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Con rasgos turcos y medievales

Estuve en... Bratislava Romina Pascutto




Un hecho fáctico me sedujo a dejar por un día la opulencia de Viena y salir al encuentro de la ciudad más grande de la República de Eslovaquia: la posibilidad de poder pasar de la capital de un país a otra en una hora de tren. Pronto advertí que hay muchas más razones para visitar Bratislava, una urbe que, por su belleza y ubicación estratégica, fue elegida como lugar de coronación del Imperio Austro-Húngaro, entre 1563 y 1830. Allí vale la pena conocer la catedral de San Martín, el Teatro Nacional Eslavo, el Ayuntamiento antiguo, los palacios Primacial Keglevich y Grassalkovich. Y es imperdible el imponente castillo de Bratislava, en lo más alto de la ciudad, junto al río Danubio. Desde esa fortaleza, la vista panorámica permite apreciar cómo se mezcla la influencia arquitectónica de su no tan lejano pasado comunista con un casco histórico de viviendas de la alta nobleza, cafés tipo vienés, casas de cerveza, conventos e iglesias de diversas épocas, edificaciones de rasgos turcos y calles que siguen el trazado de la antigua muralla medieval.
Pero lo mejor es caminar y dejar que la ciudad los sorprenda, como lo hacen distintas esculturas festivas en varios rincones de la ciudad. Entre las estatuas más famosas se destaca un soldado del ejército napoleónico, que recuerda el paso de Bonaparte por Bratislava, y Cumil, que en eslovaco significa mirón y representa a un obrero que asoma la cabeza por una alcantarilla. Otro toque colorido lo aporta la iglesia modernista Santa Isabel, que lleva el mote de iglesia azul por su tonalidad cromática.
Aunque Bratislava se encuentra a sólo 50 km de Viena, llama la atención cómo en tan breve distancia las realidades sean tan distintas. Mientras la capital austríaca se ve soberbia, elegante y ordenada, la eslovaca atrapa por su falta de planificación y ese sesgo más auténtico que le brinda una historia más desconocida, pero nutrida. De un plumazo se dejan atrás las historias fastuosas de Sisí la emperatriz, los conciertos de Strauss, Beethoven y Mozart, por otros relatos más austeros, pero igualmente interesantes.
¿Descubrimientos para compartir? ¿Un viaje memorable? Esperamos su foto (en 300 dpi) y relato (alrededor de 2000 caracteres con espacios).
Envíe sus compañeros de ruta a la Redacción de Turismo del diario LA NACION, por carta a Bouchard 557, 5º piso (1106), Capital Federal, o vía e-mail a: turismo@lanacion.com.ar

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