
CRACOVIA, Polonia.- Milagrosamente intacta después de la Segunda Guerra Mundial, Cracovia es un tejido sorprendente de calles inmemoriales, iglesias, palacios, museos y viejas arcadas. Además de contar con la segunda universidad más antigua de Europa del Este -fundada en 1364-, fue y es el centro artístico y cultural de Polonia, en el que se formaron el mismísimo Joseph Conrad, la premio Nobel de Literatura Wislawa Szymborska, y su más ilustre ciudadano, Karol Wojtyla -ahora papa Juan Pablo II- . Además, desde el siglo XI al XV, fue sede de la monarquía polaca.
La calidez de las calles transitadas por estudiantes; los parques y los museos; las imponentes iglesias con influencias góticas, barrocas y renacentistas; los innumerables pubs abiertos hasta últimas horas de la noche; toda la belleza acumulada en una ciudad que no supera el millón de habitantes, pero que tiene los atractivos de una gran urbe europea, contrastan sin embargo con el pasado inquietante de la segunda guerra.
La población judía, que en la década del treinta alcanzaba medio millón de habitantes, ha prácticamente desaparecido. Hoy puede visitarse el antiquísimo barrio judío de Kazimierz y el Ghetto de Cracovia, al sur del río Wisla que divide la ciudad, donde fue recluído medio millón de judíos, antes de ser transportados a los cercanos campos de concentración Auschwitz y Birkenau -desde Cracovia pueden visitarse en una excursión de un día-.
En las calles cercanas al río aún se leen inscripciones en hebreo e idish.
Próximas están las dos sinagogas más importantes, una de las cuales, la Vieja Sinagoga, es un inigualable museo de historia y cultura de la comunidad judía de Cracovia. La otra es la sinagoga Remu´h, que data del siglo XVI, y que a un lado tiene un cuidado cementerio que fue completamente restaurado después de la guerra.
Aires medievales
La parte más vieja de la ciudad es la zona céntrica y reúne la mayoría de las atracciones culturales. Está emplazada en lo que era el área medieval, establecida en 1257 d.C., vestigios de cuya arquitectura, sobretodo en palacios e iglesias, se descubren de inmediato.
Se ha conservado el trazado de las calles, y la enorme plaza central, una de las más amplias de Europa, en el centro de la cual está el mercado cerrado de artesanías, un imponente edificio que mezcla maravillas del gótico y del Renacimiento. Allí se pueden adquirir desde souvenirs de la ciudad hasta obras de arte de pintores polacos del siglo XIX, pasando por ropa, música típica y dulces. En la plaza, desbordada de palomas y de caminantes que se reúnen allí para conversar al atardecer, puede observarse todo tipo de espectáculos, desde músicos de jazz hasta clowns.
De las calles laterales parten típicas carrozas del siglo XVIII con aurigas vestidos a tono, que llevan al visitante a recorrer las atracciones de la ciudad vieja, o que pueden servir, en su defecto, de románticos taxis.
El castillo amurallado
Sin embargo, lo que más enorgullece a los habitantes de Cracovia es la colina Wawelsky, el área donde está emplazado el castillo amurallado, y la catedral gótica barroca, que data del siglo XIV y a la que le fueron agregando con el paso de los siglos 19 capillas y campanarios.
El castillo fue construido en el siglo X y reconstruido en el XVI, lapso durante el cual sirvió de asilo a la monarquía, aunque luego, cuando en 1609 Varsovia fue declarada capital, continuó siendo el centro político y religioso más importante. Se pueden visitar las suntuosas habitaciones reales, admirar la variada colección de pintura renacentista, las joyas de la corona y la valiosa colección de 136 tapices flamencos. Todos estos tesoros fueron enviados a Canadá antes de la Segunda Guerra Mundial, y regresaron a Cracovia en 1961, por lo cual la decoración interior y las preciosas piezas renacentistas reproducen otra vez el esplendor del castillo que alguna vez rivalizó con el de las grandes monarquías europeas. Aunque resulte llamativo, si alguna música identifica la ciudad, es el jazz. Poblada de pubs donde diversos grupos tocan en vivo, Cracovia está a la vanguardia del jazz centroeuropeo y es sede de un importante festival.
La mayoría de los habitantes y de la vasta comunidad de estudiantes es apasionada por el género, y por la noche, si no es invierno, copa los bares. No obstante la música clásica, por tradición y por la calidad de los músicos polacos, también tiene amplia difusión.
Durante agosto, en las iglesias y los palacios, la Comuna ofrece infinidad de conciertos. Periódicamente, además, se puede escuchar música clásica en los jardines del castillo, en la prestigiosa Filarmónica de Cracovia (UI. Zwierzyniecka 1), o en el Teatro de Opera y Ballet (Pl.sw. Ducha 1).
Junio, prodigioso mes primaveral, marca el tiempo de los festejos y es la excusa perfecta para la organización de todo tipo de encuentros. Los habitantes emergen en la ciudad después de un invierno glacial, y sobran actividades que recreen los anhelados días tibios.
A la cantidad de exposiciones, se suma la bienal Internacional de Artes Gráficas, y los Festivales de Poesía y Cine, donde a menudo están presentes los artistas polacos más importantes. En este ámbito, la discreta cordialidad de los habitantes no se hace esperar, y es fácil entablar alguna amistad.
Para todos los gustos
Por otra parte, con casi cien museos y galerías, la ciudad es capaz de satisfacer la voracidad de cualquier amante del arte o la ciencia. Hay museos de pintura renacentista, arte contemporáneo, fotografía, botánica, tecnología, historia, antropología, biología, etnografía, etcétera...
A todo esto se suma el hecho de ser una de las ciudades declaradas por la Unión Europea como Capital Cultural del 2000, por lo cual durante este año, y sobre todo en junio, julio, agosto y septiembre, la Comuna organizará todo tipo de eventos extraordinarios para atraer y satisfacer la expectativa de visitantes de todo el mundo.
A fin de cuentas, Cracovia ofrece prometedoras y curiosas alternativas para todos los gustos. Sin pomposas avenidas ni centros comerciales, tiene un misterio acogedor y romántico que flota en la atmósfera, en el cielo siempre cargado de palomas, en la serenidad de los habitantes.
Y aunque a primera vista no resulte evidente y parezca un sitio remoto, Cracovia se revela como un lugar insospechadamente entretenido y próspero en lo cultural- aún más este año-, cuando siempre habrá algo que hacer, algo nuevo que descubrir.
Especialmente en los meses de calor, la belleza de lo cotidiano y la curiosidad artística cobran expresiones insólitas y seductoras que con creces vale la pena explorar. Este año la reliquia centroeuropea parece más prometedora e inevitable que nunca.
Datos útiles
Cómo llegar
- El pasaje aéreo, ida y vuelta, desde Buenos Aires a Cracovia cuesta alrededor de 1000 dólares, con tasas e impuestos incluidos.
Alojamiento
- Un hotel tres estrellas cuesta entre 50 y 70 dólares; uno de cuatro, alrededor de 100.
Comidas
- Una cena para dos personas de comida típica polaca en un buen restaurante cuesta 40 dólares.Wierzynek (Rynek Glowny 15) o Krew I Roza (Grodzka 9) son lugares recomendables.
Más información
- Embajada de Polonia: A. M. Aguado 2870. Atención martes, miércoles y jueves, de 9 a 12; 4-802-9681.
En internet
Oliverio Coelho
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