
Vinieron las chicas ("incluida" Pedro) y fue la noche perfecta para despedirnos de casa. Cada uno contó la mejor anécdota que había pasado entre mis cuatro paredes. Luz me recordó de esa vez que organizamos una fiesta en casa recién mudada y eran todos tipos y nosotras 6. "Así por una noche cambiamos la estadística", era el lema. J contó el día que anunció el embarazo de su primer hija, mates de por medio en mi living. Pedro levantó su caipiroska y brindó por muchas caipiroskas más en donde sea. Contó de la vez que hicimos pizzas caseras y le pusimos yerba en vez de orégano y de esa otra en que se nos dio por hacer pastas caseras y comimos a las 3 de la mañana cubiertos de harina. Nos acordamos del vecino, de mi gata y de la vez que llegando de una fiesta intenté, durante 20 minutos, abrir la puerta del piso equivocado hasta que salió el dueño y casi me infarta del susto. Finalmente, preparé unas fajitas increíbles y Pedro las caipis. Brindé por tener mi casa siempre llena de amigos y por haber pasado tan buenos momentos juntos, los intimé a ayudarme con la mudanza.
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