Descanso a lo grande en San Ceferino
El 5 estrellas de Luján tiene todo para desenchufarse, desde un parque inmenso hasta comidas caseras, carruajes antiguos, bicicletas o paseos a caballo. Y si no alcanza, un spa con lo último en técnicas anti estrés
6 de abril de 2014
Hay días y días. Algunos intensos, como aquel en que 1300 personas de una empresa se dieron cita para un evento corporativo. También están los encuentros más discretos, esos de 15 o 20 empleados que asisten a un workshop o a una conferencia, por ejemplo. O las reuniones con mucha prensa, como la que protagonizaron 56 legisladores radicales que se recluyeron aquí durante dos días, en febrero. Y si se suman las fiestas, los casamientos de cuento -con carruaje antiguo, parque señorial, capilla frente a la laguna- y no tan de cuento (en una boda reciente, el dress code fue el negro, incluso para la novia), lo cierto es que en San Ceferino pasan cosas todos los días.
Eso sí: por más multitudinario que sea el evento es difícil enterarse, de tan inmenso que es el Hotel & Spa de Luján (sobre la ruta 6, pegadito a Pilar). En total son 130 hectáreas, de las cuales 20 están parquizadas con rosales, jazmines, robles, sauces y otros tantos ejemplares históricos. En el fondo, una laguna con puente, una islita, un molino y un puñado de patos confianzudos dan la pincelada final al cuadro.
Y aunque se pueden seguir las auténticas tradiciones del campo (y a sólo 55 minutos de la Capital), desde montar a caballo hasta pasear en sulky, visitar el tambo o tener un encuentro cercano con chanchos y ovejas, en San Ceferino se encargan de dejar en claro que el establecimiento no es una estancia.
"Somos un hotel muy parecido a una estancia, comenzamos de hecho como estancia, pero hoy nos definimos como un hotel cinco estrellas superior, un hotel en el campo", destaca Hernán Lucero, encargado de marketing y guardián de todos los secretos del lugar.
Hace poco más de 25 años, es cierto, San Ceferino era la estancia de Hebe y Francisco Eleta, él médico, ella anfitriona de lujo, ambos viajeros incansables. A pedido de conocidos, el matrimonio comenzó a alojar amigos en su casco, luego a amigos de amigos y, para hacer la historia corta, terminaron reconvirtiendo un campo cuya tierra no fue lo productiva que se esperaba, en el megaemprendimiento que hoy es San Ceferino: 75 habitaciones (de cuatro categorías y divididas en 5 bloques de edificios), 17 salones (con capacidad de 10 a 1000 personas), 7 cocinas y 50 freezers, por ejemplo, son números que hablan por sí solos.
Todo aquí es a lo grande, no hay dudas, desde las comilonas y los tremendos asados hasta las fiestas y los congresos. Así y todo, el toque personal, cálido, está en los detalles: en los objetos que los dueños eligieron e hicieron traer desde distintos rincones del mundo (en la decoración, ecléctica, conviven por igual monturas y pecheras con papiros, una puerta tallada de la India, un Buda gigante o una lámpara de Marruecos). En personas como Héctor Gutiérrez, de impecables bombachas, camisa blanca y pañuelo violeta al cuello, esperando paciente bajo la galería de robles con los caballos ensillados y el sulky reluciente. En las pastas amasadas a mano, en los dulces y panes caseros, en los productos frescos del tambo.
Pero el gran orgullo de San Ceferino es el Mora Spa, un edificio de 1600 m2 de estilo oriental, con todo lo necesario para desenchufarse -pileta cubierta con cascada de masajes, jacuzzi, baño finlandés, sauna, gimnasio, sala de relax y meditación, clases de yoga o gimnasia energética- o, también, para probar técnicas nuevas. Como el temazcal, una suerte de ceremonia prehispánica que, para quienes vayan en plan de masaje descontracturante y tecito de jengibre y limón, mejor dejarlo para otra vuelta (dicen los que saben que hay que ir preparado, y no es para menos: son unas cuantas horas dentro de un iglú de adobe, en cuyo centro hay piedras volcánicas calientes, para lograr regresar al seno materno).
El otro orgullo no es tanto del hotel, sino de su dueño. Porque se trata de la colección personal de 50 y pico de carruajes que fue acopiando y restaurando con pasión, y que exhibe a quien quiera admirarla dentro de un gran galpón. Hay diligencias del siglo XVIII, carruajes fúnebres, carretas y berlinas, y las novias deciden con cuál de estas maravillas ingresarán a su boda, bordeando la laguna hasta la capilla.
También en el llamado Museo del Indio, Eleta dispuso una selección de fotos (de caciques, indios araucanos, toldos) y objetos como boleadoras o puntas de flechas para compartir sus intereses con los huéspedes.
Las demás actividades - más allá de los caballos, desde luego- incluyen cancha de voley, pileta (climatizada y común ), fútbol, pool, tenis y driving de golf, o descanso al sol en las innumerables reposeras o bancos dispuestos al aire libre. También, claro, se puede venir a un evento corporativo, a una conferencia o a un workshop. Así da gusto trabajar.
Datos útiles
Cómo llegar. Ruta 6, km 169,5, Open Door.
Precios. Entre 1540 y 1970 pesos por persona, durante 23 horas, y pensión completa (además de alojamiento). El día de spa, de 9 a 20 y con almuerzo y té incluidos, es de 680 pesos y 650 en la semana.
Informes y reservas. Tel.: 02323 441500
Reservas: ventas@sanceferinohotelspa.com.ar, www.sanceferinohotelspa.com.ar