El Domuyo es un volcán apagado que se halla en la cordillera del Viento, en el norte de la provincia de Neuquén. Tiene 4709 metros sobre el nivel del mar y es la mayor altura del sur argentino. Fue el elegido para escalarlo este año.
Los comentarios que nos hacían sobre el ascenso no eran muy optimistas; el mayor inconveniente es -precisamente- el fuerte viento y las tormentas eléctricas, y también los presagios de una vieja leyenda.
Según los lugareños, el cerro se enoja cada vez que advierte la presencia de forasteros con la intención de escalarlo. La ira del Domuyo se evidencia con el desprendimiento de grandes rocas y bruscas tormentas de lluvia y nieve. La actitud del cerro se debe a que quiere impedir que se conozca un encantamiento que guarda celosamente, arriba. Junto a una laguna se entretiene peinándose con un peine de oro una joven rubia muy hermosa. La mujer es constantemente protegida por un toro colorado y un potro de pelaje lustroso y renegrido. El toro es el que arroja las piedras y el caballo, el que con sus corridas y resoplidos despierta la tormenta.
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Pero eso, en lugar de asustarnos y desistir, sumaba más entusiasmo a los preparativos, al entrenamiento y al acondicionamiento del equipo.
En enero nos encontramos con Johnny -nuestro guía- y José, otro montañista, en Las Ovejas, pequeño pueblo de Neuquén, donde hicimos noche. Al día siguiente, luego de revisar el equipamiento, nos trasladamos en vehículo hasta el playón donde comienza la vía de ascenso.
Iniciamos la subida al Campamento Base, a 3000 metros de altura, conocido como Vivac Huechulafquen, donde también hay una laguna. Este avance nos llevó 4 horas de caminata, con algunas pequeñas pausas para hidratarnos y descansar.
Era la primera vez, nos contaba el guía, que hacía tanto calor a esas alturas; eso nos permitió nadar y refrescarnos en sus aguas. En la Patagonia el cielo dicta sus reglas; extrañamente tampoco había viento.
El tercer día es el de aclimatación. Luego de desayunar salimos a caminar tratando de ganar altura, llegamos a los 3800 metros y regresamos nuevamente a los 3000; cenamos muy temprano porque teníamos que levantarnos a la madrugada para el ataque a cumbre. A la tarde hicimos práctica de ascenso y descenso con arnés y cuerdas, técnica que no habíamos ejercitado mucho y seguramente nos haría falta al día siguiente.
A las 2 de la madrugada nos despertamos, hacía mucho frío, desayunamos y emprendimos la marcha. El cielo estaba totalmente estrellado; apagando nuestras linternas teníamos una visión bastante clara.
En ese escenario blanco podíamos ver proyectado a lo lejos el perfil de la montaña y nuestras largas sombras, curiosidades en el camino que nos sorprendieron.
Amanecía a los 3800 metros, avanzábamos a razón de 100 metros por hora. A partir de los 4000 metros se nos complica: un paredón de 45º, el tramo más difícil de la escalada. Normalmente está cubierto con hielo y se asciende fácilmente con crampones. Por las altas temperaturas no había hielo, caminábamos como en una superficie con bolitas, muy resbaladiza e inestable; cada paso hacia arriba, cinco hacia abajo. El guía intentó la subida con arnés, el terreno se hacía cada vez más complicado; el piedra a la derecha, piedra a la izquierda era constante. Luego de 2 horas desistió para no ponernos en riesgo. Quizá la leyenda se cumplía y el toro nos estaba ahuyentando.
El último día festejamos en las Aguas Calientes con una típica picada de regionales y un reparador baño en las cascadas de aguas termales naturales que hay en ese lugar.
El balance fue excelente, disfrutamos paso a paso, y nos despedimos con el deseo de encontrarnos muy pronto en alguna otra montaña.
A lo lejos comenzaba la cotidiana alquimia del día que se extinguía.
Mercedes De Palma
No se pierdan
El cementerio de Malvinas
En enero partimos con mi hija desde Valparaíso en crucero y uno de los puertos fue Malvinas. Nos tocó un día soleado, un poco ventoso. Un grupo optó por visitar el cementerio argentino; fuimos en ómnibus con guía chilena y chofer que hablaba español, por un camino no pavimentado; 3 horas de viaje en total. En el trayecto vimos el monumento a los caídos ingleses; la catedral anglicana, imponente; una capilla católica; un edificio de vivienda para jubilados; estancias separadas por alambrados con su casco y espejos de agua; suelo no montañoso, con arbustos. Sólo nos detuvimos para el baño en un gimnasio (está prohibido detenerse en otro lugar).
Llegamos al cementerio que está rodeado de un cerco bajo, blanco, con 230 cruces blancas colocadas simétricamente, con un rosario celeste y otro blanco de plástico, algunas con flores artificiales, al pie una placa negra con nombre y apellido, y otras con la inscripción: Soldado argentino solamente conocido por Dios. Al fondo una enorme cruz blanca, la Virgen de Luján, un mural con la inscripción: El pueblo argentino en memoria de los soldados argentinos caídos en acción en 1982. A los costados -en paneles de mármol- figuran los nombres de todos los caídos en combate. Impresiona ese grupo de tumbas en medio de la soledad del campo completamente alejado de la población; todo lleva a un respetuoso silencio y a la oración.
Otros datos sobre la isla: es obligatoria la enseñanza primaria y secundaria; para la Universidad deben viajar a Inglaterra o a Santiago, Chile; hay becas. Lo curioso es que los egresados vuelven a la isla. Son 2800 habitantes, todos se conocen, viven de la pesca y del turismo. Cada tres días llega un crucero, tienen un gobernador de Inglaterra y otro elegido por ellos; las casas son prefabricadas y de diferentes colores. Son muy amables con el turista.
Rosa Malvina Azarkevich
Compañeros de ruta
Italia, Eslovenia, Austria y Croacia. Busco compañeros/as para visitar en septiembre el nordeste de Italia, Austria, Eslovenia y Croacia. Contactarse a carniafvg@yahoo.com.ar
Viajes a combinar. Buenas tardes, les agradecería publicar mi búsqueda de compañeros de ruta para viajes con destinos a combinar. Mi nombre es Wolfram Hecht; w.hecht@hotmail.com