La diferencia está en tener una voz relevante en las comunidades virtuales - Créditos: Corbis
Por Rosario Oyhanart
Sociables, extrovertidas, charlatanas: las mujeres siempre tuvimos esa fama. El tema es que desde hace unos años y gracias a Daniel Goleman (autor del libro Inteligencia emocional), entre otros, estos rasgos, muchas veces denostados, empezaron a valorarse como una virtud personal y profesional. De repente, las brechas de género se acortan y ya no somos sólo nosotras las que nos permitimos ser emocionales, empáticas y comunicativas.
La historia ya la conocés: en el siglo XXI, nacen la web 2.0 y las redes sociales, y la I. E. se potencia. Facebook, Twitter, blogs... Hoy, la diferencia está en tener una voz relevante en las comunidades virtuales, una voz que se haga notar. Y es que dominar el arte de chatear en Facebook o de tirar comentarios ocurrentes en Twitter puede facilitarte una date con tu compañero de gimnasio, pero también asegurarte el puesto laboral que buscás desde hace años... La I. E. se valora como la virtud que nos enseña a comunicar(nos) en un mundo internauta cada vez más saturado de información y de gente haciendo malabares para no pasar inadvertida.
¿Cómo se aplica la I.E. en la web?
Hay cinco atributos que tenés que conocer:
1. Autoconocimiento
Los expertos aseguran que para comunicar mejor, hay que descubrir qué nos molesta, qué nos interesa y cuál es nuestra voz para expresarlo. Sí, claro, chocolate por la noticia. Pero aunque ya desde Sócrates se nos taladre con la importancia del autoconocimiento, a veces olvidamos que escribir es la mejor forma de conectarnos con nuestro deseo y también con nuestros enojos. No es casual que la escritura esté tan de moda por estos días y que más de un psicólogo la recomiende como forma de exploración y de catarsis. En otras palabras, escribir siempre sintetiza, ordena y hace tomar conciencia de quiénes somos. Además, cuando nos conocemos bien, también es más fácil saber qué queremos leer. Tené en cuenta que la oferta de la web es altísima, así que lo mejor es reconocer de entrada qué nos interesa para no distraerse con el ruido del intercambio virtual exacerbado. Como primer paso, es importante tenerlo presente.
2. Relevancia
Por definición, la web es un entramado de voces y voces y más voces que se expresan en forma constante, como un barullo de fondo. De ahí que, para tener un lugar destacado, haya que descubrir la propia voz. ¿Qué tener en cuenta para hacerlo? Que sea original, que podamos dar rienda suelta a nuestro sentido del humor sin que suene forzado, que demos información interesante a nuestros seguidores sin ser pedantes. Ojo: el concepto de relevancia 2.0 no es el mismo que manejamos en la comunicación oral.
Hay gente carismática que es muy efectiva para influir face to face, pero que no tiene llegada en la red, y viceversa. El geek de tu colegio hoy tiene más de cuatro dígitos de seguidores y las cuentas de Twitter que anuncian cosas como "Mirando el mar y comiendo rabas en Cariló" hacen furor con datos que jamás hubiéramos considerado trascendentes años antes. ¿Conclusión? Hay que aprender a detectar las sutilezas del código. Todo un desafío, pero empezá intentando ser auténtica. El feedback con los lectores es súper importante, pero si no posteás sobre cosas que de verdad te interesan, se va a notar.
3. Tolerancia
Preparate: la web 2.0 no discrimina ningún tipo de opinión. El lector 2.0 es masivo y anónimo, y puede que no esté de acuerdo con vos. Hay mucha susceptibilidad dando vueltas, pero tener I. E. en la web implica abrirse a otros puntos de vista y ejercitar la paciencia para tolerar agresiones que quizá parezcan gratuitas (no siempre las críticas del otro son con argumentos bien fundamentados). No tomes posición sin antes transitar el camino del otro. De eso se trata la empatía.
4. Sociabilidad
No por nada se llaman redes sociales: la web 2.0 no acepta gente tímida e introvertida. Se aconseja el caradurismo de contestar tweets a gente que quizá no conocemos en la vida real, así como entablar diálogos e intercambios de opiniones con miembros de nuestros grupos de interés. La idea es tejer la mayor cantidad de contactos posible. La web 2.0 es un entorno de participación entre los usuarios. La diferencia la hacen los que entienden el costado sociológico de la cuestión.
5. Actualización
Los tiempos de internet son tan rápidos y dinámicos que, a veces, cuesta seguirles el ritmo. Lo cierto es que hay que estar en tema, conocer las modas y novedades tecnológicas, saber que los lectores cambian y sus intereses y las plataformas para desarrollarlos también. Otro must: postear seguido si querés tener presencia cibernética. Pero cuidado, que postear rápido no signifique dejar de aplicar el filtro. Recordá que lo que posteás llega a una masa de lectores entre los que puede estar tu jefe.
A tener en cuenta
La web 2.0 puede parecer una sobredosis de información agobiante, pero es paradójico, porque, en el fondo, la idea es ser simples, mandar mensajes claros y concisos que se entiendan fácilmente y llegar a un mayor número de personas. Tener coeficiente emocional implica hacerse algunas preguntas: ¿quién es mi lector?, ¿a quién le envío los mensajes?, ¿me conviene ser formal?, ¿escribir completo y sin errores, o usar una jerga más descuidada? Cuando ya sabemos a quién nos dirigimos (y, para eso, dedicar tiempo a revisar perfiles ayuda), falta decidir cuánto queremos revelar. Entonces, más que nunca, recordá que todo es googleable: el consejo es postear lo que pueda leer tanto nuestra abuela como el director de una multinacional.
Páginas web:
www.hatsnew.com (novedades y recursos 2.0).
mashable.com (tecnología, social media y cultura digital).
www.hatsnew.com (novedades y recursos 2.0).
mashable.com (tecnología, social media y cultura digital).
Expertos consultados:
Matías Dutto, director creativo de Social Snack.
Mariano Tirigall, director de Eolic People.
Martín Fuchinecco, consultor en Social Media Marketing.
Matías Dutto, director creativo de Social Snack.
Mariano Tirigall, director de Eolic People.
Martín Fuchinecco, consultor en Social Media Marketing.
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