Recorrer la mítica Ruta 40 de la Argentina tiene sus riesgos, y uno es que tu hijo se enamore de Sian, una galesa, a bordo del único autobús que hace el trayecto Bariloche-El Chaltén. Pero no una galesa de las colonias chubutenses, sino una galesa de Gales, y que tiempo después se marche a vivir con ella al Reino Unido.
Estas contingencias de la vida han hecho que visitemos a nuestros consuegros en el norte de Gales (o Cymru, en galés un idioma ininteligible).
Los galeses son un pueblo indómito, orgullosos de sus raíces celtas, que fueron avasallados por los ingleses y a quienes no aprecian mucho. Los ingleses los sometieron y les impusieron su idioma y sus costumbres. Algunos de estos galeses, en busca de libertad y de preservar su identidad, sus costumbres y su lengua dejaron su tierra y emigraron a lugares como nuestra Patagonia donde se instalaron con no pocas dificultades. Su bandera tiene un campo blanco y otro verde, y en el centro está el legendario dragón rojo que los identifica.
Los padres de Sian viven en Mold (Yr Wyddgrug, en galés) un pequeño pueblo del norte rodeado de colinas verdes, paisajes bucólicos, ovejitas y repleto de narcisos silvestres durante la primavera (el narciso es la flor nacional de Gales).
Nos llevaron a recorrer los alrededores por la public foot paths, senderos para ir a pie, muy antiguos y que recorren todo el Reino Unido por viejos caminos o directamente a campo traviesa. Están señalizados con unos mástiles y un cartelito de un hombre caminando, cruzan propiedades particulares cuyos dueños están obligados a facilitar el acceso a través de escaleritas que cruzan los cercos.
Cerca de Mold visitamos el castillo de Ruthin, pequeño y hermoso, con un jardín espléndido en medio de la campiña.
Estuvimos también en Llandudno, una ciudad balnearia con edificios elegantes y un hermoso muelle victoriano, muy a la moda de la belle époque (fines del siglo XIX y principios del XX). Está en la península del Gran Orme (Great Orme), una colina a la que se asciende con un funicular y desde donde se divisa todo el mar y la ciudad.
Muy cerca se encuentra el Parque Nacional de Snowdonia, con paisajes bellísimos, verdes valles, lagos, el monte más alto de Gales (apenas 1000 m) y un trencito de cremallera, el Snowdon Mountain Railway, que en una hora lleva a la cima.
Finalmente visitamos Llangollen, un pueblo de cuento, con casas encantadoras y surcada por los canales que cruzan todo el Reino Unido con sus típicos barcos-casas flotantes. En esta ciudad, el canal atraviesa un profundo valle rodeado por el río Dee a través un acueducto impresionantemente alto que se puede cruzar a pie y que es una gran obra de ingeniería del año 1800.
Llangollen fue, sin lugar a dudas, uno de los sitios más maravillosos de nuestra estada en el norte de Gales.
Analía Tablado