incluso RotoVegas. Es también la morada de una importante comunidad maorí, muy bien integrada, especialmente en la actividad turística. Los maoríes crearon y manejan el complejo termal Te Puia (el Volcán). Se trata de un gran predio etnoturístico construido en torno de Pohutu, el géiser más famoso del país. Se puede reservar un día entero para conocer el museo, visitar las casas tradicionales, probar el hängi en el restaurante (preparado bajo tierra, como el curanto mapuche) y terminar la jornada con bailes y música en la sala de espectáculos. La visita incluye el acceso a las pasarelas para ver el campo de géiseres y el río de agua termal, siempre cubierto por una densa nube de vapores sulfurosos. Pohutu no siempre está en actividad pero varios más escupen en forma continua sus chorros de agua. Cerca de Rotorua, el complejo termal Hell's Gates aprovecha otro yacimiento geotérmico para proponer baños y tratamientos a base de barros minerales.

4 Dunedin. Por la calle más empinada del mundo

Sorpresivamente, la calle de mayor pendiente no se encuentra en San Francisco, sino en esa pequeña ciudad de la Isla Sur de Nueva Zelanda. Baldwin Street mide solamente tres cuadras y media y en esa longitud pasa de 30 a 100 metros de altura. Su último tramo es el más vertiginoso, con un desnivel de 47 metros sobre una cuadra y media. La inclinación es de casi 35%. Sólo los autos más potentes pueden subirla. Es tanto un desafío caminar por esta calle como bajarla en bicicleta, skateboard o cualquier otro artefacto con ruedas. Cada año, en julio, Baldwin Street recibe la Carrera Jaffa: 25.000 pequeños chocolates redondos de esta marca típicamente neozelandesa son arrojados desde lo alto de la calle. El público los espera abajo para comerlos. Cada uno tiene un número y se hacen apuestas sobre el chocolate ganador.

5 Queenstown. La cuna del salto bungy

Esta ciudad al pie de los Alpes del Sur se autoproclamó Capital Mundial de la Aventura. Tanto en verano como en invierno sus agencias proponen todo tipo de deportes de tierra, aire y agua. El más emblemático es el salto al vacío con elásticos, un verdadero desafío a los límites personales que inventó Alan John Hackett hace algunas décadas. Fue desde el puente del río Kawarau, a unos kilómetros de Queenstown, donde su empresa instaló una plataforma y un complejo para los que sólo se animan a mirar. El salto bungy se convirtió en un must-do de Nueva Zelanda. Se practica en muchos lugares del país, como desde la Torre Sky City en el centro de Auckland. Es el edificio más alto del hemisferio sur, con 328 metros, y propone un salto con 190 metros de caída libre.

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por Redacción OHLALÁ!

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