

Tan cerca en la distancia, tan lejana en el tiempo , así siento a Colonia.
Siempre vuelvo a Colonia atraída por su encanto. La pequeña y grandiosa Colonia. Allí están la paz que deriva de tremendos conflictos políticos coloniales y la alegría que dejaron sus recuerdos. Dulce y apacible.
Es un placer recorrer sus calles de adoquines, acariciar sus muros ahora silenciosos, pero que conservan en su interior las voces de una época remota.Ver los azulejos que decoraban sus casas, las anchísimas paredes circundantes, los faroles de luz amarillenta que la alumbraban, la puerta de acceso al fuerte con el escudo portugués, las ruinas en la plaza y al pie del faro, fieles testimonios de un pasado conflictivo. La mal llamada Casa del Virrey, ya que allí nunca hubo virrey, pero nos sitúa en esa época y así lo aceptamos. La lindísima iglesia, resguardando en su interior la devoción de los que allí oraron. El encanto de sus posadas y de los pequeñísimos museos, celosos de sus reliquias. El museo indígena, mínima muestra del pasado charrúa. La casa Nacarello, los museos del Azulejo y Portugués. Tamboriles que suenan a través de los siglos, enredándose en las glicinas de la primavera. Esa es Colonia, la linda y encantadora Colonia.
Envíe sus compañeros de ruta a la Redacción de Turismo del diario LA NACION, por carta a Bouchard 557, 5º piso (1106), Capital Federal, o vía e-mail a: turismo@lanacion.com.ar
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
