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Con la música... a la madre patria

Los grandes festivales musicales de verano son buenos pretextos para viajar, con mochila y auriculares, a Barcelona, Valencia o Huelva




La decimotercera edición del Primavera Sound, que termina justamente hoy en Barcelona, habría convocado a más de 150.000 asistentes que pagaron a razón de 80 euros por día -o 250 euros el abono general- para disfrutar de un cartel conformado por bandas y solistas de pop independiente.
La respuesta del público y el impacto económico para la Ciudad Condal, que la organización estima en 65 millones de euros, no suponen ninguna sorpresa en los tiempos inclementes que le toca vivir a la economía española.
Dentro de pocos días, el Festival Internacional de Música Avanzada y New Media Art de Barcelona, popularmente conocido como el Sónar, festejará su 20º aniversario con 35 nombres provenientes de la vanguardia electrónica, el ruidismo y múltiples paletas sonoras, y las mismas probabilidades de aforo completo.
Ambos eventos -hay otros tantos en diferentes comunidades autónomas, con premisas distintas- viven en su propio mundo, en el que no parecen conjugarse las palabras recesión ni desahucio ni hipotecas. A caballo de programar a exponentes de las tendencias más underground de la escena, sin apelar a peces gordos de la industria ni a la fanfarria propia de los grandes estadios, estos multitudinarios festivales cada año suman prestigio y reconocimiento de la prensa especializada, a la vez que se imponen como modelo de negocios y reclamo turístico como para expandir su propuesta afuera de España. El PS, por ejemplo, instaló filial en Oporto y lleva su franquicia invernal a Burdeos y Guimaraes. El Sónar, por su parte, ya sale a conquistar el mundo a base de beats hechiceros en seis ciudades.
Tanto el Primavera Sound como el Sónar, cada uno en su estilo, se consolidaron como las citas de referencia para los melómanos, sobre la base de un perfil artístico que asume riesgos y un nivel de organización y apuesta a futuro que en cada edición se ve acompañada de un público que acepta el reto y se entrega a ciegas.
El Primavera Sound, que tras las ferias Alimentaria y Mobile World Congress es el tercer acontecimiento que aporta más negocio a Barcelona, según sus mentores, ya había vendido buena parte de sus abonos hace meses. Esto ocurrió incluso antes de que se confirmara su line up con figuras como Nick Cave, My Bloody Valentine, The Breeders, con los reaparecidos tótems de los 90, los británicos Blur y nuevos valores de la escena como Tame Impala, Titus Andronicus y un centenar de propuestas. Delicatessen para todos los gustos
El Sónar, en tanto, soplará las velitas el 13, 14 y 15 de junio con otra oferta de artistas -entre DJ e instrumentistas orgánicos- que siempre transitan la frontera de la música de baile y afines. Por 175 euros el abono, en esta ocasión especial ofrecerá sets de electrónica de autor como el del clásico francés Laurent Garnier, sesiones de house experimental y performances de pioneros de la discoteca como Kraftwerk (3D show) y Pet Shop Boys.
También invita al guateque la propuesta del productor Diplo, sabueso de los ritmos de la periferia, como el funk carioca, y su grupo que fusiona electro con dancehall jamaiquino, Major Lazer. También prometen el nuevo soul de Jamie Lidell, los rabiosos franceses de Justice y el extraordinario Matthew Herbert.
Entre tanta oferta de macroeventos, más de una veintena de convocatorias al menos entre mayo y septiembre, se desmarca el FIB, el Festival Internacional de Benicássim, Valencia. Por 163 euros, el público tiene derecho a cuatro días de festival y ocho de acampada. Por ahí van los tiros.
Cada año, una legión, en su mayoría provenientes del Reino Unido, trama su propio Woodstock politoxicómano en el balneario castellonense, al ritmo de un cartel que inexorablemente destila britanidad. Este año comparten neón Beady Eye, la banda del ex cantante de Oasis, Liam Gallagher; los nuevos clásicos Arctic Monkeys, los viejos mariscales del rocanrol noventero como Primal Scream y el guitarrista de The Smith, el mítico Johnny Marr.
Otro convite hedonista es el Festival de Monegros. En medio del desierto de Huesca, donde confluyen el calor y la nada, durante las 24 horas del 20 de julio próximo se accede por 70 euros + insumos de subsistencia a un cartel que mezcla hip hop y dance en cada una de sus convocatorias. Este año estarán padrinos de ambos géneros como Underworld, Public Enemy, Vitalic y Richie Hawtin, entre otros.
Las vacas gordas del verano indie, por supuesto, no disimulan el estado catatónico de la industria musical local. Probablemente, pocos de los que acuden a las convocatorias compren discos, a esta altura un suvenir para melancólicos y cultores del vintage. Las salas de conciertos resisten como pueden, las bandas autóctonas pasan hambre salvo excepciones y las discográficas indie subsisten por amor al arte y el mecenazgo familiar.
En este sentido, los festivales de música independiente representan una anomalía en un contexto dominado por la caída en desgracia de la financiación pública y la pérdida de patrocinios. Pero no sólo la suerte justifica su prosperidad. Entre la mayoritaria oferta de melodías de cadena de montaje, aún se infiltran programadores de radio permeables a los artistas minoritarios y experimentadores radicales. Hay promotores de conciertos pequeños a precios accesibles, blogs y revistas de referencia que no son serviles a la pauta publicitaria. Tanta prédica desafiante desató la avidez de un público cuyo paladar se pone a prueba todo el año. Tanto como para incluir en su oferta, como parte de un ciclo paralelo, bandas argentinas como 107 Faunos, Go-Neko! y normA. El soberano, pedagogía mediante, va dispuesto a todo.

Datos útiles

  • Entradas

    Cada festival tiene su hoja de ruta propia. Es recomendable adquirir los abonos y las entradas de día con anticipación. Suelen ponerse en venta meses antes, incluso antes de que se conformen los carteles. No es usual la reventa de entradas.
  • Alojamiento

    Barcelona tiene una amplia oferta de hostelería. Para las fechas de los eventos es recomendable reservar a tiempo debido a la cantidad de visitantes que llega especialmente para Benicassim y Monegros. Sus festivales representan la mayor demanda turística del año.
  • Gastronomía

    La comida y la bebida dentro de los recintos son un poco más caras que en un bar o restaurante. Como ejemplo, en el PS, el vaso grande de cerveza costaba 4,5 euros; el cubata (ron cola, gin tonic), 6,5, y una hamburguesa completa, 8. A algunos recientos se puede entrar con comida y botellas de agua.
Sedes y horarios

  • En el PS hay programación de las 16 a las 3 durante las tres jornadas del Parc del Forum, en el límite de la parte metropolitana. El Sónar de Día –12 a 21– se desarrolla en Fira Montjuïc, en Plaza España. El Sónar de Noche –22 a 5–, en tanto, tiene lugar en la Fira Gran Vía de L’Hospitalet, a 15 minutos en colectivo desde la ciudad.
  • Monegros dura una sola jornada de 20 horas non stop. Salen micros oficiales desde Madrid y Barcelona. El FIB tiene conciertos de 18 a 6. Salen buses desde Valencia, BCN, Alicante, Reus y Girona.

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por Redacción OHLALÁ!

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