
De Amersfoort a La Haya, Haarlem o Utrecht, las recomendaciones de guías argentinos
Algunos viven allí hace poco, otros llevan hasta 20 añosen Holanda, pero todos conocen sus respectivas ciudades como un local. Aquí, consejos para pasear, comer y visitar lo mejor de cada lugar
28 de abril de 2013
Estoy en un lugar llamado Schiedam, en el sur del país, al lado de Rotterdam, hace cinco años.
Una de las cosas que me gusta de aquí es el respeto en el tránsito, y todo está hecho para usar la bici.
Los que viene hasta aquí no deben perderse Delft, Beurs en Rotterdam, y la playa en Oostvoorne.
Los holandeses son cerrados y desconfiados. También son organizados, hasta por los codos..., nada que ver con nosotros. Una de las cosas que me gusta es que todo funciona bien, las escuelas públicas son maravillosas, a los niños no les falta nada, los impuestos vuelven al pueblo.
Los que estén por Rotterdam pueden pasar a comer por Vapiano. Se come comida italiana y a buen precio; otro que me gusta mucho es el hotel New York, decorado con estilo art déco. ¡Maravilloso! Podés almorzar, cenar o tomar el té.
Antonio Cola
Hace casi 13 años que vivo en Amersfoort, una ciudad bastante vieja, de más de 700 años, aunque todos los días viajo 40 minutos en auto hasta mi trabajo, en Amsterdam. Aquí nació Mondrian y de hecho, su casa-museo es el principal atractivo turístico cultural. Como Amsterdam y otras ciudad holandesas, Amersfoort también tiene canales y un casco antiguo con mucha historia.
Otro lugar que recomiendo conocer es Giethoorn, la Pequeña Venecia de Holanda, un pueblo que en lugar de calles tiene canales, donde podés alquilar un bote para recorrerlo. Es un paseo típico de fin de semana. En primavera, con mi mujer, Karin, y mis dos hijas nos gusta mucho ir a Bollenstreek, la zona al oeste de Amsterdam productora de tulipanes y otras flores. Ahí siempre vamos a andar en bicicleta, en un circuito de unos 35 km rodeado de flores. Hay muchos de estos circuitos en el país, bien organizados, con mapas y señalización, dedicados por ejemplo a las cerezas o los espárragos, pero no son muy masivos, sino más bien para locales.
Francisco Luis Veuthey

Francisco Veuthey, un chaqueño en Rotterdam
Soy chaqueño, pero hace 20 años que vivo en Rotterdam, el corazón económico de Holanda. La ciudad alberga el puerto y el complejo industrial mayor de Europa, con más de 40 km de longitud. Rotterdam es una ciudad moderna, vital y multiétnica. Con el casco céntrico totalmente reconstruido luego del bombardeo nazi de 1940, la ciudad portuaria se abre fértil a experimentos arquitectónicos. Prueba de eso son las casas cúbicas (Kubuswoning) en el centro de la ciudad y que desafían las leyes de la gravedad, porque descansan sobre su vértice.
Si de museos se trata, el Boijmans van Beuningen es visita obligada. Allí se encuentra el original de L a pequeña torre de Babel, pintada por Pieter Brueghel el Viejo en 1563.
La torre Euromast es el ícono de la ciudad. Construida en 1960 sobre las márgenes del Mosa, tiene 185 m de altitud. El trayecto final hasta la cima se hace en un ascensor que permite una impresionante vista urbana en 360°. A tus pies, ahora, el río Mosa. El puente rojo se llama Willembrug en honor al príncipe (rey dentro de unos días) Guillermo, y el elegante puente blanco es el Erasmusbrug, tributo al filósofo renacentista Erasmo, que la mayoría de los holandeses considera su compatriota más ilustre; una parte de este puente es levadizo gracias a la mayor báscula del mundo. Si hace buen tiempo, podrás ver hacia el noroeste el perfil de La Haya (Den Haag en holandés), la capital administrativa de Holanda. La entrada al Euromast cuesta 9,25 euros.
Hacia el final de la tarde recomiendo contornear el Voorhaven (antepuerto) del antiguo barrio de Delfshaven, que nos transporta al siglo de Oro neerlandés (XVII) y aun a siglos anteriores.
A la entrada misma del canal se puede degustar el stampot (puré con legumbres), por entre 8 y 12 euros en Het Eethuisje van Delfshaven; éste quizá sea el último lugar donde aún se puede comer comida auténticamente holandesa en la ciudad. Cerca de Rotterdam recomiendo Kinderdjik (pronunciar kínderdaik), la mayor concentración de molinos de viento tradicionales de Holanda, Patrimonio de la Humanidad (Unesco), a 24 km.
En Rotterdam existe un plato típico creado hace poco más de una década, dentro de la numerosa comunidad islámica que habita la ciudad. Se llama kaapsalon (peluquería, en holandés) y consiste en shoarma (carne de pollo y pavo mezclada, hecha en una especie de spiedo), ensalada y papas fritas, todo dentro de un envase de aluminio cubierto por queso derretido. Es barato, entre 4 y 6 euros, y favorito de la gente joven.
Stefania Paolini
Vivo en Utrecht, en el centro de Holanda, una ciudad histórica, no muy grande. Lo que más me gusta de Utrecht es que siempre hay algo para hacer. Es una ciudad de estudiantes y muchísima gente joven. Para atraer turistas se organizan muchos festivales. Me encantan los parques enormes Griftpark y Whilhelminapark, donde en verano se toma sol y se hacen asados.
Fabiana Alonso

Fabiana Alonso, una apasionada de Haarlem
Haarlem está a 20 km de Amsterdam y es la capital de la provincia de Holanda del Norte (Noord Holland).
Esta ciudad, en la que vivo hace seis años, es famosa no sólo por ganar siempre el premio a los mejores comercios para ir de compras, sino porque también posee el museo más antiguo de Holanda (Tylers Museum) dedicado a las artes y ciencias. Y el Museo Frans Hals, que en 2013 cumple 100 años, con obras de la Edad de Oro de la pintura holandesa y flamenca.
Otro lugar para no perderse es la catedral de San Bavo. Cuenta con un órgano monumental que fue usado por Mozart a los 7 años.
Haarlem es famosa también por el chocolate, el mejor de Holanda, con la fábrica de Chocolates Droste, de 1863. Y por supuesto tiene una de las mejores cervezas de Holanda, Jopen, donde la cervecería funciona actualmente en una antigua iglesia del centro de Haarlem. Vale la pena ver el edificio y probar alguna de las 27 clases de cervezas.
María Cristina Perticarini

María Cristina Perticarini y los canales congelados de Haarlem
Desde 1999 vivo en Haarlem, una ciudad muy señorial, llena de iglesias. Estoy a 9 km de la playa, que en verano se disfruta muchísimo.
En invierno, los canales se congelan y muchos salen a patinar sobre el hielo, aunque es un poco peligroso.
Los que quieren venir a pasar el día desde la capital pueden tomar el tren y llegarán a una de las estaciones más antiguas del país.
No hay que perderse los campos de tulipanes muy cercanos. También pueden visitar el molino Heemstede, que está en las afueras, en un parque con lagos y patos para alimentar.
A la hora del aperitivo hay que probar los bitterballen, unos bocaditos redondos y fritos rellenos de carne. La comida clásica es salchichas con puré, pero a mí me encanta el haachee, una carne dorada con salsa y cebolla que se cocina durante tres horas.
Sofía Fernández

Sofía Fernández en el parque Clingandale
La Haya es una ciudad chica, pero que lo tiene todo: playas, dunas, bosques, lagos; todo en un pequeño radio que se puede hacer en bicicleta.
Lo mejor es visitarla entre mayo y septiembre, así se disfrutan de los días bien largos, el sol y la playa. Eso sí: el mar es el frío Mar del Norte, por lo cual el baño es sólo para los más corajudos. La playa de Scheveningen es una de las más famosas del país y la de más fácil acceso, aunque para escapar a la multitud que se congrega en verano, las playas de Wassenar y de Kijkduin son más alejadas y muy lindas, todas con restaurantes y facilidades (¡ojo que para ir al baño siempre hay que pagar!).
Muy cerca de La Haya está el parque Keukenhoff, que sólo abre seis semanas al año, y donde se encuentra la mayor variedad y cantidad de tulipanes en el mundo. El Clingandale es otro parque en el centro de La Haya, muy lindo, con un área de jardín japonés.
Para los chicos y los amantes de los trenes, el Zuider Park, en el sur de la ciudad, tiene un tren de vapor en miniatura que funciona con carbón y al cual se puede subir a dar una vuelta. Madurodam, otro imperdible, es un parque con los edificios más importantes de Holanda en miniatura: palacios, aeropuertos, estadios, todo en tamaño reducido (escala 1:25).
El Palacio de la Paz y la Corte Penal Internacional merecen una visita. Slot Lovestein, por su parte, es un castillo del 1300 donde chicos y grandes se pueden vestir de época.
Los holandeses no se destacan por una cocina refinada, pero uno encuentra comida de todas partes del mundo. Nuestro restó favorito es un tailandés chiquito y barato que queda en el centro (Thai Songkhla).
Para hacer compras, la calle Spui (se pronuncia Shpau) tiene de todo, aunque si se busca algo más elegante, en Denweg hay lindos negocios y buenos restaurantes. Ahí cerquita está el famoso Hotel des Indes, donde se puede tomar un high tea o simplemente una comida rápida en un ambiente tranquilo y elegante.
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