

DALLAS.-- Al poner un pie en esta ciudad de Texas, uno tiene una rápida idea de los cambios vertiginosos que se producen. Por ejemplo, ver como el centro de negocios, su downtown, está en pleno proceso de transformación.
Edificios de oficina se convierten en lofts y se ponen de moda los departamentos con alquileres cada vez más altos. Se abren nuevos restaurantes (italianos, franceses o vietnamitas) y los encuentros de la happy hour se prolongan sin apuro por volver a casa. Cada vez son más los ejecutivos jóvenes que prefieren vivir cerca de su trabajo, abandonando los suburbios residenciales alejados del ruido. JR, el personaje de la serie Dallas, se sentiría muy cómodo en un libreto de Sex and the City frecuentando el barrio trasnochador del West End, una suerte de Soho.
La arteria principal, Main Street, tendrá zonas peatonales. Y cada vez está más unida al distrito de arte, que puede competir con las atracciones culturales de Nueva York o Los Angeles.
No todo cambia
Las cosas cambian, pero la tradición sigue compartiendo cartel protagónico. La calle Elm, la paralela de Main, se cerró al tránsito por una mañana para el paso de los Longhorn (ganado de cuernos largos) en la Fiesta de la Estampida. Los cowboys seguían el mismo camino que había tomado la comitiva de John Fitzgerald Kennedy hace 40 años. Y, al doblar hacia la Plaza Dealey, también aminoraron la marcha para tomar la curva. Exactamente igual que el 22 de noviembre de 1963.
Justo en la esquina, en el número 411 de Elm y Houston, sigue en pie la construcción de ladrillos de 1901 donde funciona The Sixth Floor Museum. Precisamente desde las ventanas del sexto piso se observa el lugar desde donde se disparó a Kennedy. Es inevitable preguntarse cómo se descuidó el acceso a esa plataforma que parece un tiro al blanco. Y más recordando que el mismo presidente había dicho que era muy fácil un atentado porque bastaba un piso alto y un fusil con mira telescópica. A la izquierda, al salir del ascensor, en el rincón sudeste, detrás de vidrios que dejan ver, pero no pasar, están apiladas las cajas del depósito en que un hombre podía fácilmente esconderse.
Allí, según el informe Warren, Lee Harvey Oswald, que era empleado de esa editorial de libros de texto, esperó el paso de la caravana y escapó dejando abandonada el arma con sus huellas y tres cápsulas servidas. También está la ventana original y la escalera por la que bajó sin problemas.
El edificio, visitado por 500 mil personas por año, estuvo a punto de ser demolido, pero luego se comprendió que era poco sensato castigar a un inmueble por lo que había hecho un hombre.
Al principio la editorial se mudó y luego de pasar de manos la propiedad, fue adquirida, en 1977, por el Dallas County para sus oficinas, quedando clausurado el sexto piso. Y, en 1988, el condado construyó el museo inaugurado en el President´s Day de 1989.
La visita es casi obligatoria para el que pase por Dallas. No sólo por el impacto emocional que produce observar el escenario del magnicidio, sino por los elementos que se muestran, vinculados no sólo con el asesinato, sino con la vida y el legado de JFK. Justamente sus iniciales dieron título a la polémica película de Oliver Stone y se citan varias encuestas de opinión donde cerca del 80% de los interrogados cree que se trató de una conspiración.
En la escena del crimen
El museo no cierra ninguna hipótesis sobre el autor. Sólo muestra documentos sobre la investigación, la maqueta que hizo el FBI del área, las 13 cámaras que tomaron imágenes ese día, fotografías y films existentes. Uno puede recorrer el piso con una guía en cassette y ver videos de introducción a cada tema, desde la carrera política, la apoteosis de su recepción en Fort Worth y Dallas, y por supuesto la del atentado, que incluye fragmentos del Zapruder film y los honores que le rindieron en las exequias de Washington.
El museo bien vale la visita. Pasé una hora y me quedé con ganas de dedicarle más tiempo. No llegué a ninguna conclusión ni el museo se inclina por ninguna de las muchas que han surgido y siguen surgiendo después de 40 años del hecho.
El sexto piso sólo muestra y lo que muestra sacude. Al salir entré en la gran tienda donde hay libros ilustrados con intentos de respuestas al paladar de cada uno. Y por supuesto todo tipo de recuerdos sobre una figura clave de los años 60, un icono que no se desvanece, sino que sigue vigente. La historia, como el mismo dijo, es la memoria de una nación y también del mundo, que ubica el crimen entre los cinco hechos más importantes del siglo XX.
Datos útiles
Cómo llegar
En avión US$ 1430
Volando por American Airlines, sin escalas, con los impuestos incluidos
Volando por American Airlines, sin escalas, con los impuestos incluidos
Alojamiento
* * * US$ 70
* * * * US$ 120
Alojamiento en base doble, con desayuno incluido.
* * * * US$ 120
Alojamiento en base doble, con desayuno incluido.
Museo
The Sixth Floor Museum, en Elm 411, está abierto todos los días, de 9 a 18. La entrada cuesta 10 dólares. Con un audio tour, que está disponible en español, asciende a 13 dólares.
Conspiracy Museum
Reconstruye los asesinatos de otros presidentes de EE.UU. En 110 South Market Street.
En Internet
Por Horacio de Dios
Para LA NACION
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