
Luego del paréntesis curioso de ayer, les cuento: el lunes tuve reunión en mi nuevo trabajo. Elegí un consultorio lindísimo y conocí al resto del equipo.
Hay un par que ya los conocía de la facultad y todo bien. El resto, nada, tranquilo, ya veremos cuando empiece.
Soy la jefa de ortodoncia del lugar (epa!, la Dra. Cata!) y tengo un par de ayudantes. Todo lindo.
El único detalle, y llámenme paranóica si quieren, es mi jefe. El que me convocó para este proyecto. No sé. Me mira libidinosamente.
Nunca había pasado. Jamás había sentido eso, pero las dos últimas veces que lo vi, como que sus ojos se posan demasiado en partes de mi cuerpo que son las más adecuadas para mirar mientras alguien te habla.
Me pone un poco nerviosa.
Cuando terminamos, me dijo de tomar un café, pero yo un poco que no podía, y otro poco, que me daba incomodidad y me quería ir.
No sé lidiar con los babosos (o bueno, qué sé yo, este a lo mejor no es baboso y yo me lo estoy imaginando, con lo que no sé lidiar es con sentirme "baboseada"). Me da mucha violencia que los tipos sientan como una "impunidad" a la hora de expresar lo que les provoca la presencia de algunas mujeres.
Vale aclara que yo soy CERO sugestiva?
No, no vale aclarar.
Es lo mismo. No?
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
