

Filmar en hoteles tiene sus ventajas: eludir el mal tiempo, los transeúntes curiosos, los permisos policiales, y el paquete puede incluir, además, algunos días de estada para los VIP de la película. Por esa razón, en Macacha Güemes 351 repiten, con orgullo de tíos, que la beba de Pablo Echarri y Nancy Dupláa it happens at Hilton, como dice el slogan comercial del moderno hotel de Puerto Madero.
Es que durante el rodaje de Apasionados, la pareja que encabezó la película pasó un par de noches escribiendo cartas a París en la gigantesca suite presidencial, la misma que se ve en el film (US$ 2525 más IVA, por noche). El paisaje con la naturaleza viva de la Costanera Sur habrá sido fuente de inspiración para que los actores hicieran buena letra, y el ventanal de 14 paños con vidrio doble y vista a la piscina, garantía de concentración y silencio hermético.
Otras escenas de la película fueron filmadas en la estancia Villa María, en Máximo Paz.
También pasó por el Hilton Susana Giménez, cuando a principios de este año hizo de ella misma para un capítulo de la tira diaria Son amores.
El de Titanic
"Era bastante peladito, pero todas las chicas estábamos enloquecidas con él", dice en Avenida de Mayo 1152, otro rincón de Buenos Aires, una de las empleadas del Castelar Hotel, que en julio de 2000 fue, durante cuatro semanas, escenario de una producción del cine holandés, Claim (Reclamo), aún sin estreno.
El peladito en cuestión es Billy Zane, novio pérfido de Titanic, protagonista de este thriller holandés dirigido por Martín Lagestte. La mayor parte de la acción transcurrió entre los pisos de roble, las arañas de cristal francés, los mármoles de Carrara y las paredes espejadas de esta reliquia de 1929. Los holandeses pusieron a prueba a todo el personal: ni los cadetes zafaron de la maquilladora, pero retribuyeron las gentilezas con unos US$ 25 para cada uno.
Años antes, en 1986, Raúl de La Torre también había elegido el frente y el lobby del Castelar, diseñado por el italiano Mario Palanti, para filmar Pobre Mariposa, historia en la que Graciela Borges intentaba desentrañar sus raíces judías y el asesinato de su padre en pleno auge peronista. Esas mismas locaciones, casualmente, contrató Santiago Carlos Oves, para Gallito ciego, en 2000, con Rodrigo de la Serna y Gustavo Garzón. Y los empleados todavía se agarran la cabeza cuando recuerdan la guerra de toallas que desataron Jorge Porcel y Alberto Olmedo en el spa de caballeros, en 1988, cuando rodaban Atracción peculiar, una de las once películas que el dúo filmó con Enrique Carreras.
Las cosas del querer
Curiosamente, para rodar Las cosas del querer II, en 1995, Jaime Chávarri no eligió ese hotel que lleva el nombre de un ex presidente republicano español (Emilio Castelar Ripol), sino otro que rinde homenaje al academicismo francés y fue creado, en la década del 20, en el incipiente Barrio Norte pensado por un intendente conservador, Torcuato de Alvear.
Por esas cosas del querer, Angela Molina y Manuel Bandera dieron que hablar en sus ficticias escenas de alcoba y pisaron esas alfombras azules que toda la aristocracia porteña sueña con pisar alguna vez.
En los mismos pasillos claros y perfumados que ellos recorrieron, en 1964 había andado nada menos que Vittorio Gassman, bailando y tarareando El choclo, cuando Dino Risi lo trajo a Buenos Aires para filmar en el Alvear el 80 por ciento de la comedia Un italiano en Argentina, historia de Ettore Scola con Nino Manfredi, Nelly Panizza y Guido Gorgatti, entre otros artistas. Entonces, no había molinetes en las puertas de acceso, el lobby era irreconocible y el comedor que recorrían los actores hoy es el salón de fiestas que eligen muchas novias ilusionadas con bailar el vals.
Conectado con él se encuentra la terraza, alias roof garden, idéntica a la de la década del sesenta, pero sin el horizonte de las chimeneas humeantes de las fábricas pujantes de Buenos Aires. Allí mismo, hace veintinueve años, Gassman se quedaba dormido meciéndose en un sillón de jardín, mientras un empresario italiano le daba la lata con sus confesiones de nuevo rico.
El Marriot Plaza, el Holiday Inn, el Four Seasons, entre otros, también abrieron sus puertas al cine y los famosos. Y, sin duda, esta historia de filmar en los hoteles de Buenos Aires siempre continuará.
Estafadores en celuloide
Ricardo Darín y Gastón Pauls también pasaron por el Hilton, cuando estaba recién terminado. Estuvieron en habitaciones separadas, por cierto, cuando Fabián Bielinsky los convocó para hacer los papeles protagónicos de Nueve reinas, en 2000. La producción se instaló 15 días en el hall, la lavandería, algunos cuartos y el baño de hombres, mientras Leticia Brédice fingía ser empleada del Hilton y arrancaba suspiros y cuchicheos apretadita en su tailleur azul.
Mónica Martin
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