

CHINCHON, España.- "Chinchón: anís, plaza y mesón" es el slogan de un pequeño pueblo cercano a Madrid. La frase aparece en stickers que se venden sólo aquí.
A 50 kilómetros al sudeste de la capital española, rodeado por estepas donde sólo crecen olivares centenarios, aparece este pueblito blanco tal como aquellos a los que canta Joan Manuel Serrat: ... Al borde de un barranco ... y... bajo un cielo que, a fuerza de no ver nunca el mar, se olvidó de llorar .
El pueblo blanco al que me refiero se llama Chinchón. Si se va en auto, el sitio obligado para parar es una de sus tantas terrazas, desde donde se obtiene una panorámica inmejorable. Desde allí se advierte que todas las casas están pintadas a la cal. Sus dueñas hacen juego con el pelo entrecano, que contrasta con su ropa negra como el carbón.
La siesta es de rigor y se realiza a puertas y postigos cerrados, cuando las calles quedan desiertas.
Hacia arriba, por calles estrechas flanqueadas de negocios que venden ristras de ajos y vasijas de terracota, se llega a la zona de los mesones. Son restaurantes de campo decorados con más ristras de ajos y objetos de cobre, sillas de madera rústica y manteles de algodón a cuadros.
Bodegas y jamones
Las bodegas, que saltan a la vista por bien surtidas, dejan ver grandes piezas de jamones. Los salones están adornados por viejos hornos de leña y prensas para obtener aceite de oliva virgen.
El centro del pueblo está en la Plaza Mayor, una extensión libre de planta irregular, rodeada de edificios de tres pisos con amplios balcones de madera y la iglesia parroquial a un lado. Todos los veranos se cierra para convertirse en una plaza de toros.
El antiguo convento de los Agustinos hoy forma parte de la red de paradores (tradicionales alojamientos españoles) y ofrece el confort de un hotel de lujo con ambientación de época.
La iglesia local data del siglo XVI y conserva la Asunción de la Virgen, pintada por Goya.
El castillo de los condes Chinchón, uno de los referentes de la ciudad, fue realizado por Juan de Herrera. Allí, durante siglos, se elaboró el famoso licor de anís, típico de esta región y que sigue siendo el principal recurso de la zona. Por eso es impensable partir sin una botella bajo el brazo.
Al caer la tarde, el pueblo despierta del letargo y cobra vida. Es la hora en que la gente sale a la calle para ver cómo el sol en el horizonte tiñe de sepia esta ciudad.
Los chinchoneses no dejan que uno se vaya sin antes ofrecer bolsas de suculentas almendras de los llanos, más botellas de anís, souvenirs taurinos y stickers que anuncian: Chinchón: anís, plaza y mesón . Una frase que resume la esencia de este sitio del valle del Tajo.
No sólo el anís le da fama a Chinchón. La botánica también le hace honores a través del nombre científico de la quina, que el naturalista sueco Linneus bautizó como Chinchona officinalis en homenaje a la condesa de esta ciudad. La noble, casada con un virrey del Perú, trajo a España la quina, árbol cuya corteza usaban los indígenas del Amazonas para curar el paludismo.
La quinina, esencia de la corteza de esta planta, resultó famosa en todo el mundo por ser la cura más efectiva para las fiebres tropicales.
Cómo llegar
- El pasaje a Madrid por Iberia, ida y vuelta con tasas e impuestos, cuesta 950 dólares.
Alojamiento
{Texto}
- Una habitación doble en un hotel 4 estrellas, 110 dólares.
Alquiler de autos
- El alquiler de un auto mediano es de 390 dólares.
Más información
- Oficina de Turismo de España, Florida 744 1º, de lunes a viernes, de 9 a 17, 4322-7264.
En Internet: http://www.ctv.es/aytochinchon/
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