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Desde el Titicaca hasta Santa Cruz de la Sierra

Cuatro días descubriendo paisajes y costumbres de Bolivia




LA PAZ (El Mercurio, de Santiago).- Estoy en Huatajata, en la orilla boliviana del Titicaca. En el cielo no hay ni media nube y, como no sopla viento, el lago parece una enorme superficie pavimentada. Será un buen día. Es el primero de una visita de cuatro días a Bolivia.
  • Día 1: Huatajata, a unos 80 km de La Paz, es el punto de partida para recorrer el Titicaca en alíscafo, una embarcación que tiene esquíes como de trineo y asientos como de micro. Cuando toma vuelo, el alíscafo se eleva y comienza a deslizarse por el agua. El aparato nos lleva hasta Tiquina, el sector más estrecho del lago con apenas 800 metros entre una orilla y otra, y desde ahí hasta la Isla de la Luna, donde los incas tenían un templo dedicado al Sol .
Desde la Isla de la Luna, el alíscafo enfila hacia Copacabana, algo así como el San Pedro de Atacama boliviano. Como es el punto intermedio para quienes van entre La Paz y Puno (Perú), este pueblo parece estar siempre lleno de mochileros en plan de aventura, comerciantes que van de un lado a otro de la frontera y camioneros que traen sus máquinas ante la Virgen Morena de Copacabana para obtener la bendición.
La Isla del Sol no queda lejos de Copacabana. Es el sitio elegido para dar cuenta de una sopa de quinoa y un pejerrey sacado del mismo lago, todo esto con la cordillera como telón de fondo. De regreso en Huatajata, ingresamos en el Museo del Altiplano, donde una colección de objetos muestra el modo de vida de los incas y cómo algunas de sus tradiciones se mantienen.
  • Día 2: La Paz no da tregua. Es mediodía y la calle Sagarnaga, a un lado del Mercado de la Brujería, hierve de motos, minibuses, cholas que caminan rapidito y hasta un desfile de estudiantes con bombos y trompetas. A eso hay que sumarle los 3600 metros sobre el nivel del mar, las calles inclinadas y el corazón golpeteando por la falta de oxígeno.
Un poco más allá, en el frontis de la Basílica de San Francisco, los veteranos de la guerra del Chaco se mezclan con vendedores de fósiles, grupos improvisados que hablan de la situación política y charlatanes que venden chucherías. Es el centro de La Paz, comercio desatado donde es posible encontrar desde camisetas de clubes europeos hasta fetos de llama que sirven para agradar a la Pachamama.
En cuanto a esto último, existe toda una manzana dedicada a lo mágico-esotérico, el Mercado de la Brujería. Allí es donde uno encuentra los mentados fetos, pero también miniaturas de toda clase de objetos, ekekos, bálsamos para el amor y el desamor, sacos con hojas de coca y sahumerios multipropósito.
Avanzo por una calle peatonal repleta de gente hacia la plaza Murillo, donde se encuentran el Palacio de Gobierno y el Congreso. Más hacia el Sur, hacia la zona más pudiente, hay un sector donde La Paz le hace más honor a su nombre. Pero sólo un poco.
El tráfico es infernal en casi todas las calles, pero a nadie parece molestarle. Todo el mundo hace su vida; los campesinos llevando sus bultos hasta la terminal de ómnibus, los vendedores regateando hasta convencer y los policías manteniendo un orden que sólo ellos entienden.
Tiene que llegar la noche para que La Paz descanse. Las luces desparramadas en los cerros, las calles vacías y un silencio que vino de otro sitio sirven de bálsamo. Mañana, La Paz volverá a romper la tregua.
  • Día 3: se dice que Cochabamba tiene el mejor clima del mundo, con una temperatura promedio de 18 grados. Hasta la llaman la ciudad de la eterna primavera. Lo concreto es que tiene un clima muy grato y está mil metros más abajo que La Paz, lo que se agradece. Aquí la actividad febril se concentra en La Cancha, una especie de supermercado callejero gigante situado en el centro de la ciudad y que vale la pena conocer.
Algunos historiadores dicen que este mercado existió antes de que se fundara la ciudad, lo que quizás explique la amplitud de su oferta: computadores, manzanas, CD piratas, relojes, empanadas, muebles, gallinas... Cuando un cochabambino se pone romántico, es probable que diga incluso que en La Cancha se puede encontrar el amor, los recuerdos y hasta los suspiros perdidos. Una de las visitas clásicas es la subida hasta el cerro San Pedro, donde se construyó el Cristo de la Concordia, cuyos 33 metros y 33 centímetros lo hacen 33 centímetros más alto que el Cristo de Río de Janeiro.
Hasta la cima se puede llegar por un camino para automóviles, pero también existe un teleférico que acerca hasta ésta. De vuelta en el plano, el Palacio Portales es otro de los secretos de Cochabamba. Se trata de la residencia que construyó el magnate del estaño Simón Patiño, con jardines copiados de Versalles, salones con reproducciones de la Capilla Sixtina, mármol de Carrara en las chimeneas y hasta un cuadro de Velázquez y otro de Rubens.
  • Día 4: Santa Cruz es más próspera que otras ciudades bolivianas. En los últimos 25 años, ha tomado energías del petróleo, del algodón y también de la coca. Y todo esto se nota en las calles, en las camionetas gigantescas y llenas de parlantes que circulan por la ciudad. Quizás el mejor momento para captar el carácter de Santa Cruz sea la noche, la fiesta. Si los cruceños no están preparando el carnaval de febrero (cuatro días a todo dar), están celebrando el 23 de junio (la noche más fría), o el día de la ciudad o la feria de expositores o el Año Nuevo.

Datos útiles

Cómo llegar

En avión US$ 390.
Pasaje de ida y vuelta hasta La Paz, con los impuestos incluidos.

Alojamiento

* * * US$ 40
Habitación doble, con desayuno.

Paseos

En La Paz, ir hasta el Valle de la Luna, una impresionante formación de rocas ubicada al sur de la ciudad. Y al atardecer, subir por el camino que va al aeropuerto para ver el espectáculo de las luces que se prenden en los cerros y el nevado Illimani de fondo.
En Santa Cruz, visitar el barrio Equipetrol, donde están las mansiones más suntuosas de la ciudad.

Más información

Consulado de Bolivia, Avda. Belgrano 167, 1° piso. 4381-0539.

En Internet

Javier Fuica del Campo

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por Redacción OHLALÁ!

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