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Cómo subir al avión, versión matemática




No importa cuánto se esfuerce uno por emular a George Clooney en Amor sin escalas , donde nos brindaba sus máximas para ahorrar tiempo en aeropuertos: evitar filas con niños y ancianos e ir detrás de los asiáticos, que traen poco equipaje y "son eficientes para ponerse los zapatos".
Pero aun si se logra sortear los tediosos controles con velocidad de Fórmula 1, a la hora de embarcar el cuello de botella será inevitable. El escenario es conocido: gente agolpada buscando su asiento en los pasillos del avión -siempre está el que se equivoca y pretende caminar contra la marea humana-, pasajeros que acomodan (o meten a presión) sus bolsos en los compartimentos, otros que deben levantarse para dejar pasar al vecino y, en fin, un apelotonamiento similar al del subte en hora pico.
No hay persona -en clase turista, claro- que no haya padecido el atasco del embarque. Pero tenía que ser un matemático el que decidió hacer algo al respecto, en lugar de resoplar y resignarse.
Se llama Jason Steffen y es un astrofísico norteamericano que, en 2008, ideó un sistema para reducir al mínimo el tiempo en que los pasajeros se acomodan dentro del avión. Primero comparó los principales procesos de abordaje, que son entrar al avión al azar (al estilo de las líneas low cost) o hacerlo de a bloques, el método más utilizado hoy. Y descubrió que subir en desorden es en realidad más rápido que hacerlo por secciones.
El llamado método Steffen, en tanto, plantea un nuevo sistema de embarque, basado en los números de fila y de asiento (*). El científico publicó sus conclusiones en el Journal of Air Transport Management, pero fue recién en 2010 que un programa de televisión ( This vs. That ) decidió poner a prueba su teoría. Así, 72 voluntarios aceptaron subirse a un Boeing 757 de cartón, cortesía de Hollywood, y ubicarse con sus respectivos bultos según los métodos de embarque (en todos los casos, las familias con niños tenían prioridad para subir).
¿Resultado? Steffen tenía razón. El método en bloques es el más ineficiente: los voluntarios tardaron casi siete minutos en sentarse, dos minutos más que los que lo hacían aleatoriamente. Con el método Steffen, en tanto, tardaron 3 minutos y 36 segundos.
Curiosamente pasaron cuatro años del hallazgo y ninguna aerolínea lo implementó aún. Lo llamativo es que las compañías no sólo ahorrarían tiempo, sino millones de dólares también: por cada minuto que un avión permanece en la pista, la línea aérea paga US$ 30 (con 1500 vuelos diarios por empresa, el ahorro de seis minutos en cada vuelo supondría un millón de dólares menos de costos).
Según parece, el método Steffen es demasiado complicado de llevar a la práctica. "El mundo real se interpone siempre en el camino de los algoritmos", sentenció Matthew Daimler, fundador del sitio SeatGuru (ayuda a encontrar "el mejor" asiento).
En cuanto a Steffen, sigue trabajando en la búsqueda de planetas alrededor de otras estrellas. Y aunque no piensa en nuevos estudios, reconoce que el ascensor de su oficina lo tiene a mal traer. "La mitad de las veces viene lleno y tengo que esperar el próximo -se queja-. Tal vez deba encontrar un algoritmo que resuelva el problema."
(*) El método Steffen consiste en abordar en el siguiente orden:
1) Los que se sienten en las ventanas de las filas 1, 3, 5, 7, 9..., de un lado.
2) Lo mismo, pero en el otro lado.
3) Los que se sienten en el medio, en las filas 1, 3, 5, 7, 9...., de un lado.
4) Lo mismo, pero en el otro lado.
5) Los que se sienten en el pasillo de las filas 1, 3, 5, 7, 9..., de un lado.
6) Lo mismo, pero en el otro lado del avión.
7) Se repite el proceso con las filas 2, 4, 6, 8, 10...

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