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Desde el aire, una dimensión desconocida

En helicóptero o aladelta, dos opciones para conocer la ciudad de otra manera




RIO DE JANEIRO.- Si hay una ciudad que impide mantener los pies en la tierra, ésa es Río de Janeiro. Mar y montaña, samba y lentejuelas; no es posible recorrerla sin sentirse deslumbrado. Pero la elevación puede tomarse, además, en sentido literal. Porque viajar en helicóptero o planear en aladelta son opciones que combinan aquí, de manera perfecta, imágenes inquietantes con emociones desconocidas.
Desde el aire se pueden apreciar los relieves arquitectónicos y sociales de una curiosa geografía, cuya urbanidad se expande por los cerros, y sus desniveles naturales ofrecen tantos verdes como azules profundos.
Las torres, que han proliferado en la última década, especialmente en Barra de Tijuca, muestran piscinas en las terrazas. También helipuertos, en menor cantidad que en San Pablo -la ciudad con más helipuertos del mundo-, pero suficientes como para contar con varias compañías de taxis aéreos.
Justamente una de estas empresas, Helisight, ofrece hace 18 años recorridos turísticos, con una estrella indiscutida: el Cristo Redentor. Tiene ocho circuitos con una duración de 6 a 60 minutos. Todos incluyen una vuelta al Corcovado y una visita por las alturas de Copacabana. Después, según el tiempo contratado, se suman Botafogo, Ipanema y el Pan de Azúcar, en viajes de hasta 10 minutos.
Es posible sobrevolar el Jardín Botánico, la favela Rocinha y la avenida Niemeyer en los recorridos de 12 a 13 minutos. A los tours de media hora se agregan el Sambódromo, Leblón, el Maracaná y Alto da Boa Vista, con retorno por el litoral hasta Playa Vermelha, pasando por Pedra da Gávea y las arenas de São Conrado. En 60 minutos se recorre toda la ciudad.
En la vuelta al Cristo se alcanzan a ver los detalles de una escultura incomparable. Creada en conjunto por un ingeniero, un artista plástico y un escultor -Heitor da Silva Costa, Carlos Oswald y el francés Paul Landowski, respectivamente-, la estatua se encuentra a 709 metros sobre el nivel del mar. El helicóptero flota casi detenido cuando se encuentra frente a frente con su rostro. Al público se lo distingue bajo los pies tapados de la figura, mientras el acercamiento permite una de las vistas más impactantes del mundo, sin exagerar. No es como verle la cara a Dios, pero suena parecido.
Son apenas unos minutos. Con las bahías de fondo mezcladas entre los cerros, los edificios, la laguna y el mar, las tres dimensiones se vuelven incontables. Como actividad no es precisamente barata, ya que una vuelta de sólo seis minutos cuesta 150 reales por persona (unos 223 pesos). Pero para quien ya realizó el paseo en tren por el Corcovado -que cuesta 45 reales per cápita-, tiene poco tiempo en Río o simplemente quiere experimentar algo nuevo, la opción vale la pena.

Viento a favor

Hay también vuelos especiales de Carnaval, previa autorización de la Prefectura y el Departamento de Aviación Civil. Esta época es ideal, además, para conocer los festejos en la altura del Pan de Azúcar, cuyo clásico teleférico es conocido como bondinho. Ya no se realiza allí el ciclo Verão no Morro (se mudó a las llanuras del Pier Mauá), que engalanó con música en vivo los últimos veranos, pero se organizan espectáculos generalmente de noche que resultan imperdibles, aunque uno se distraiga mirando las luces de la ciudad, en lugar de los escenarios.
Pero cuando se trata de volar, las emociones fuertes aparecen en el cerro Piedra Bonita, antes y después de lanzarse en aladelta.
Son 520 metros de altura, con vista a la playa Pepino, que será la pista de aterrizaje. El vuelo es en tándem y dura unos 15 minutos, pero en este caso Ricardo, el instructor, aprovecha una masa de aire caliente para quedarse en el aire media hora. Antes había dado las instrucciones para el vuelos, básicamente correr junto con él a toda velocidad antes de saltar de la plataforma, y nunca perder la calma.
El resto, relajarse. Una vez que se atraviesa un bosque en pendiente, se alcanza a ver, a lo lejos, Ipanema, Copacabana, la laguna y el Cristo. También Rocinha y las torres de Tijuca, que casi se sobrevuelan, al igual que el océano, antes de un perfecto aterrizaje sobre la arena.
Martín Wain
Enviado especial

Datos útiles

Qué hacer

  • Helicóptero: paseos desde seis minutos (R$ 150 por persona) hasta una hora (R$ 875). Más en www.helisight.com.br
  • Aladelta: consultas y reservas en www.deltaflight.com.br
  • Corcovado: en www.corcovado.com.br hay información en cinco idiomas (excluido el español).

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por Redacción OHLALÁ!

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