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Desde la reposera y cerca de la pileta, el verano se digiere mejor

En Piletas Namuncurá, nadie se salva de tirarse de cabeza en el agua salada




Tres muy extensas y poco profundas piscinas -una cuarta para chicos- son el atractivo de Piletas Namuncurá, en 30 hectáreas de su prolijo parque en el ángulo sudeste del cruce del Camino de Cintura (ruta provincial 4) con la autopista Riccheri (Puente 12).
Tiene pulcros vestuarios, prolija confitería restaurante, añosos montes, palmeras, plantas decorativas, flores y rasurados jardines, además de un uniformado cuerpo de vigilancia permanente y un minimóvil que recorre la extensión.
El personal se completa con el plantel de guardavidas -dos por pileta- y el servicio médico permanente, todo supervisado por el ingeniero Jorge Pereyra, a cargo de la administración (atiende por el 4442-1940).

Un mar de piscinas

Es el más grande predio de recreación no gubernamental a un paso de la Ciudad y lo sostiene la Obra de Don Bosco desde hace 32 años.
Por la salinidad de las aguas de napa que renuevan -de noche- dos veces por semana y la vastedad de la superficie acuática disponible, resulta un remedo de mar en este verano de crisis.
En estos últimos días del verano, las instalaciones se pueden aprovechar diariamente hasta el 3 de marzo, desde las 9 y hasta las 20, a razón de 8 pesos per cápita (sin cargo los menores de 10 años acompañados de familiares) en días de semana, y 12 pesos los sábados, domingos y feriados.
La entrada -se admite acompañarse de perros bien enseñados, nada agresivos y de tamaño tolerable- incluye el derecho de estacionamiento, los vestuarios, las dos unidades sanitarias (con baño para discapacitados), las unidades de camping y el uso de tres canchas de fútbol de buena gramilla y un frontón de paleta, además de juegos infantiles.
No se admiten vehículos colectivos, furgones y camiones. No se permite el armado de carpas ni el lugar cuenta con actividades programadas.
Hay algunos servicios tarifados aparte, como los quinchos caribeños, 8 pesos; las reposeras, 2 y las sombrillas, 3. También hay dos canchas de paddle que se alquilan por 8 pesos la hora.
Al área de pileta se puede llevar la propia reposera, pero están vedadas las sombrillas propias y la comida. En las sombreadas áreas de camping son de uso libre las unidades de mesas, bancos y fogones, donde se exige cuidar la higiene. A los asadores empedernidos les conviene llevar su parrilla (pueden alquilarla por 3 pesos) y todos los alimentos, porque no existe proveeduría.
Pero los visitantes más cómodos suelen recurrir a dos quinchos (choripanes, una porción de papas fritas o gaseosas, cada unidad a 2 pesos; helados económicos) o a la impecable confitería que sirve minutas tradicionales.
Piletas Namuncurá está junto a la Ciudad Deportiva Don Bosco, porque el total del predio pertenece a la comunidad salesiana. El nombre del lugar evoca a Ceferino Namuncurá, que estudió en el colegio Pío Nono de Almagro y fue protegido de la orden. También fue un veraneante obligado pero sumiso, que si bien no conoció el lugar donde hoy están las piletas, pasó cerca en un viaje por el viejo camino a Cañuelas, cuando los padres salesianos lo llevaron a descansar al colegio rural de Uribelarrea, el 29 de diciembre de 1898.
Pero Ceferino conoció los baños de agua salada en El Cóndor, un balneario en la costa atlántica rionegrina a 23 kilómetros de Viedma. Allí acompañó -enfermo de tisis- a las legiones de novicios y estudiantes salesianos que durante 15 días toman baños de mar por recomendación del cura médico Evasio Garrone y la vigilancia del enfermero Jacinto Massini. Allí, piadosamente, cantaban La Preghiera della sera durante los fogones de campamento.
El enfermero Massini levantó casa playera y se eternizó en el nombre de una calle del barrio veraniego. Ceferino perdura en una estatua costera que mira al mar. Pero estaba destinado a los viajes y a las mortificaciones de la enfermedad. Se agravó en un viaje a Italia. Conoció Bologna y Florencia, pero murió en el hospital de la isla Tiberina de Roma, el 11 de mayo de 1905.

Cómo se llega

En auto, por la autopista Riccheri (peaje de 70 centavos) y salida hacia Camino de Cintura. Al tomar el desvío se llega a una bifurcación: hay que seguir la franja de la izquierda, señalizada hacia localidades de la zona sur. Se cruza por debajo de la autopista y luego se gira para retomar el Camino de Cintura en dirección contraria y tomar la colectora a Buenos Aires y Mercado Central. Sólo se recorre unos metros hasta la entrada.
Francisco N. Juárez

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por Redacción OHLALÁ!

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