Francia e Italia unidos por un túnel cerca del cielo - Créditos: shutterstock.
1 Francia-Italia, bajo el techo de Europa
El Monte Blanco es la cumbre más alta de los Alpes. Sus nieves eternas alcanzan 4809 metros. Muy por debajo, en la base del macizo, sobre la frontera franco-italiana, desde los años 80 el túnel del Fréjus es la manera más rápida para pasar de un país a otro. Las demás opciones son transitar vía Suiza por el túnel del Gotardo, bajar hasta la Costa Azul o animarse a pasos que pueden estar cerrados de improviso por caídas de nieve. El túnel tiene casi 13 kilómetros de extensión y está entre los diez más largos del mundo para la circulación de autos. Las dos regiones que conecta el Fréjus son Saboya de un lado y el Val d'Aosta del otro, ambas muy turísticas. Chamonix organizó los primeros JO de invierno en 1924, Albertville en 1992 y Courmayeur -del otro lado de la frontera- es regularmente sede de campeonatos internacionales. En verano las dos regiones son muy concurridas gracias a los parques naturales, senderos y actividades de montaña. Se recomienda particularmente la visita del parque de fauna alpina de Introd, camino a Aosta.
2 Argentina, a través del Paraná
Hasta su puesta en servicio en 1969, la Mesopotamia era como una isla yuxtapuesta al resto de la Argentina. Para ir a Entre Ríos y Corrientes había que cruzar el Paraná en balsa. El primer puente fue inaugurado después, recién en 1973, entre las ciudades de Corrientes y Resistencia. El túnel subfluvial que une Paraná y Santa Fe es, además de un nexo histórico, una proeza de ingeniería. Hay pocos de este tipo en el mundo, entre otros destinos en Nueva York, Londres y Hamburgo. A diferencia del túnel bajo la Mancha, la más famosa de las conexiones bajo el agua, no fue cavado en la roca por debajo del lecho del agua, sino que se trata de un conjunto de grandes tubos depositados en el suelo barroso del lecho del río. La ruta transcurre dentro de estos cilindros iluminados y aireados artificialmente. El tramo que pasa por debajo del agua propiamente dicho es de 2,4 kilómetros. Con rampas de ingreso y egreso incluidas, la obra suma un kilómetro más. De paso por Paraná o Santa Fe, vale la pena cruzarlo.
3 México: laberinto bajo Guanajuato
Esta ciudad al noroeste de la capital mexicana es patrimonio de la humanidad. Sus coloridas casas y monumentales iglesias fueron construidas en el fondo de una hoya rodeada de montañas. La urbe actual y sus monumentos (el Teatro Juárez, la Universidad, el Mercado Hidalgo, la Basílica, el Museo de las Momias o el Monumento a Cervantes) descansan en realidad sobre los muros y cimientos de otra más antigua y sobre una red de túneles cavados para drenar el agua que bajaba de las montañas y arrasaba la ciudad y sus calles luego de cada tormenta grande. Con el tiempo, mejoraron las obras hidráulicas y los túneles fueron reconvertidos en una suerte de red de subte... sin subtes. Los usan los vecinos para ir de un barrio a otro evitando el siempre congestionado centro. Tienen señalización vial, luces, semáforos, pasos para peatones y hasta paradas de buses. Al mismo tiempo son una curiosidad para los visitantes. Cuidado sin embargo: durante las noches de luna llena, se dice que se puede cruzar por ahí al fantasma de la Llorona.
4 China: luces del futuro en Shanghai
La arteria más famosa de la metrópolis asiática es el Bund. Atraviesa lo que fue el barrio de las concesiones europeas cuando el ex Imperio del Medio estaba sometido a la influencia de potencias extranjeras, Inglaterra, Francia, Italia, Estados Unidos o Japón, durante los años 30. Desde aquellos tiempos, Shanghai es una de las principales plataformas económicas de China y el Bund es su mayor vidriera. Nada es demasiado fastuoso y novedoso para aquella pujante ciudad. Es el caso del túnel que cruza el río Hangpu hacia Pundong. Se transita a bordo de pequeños vagones sin conductor que van y vienen lentamente de una punta a otra. Para amenizar el viaje -que dura dos minutos- los constructores han programado un llamativo show de láser, hologramas y luces sobre las paredes del túnel, creando un mundo lumínico que parece una puerta abierta al futuro.
5 Estados Unidos: robles en Louisiana
La única ingeniería aquí es la de la naturaleza: se trata de uno de los túneles vegetales más fotogénicos del mundo. Lo forman las ramas de dos hileras de robles que cubren el camino al casco de la Plantación Oak Alley, en Luisiana, un lugar histórico relativamente fácil de visitar.Se encuentra al margen de una pequeña ruta que bordea la orilla sur del río Misisipí. Este itinerario bucólico es una atractiva alternativa a la autopista 10, entre Nueva Orleans y Baton Rouge, mucho más rápida pero alejada del alma del Dixieland, el viejo sur de Estados Unidos. La plantación fue fundada en 1837 y su mansión era conocida como la Gran Dama de la Great River Road. Un parque de diez hectáreas la rodea. Su elemento más llamativo es el camino de entrada y sus grandes robles. El casco de la plantación está abierto a las visitas, pero desde la ruta misma se puede admirar el túnel vegetal en su mejor perspectiva.