
Ok, obedecí a la sabia mayoría. Demagogia pura, ja. Uno y uno y vamos viendo. Pedro hizo los arreglos ayer, le pasó mi número a su amigo y a la noche me llamó. Poroto para el señor. Al menos no mandó un mensaje de texto o mail o se contactó tres semanas más tarde. Linda voz, simpático, un pelín tímido pero seguro. Arreglamos ir a comer hoy a la noche. Me acuerdo cuando era chica y te tenían que llamar un miércoles para salir un viernes. Creo que si ahora me llaman media hora antes también salgo. Tiene una cuota más relajada, de espontaneidad, ¿o no?
Sebastián, ese es su nombre, me pasa a buscar por casa hoy a la noche. Acá al lado lo tengo a Pedro hurgando en su computadora porque dice que está seguro de que en alguno de sus mails viejos tiene una foto de un partido de fútbol que jugaron juntos. Pero tiene tanta porquería en esa máquina que está tardando un siglo. Si seguimos paveando nos rajan. El jefe pasa y nos ve mirando la pantalla de los más serios y nos sonríe. Si supiese. En cuanto vea la foto les cuento. Ay, me agarraron como uno leves nervios.
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
