Ayer a la tarde tuve una reunión con la psicopedagoga y las nuevas maestras de Luján.
Me dijeron que mi hija es otra persona, que se porta perfecto, que se prende en todas las actividades y los juegos y que rara vez hay que llamarle la atención.
Que tiene un nuevo amigo y que están todo el día juntos.
Salí renovada, no sé cómo explicarles la sensación de alivio que sentí. Como si nada, nunca más, fuera a preocuparme.
Llegué a casa feliz. Mirti me miraba. Cociné con los chicos y después vimos una peli todos en mi cama.
Cariló volvió a mandar mails diciendo "necesito que hablemos. Cuando no me odies tanto, llamame".
Más tarde, mensaje de texto "por favor decime que te puedo llamar".
Yo estaba en plena película así que le respondí "no me podes llamar, hablamos en otro momento".
Cuando se hizo la hora de acostar a los chicos, me quedé en su cuarto y me dormí en el piso. Recién reaccioné como a las 3 AM, momento en el que me retiré a mis aposentos.
Hoy tengo que ver un depto nuevo (voy con Luján), y parece que se cierra la venta de la casa con el tío de Nicolás nomás.
Y yo que temía que mi buen estado espiritual se debiera sólo a Cariló. Bueno, no. Se ve que no.