

Los pasajes en avión cada vez cuestan menos. Y más si tenemos en cuenta que nos pueden salir gratis con los premios por millaje. Comer en el exterior también bajó de precio con menús ejecutivos, de precio fijo o turísticos.
Lo único que sube de precio son los hoteles. Dormir resulta cada vez más caro y pasa a constituir el rubro más importante de los gastos en vacaciones. Porque se puede ahorrar en todo menos en el techo.
No se puede ser un homeless itinerante, por lo menos no es lo más divertido. Por eso la pregunta más frecuente es ¿quién conoce un buen hotel barato? Nada de lujos sino limpieza, seguridad, atención aunque sea mínima. Estamos bajo la ley que nadie puede dejar de obedecer: oferta y demanda.
Las grandes ciudades están siempre de alta temporada. No hay recetas mágicas para encontrar respuestas, pero sí estrategias para buscar paliativos de menores costos. Por empezar: prepararse con anticipación y buena información sobre el lugar por visitar.
No hay nada menos aconsejable que llegar a cualquier lado sin reserva previa y con el número de confirmación más la seña, por las dudas. Las llamadas tarifas de mostrador son generalmente las más altas. Tirarse el tute de encontrar una oferta en el aeropuerto es tan difícil como sacarse la lotería.
Actualmente es preferible encontrar buenos precios de alojamiento antes que decidir el destino. Igual que en la llamada cocina de mercado, que ahora llamamos nouvelle cuisine . Primero hay que saber qué ingredientes tenemos y luego preparar el plato.
Por ejemplo, hay épocas, generalmente breves, donde un país ofrece mejores precios por sus devaluaciones, tipo México o Brasil o el sudeste asiático. Es cuestión de aprovecharlas rápido porque no hay males para unos y ventajas para otros que duren cien años.
Como para estudiantes
Otra característica, común en Europa, pero no en los Estados Unidos, son los alojamientos que ofrecen cuartos sin baño privado, con baños con lavatorio y duchas compartidas como en los establecimientos para estudiantes.
Pero en lugar de un dormitorio para todos, son habitaciones separadas para una o dos personas, confortables y limpias porque están muy controladas por los organismos turísticos. Hablemos de lo que pasa en España y Francia, que son los que más visitantes atraen.
En Madrid hay que tener en cuenta los hostales, generalmente casas de familia en departamentos grandes como nuestras pensiones. No son propiamente hoteles sino hospedajes que, en muchos casos, tienen baños privados, pero en otros sólo ducha y baño compartido. Como en un departamento de dos ambientes de nuestra clase media. Tienen buenos precios (menos de 40 dólares por noche).
En París no hay una categoría muy económica explícita, salvo la que no tiene ninguna estrella, pero la clave de pagar menos de 300 francos (40 dólares) está en la incomodidad porque la comodidad hay que pagarla. Hay lugares sin ascensor, las habitaciones pueden ser sólo para uno (porque dos no entran y apenas hay lugar para la maleta) y sin duchas privadas ni baño con lavatorio. A veces hay que pagar la ducha con cospeles.
Algunos son muy cálidos aunque no podemos llamarlos hotelitos de charme, sino simplemente camas para dormir. Parientes de funcionalidad de los llamados Fórmula 1 de las carreteras para pasar la noche. El status no corre, salvo para uno porque lo que contamos no es para pasar una luna de miel, sino para mochileros con alma de valija.
Por Horacio de Dios
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