
Destete respetuoso parte II: relatos en primera persona
15 de julio de 2016
Como ya es una costumbre de esta sección -Crianza en Tribu- vamos terminar el especial de destete respetado con relatos de mujeres que ya pasaron por esta experiencia. Tal como hicimos cuando hablamos de Parto Respetado y de Tratamientos de Fertilidad estoy convencida de que la mejor forma de abordar cada tema es enriqueciéndonos con otras historias. Gracias a las mamás que me compartieron su relato. ¡Espero que disfruten de estas historias tanto como yo! Las que se perdieron la primera parte sobre este tema -entrevistas a tres puericultoras- pueden leer la nota acá.
Johanna Lujan Almada y Cata (destete: 1 año y 8 meses)
Nuestra historia con la lactancia fue maravillosa, tuve la suerte de que conectamos enseguida con Cata y ella se prendió a la teta desde su primer día de vida. Era increíble y emocionante verla alimentarse de mí, sentir esa conexión única e inexplicable que sentimos las mamas al amamantar. A los 3 meses de vida de mi niña tuve que volver al trabajo, con mucho miedo de que esta separación de un par de horas termine alterando la LME (lactancia materna exclusiva), pero eso no nos detuvo. Me sacaba leche todos los días y guardaba para el día siguiente y mientras estaba en casa seguíamos a pura teta. Al año y ocho meses de Cata seguíamos con la lactancia, pero yo tenía los pechos muy lastimados por sus dientitos desde hacía un mes ya, y no podía sanarlos. Ella no mordía pero se prendía con fuerza y me rasgaba los pezones. Por este motivo y otras situaciones personales decidí que lo mejor para las dos era darle fin a la lactancia.
Comencé a hablarle a mi niña y a explicarle que estos serían los últimos días de teta, con mucho amor y respeto, entendiendo que para ella tomar teta era mucho más que alimentarse, y que debía ser un proceso, siempre con la atención puesta en sus sentimientos. En un principio suspendí las tomas del día, dejando solo las de la siesta y las nocturnas. Si ella me pedía en otro momento le ofrecía otras opciones –juegos, canciones, cuentos– que ella aceptaba sin inconvenientes. A los pocos días quite las tomas que hacía durante la noche; le daba antes de dormir y le recordaba que no iba a haber teta hasta el día siguiente. Esto fue un poco más duro. Cata despertaba varias veces en la noche durante los primeros días, lo bueno era que no lloraba, el papa o yo la alzábamos, la paseábamos, le cantábamos y ella se dormía otra vez en calma.
Una semana después aproximadamente ya dormía mejor y una noche sentí que esa sería la última noche amamantando. Me acosté con ella, se prendió de la teta y me miró con tanta intensidad y dulzura que yo sentía que no iba a poder hablar. Pero le hablé más que nunca, le dije entre otras cosas que la teta tenía que descansar, pero que yo la amaba hasta el cielo y eso no iba a cambiar, que pasábamos a otra etapa donde íbamos a vivir otras cosas y compartir otros momentos pero que nuestro vinculo era para siempre. Me miro muy calmada hasta quedarse dormida, salí del cuarto y lloré. Lloré de emoción, de ternura, lloré porque no me había dado cuenta hasta ese momento que no solo para ella era difícil acabar con la lactancia sino que para mí también. No sé cuánto habrá entendido de todo lo que le hable, pero me queda la tranquilidad de saber que siempre fui sincera y que ame dar la teta tanto como ella recibirla.

Noelia Soledad Dato y Pía (destete: 2 años y medio)
Antes de tener a mi bebé no era una mujer muy informada, menos sobre lactancia. Sinceramente no sabía muy bien cómo funcionaba eso y cuando tuve a mi bebé ¡Tampoco!
Por suerte di con una asesora de lactancia, que me ayudó cuando pensé que ya no podía más, a la semana de mi hija, cuando tenía grietas, y miraba el reloj a cada rato, y deseando que no sea la hora de volver a amamantar porque me dolía. Después de conocer a esta mujer, cambió todo 180 grados.
Ella me hizo dejar de mirar el reloj (porque anotaba todas las tomas que hacía mi bebé), y empezar a escucharla y dejarme llevar por ella. Y así fue como en poco tiempo logramos una lactancia exitosa y a demanda. Y en los momentos difíciles tenía un tribu a la cual recurrir, que me apoyaba en todo lo que necesitaba.
A medida que ella crecía, se formaba una suerte de complicidad con las miradas, que sólo mamá y bebé entienden. Ella empezó a caminar (una de las grandes motivaciones que use para que camine fue ponerme a unos metros de ella con la teta al aire), empezó a hablar y empezó a llamar con un nombre especial a su teta: "tintiti".
Logramos un vínculo que poco puedo expresar con palabras, pero que es hermoso. El día de su cumpleaños de 2, decidí destetarla, sentí que ya había sido suficiente y que quería volver a ser dueña de mi cuerpo, y me di un plazo de 6 meses para lograr el objetivo. A esa altura ella tomaba algo así como 4 tetas al día.
Estructurada como pocas, dividí el proceso en 4 fases y en cada una le iba a ir sacando una teta, y concluiría a los 6 meses destetando por completo. Ya con más de dos años no encontré muy difícil distraerla cuando pedía alguna teta que no estaba planeada y en alguno casos tuve que soportar un llanto porque se la negaba, pero no fue nada traumático para ninguna de las dos y acabe destetando un mes antes, porque se dio más natural de lo que yo pensaba. Así concluyeron 29 meses de lactancia exitosa de Pía y su "tintinti".
Ella sigue pidiendo a veces (más ahora que estoy embarazada, 6 meses después de destetar), pero se conforma con acariciarla de vez en cuando. Su relación con la teta no se terminó, solo muto a otra forma. Y yo, no voy a mentir, a veces lo extraño.

Natalia Gaitez y Santiago (destete: 9 meses)
Soy Natalia Gaitez, tengo 38 años y soy la mamá de Santiago Buono, de 10 meses. Apenas tuve a Santy en brazos nos unió la teta. Las charlas con puericultoras previas al parto fueron esenciales, tenía todas la herramientas y un deseo profundo de amamantar. Santy era un campeón, hacia todo bien. Pero un día, cerca de los 25 días de vida, el pediatra nos informó que tenía bajo peso, sumado a que tenía reflujo y la balanza indicaba sólo 15 gramos más que el último control. Nos dijo que debíamos complementar su alimentación con fórmula. Así fue y complementamos. Con esfuerzo, saca leches, casquillos, jeringas, y mi marido a mi lado pude darle cada gota de leche, de oro, y poco a poco menos formula. Santy crecía muy bien y eso que no habíamos subido la cantidad de leche de formula ¡Todo un logro! Se puede. El placer del abrazo de mi bebé, su mirada, hacerlo reír y su carita en mi pecho hacían de la lactancia un momento único.
A los seis meses llegó la primera papilla, menos fórmula y menos teta. Santy eligió una teta y yo lo dejé. Con el aumento de sólidas las tomas se hicieron más cortas, hasta que un día dijo "no". Me pareció raro e insistí pero él volvió a decir "no". Sacó su carita y cerró su boca: no quería la teta. Ahí empecé a entender su no y me fui al baño al llorar. Había llegado el momento y no estaba preparada. ¿Por qué quería dejar? Si es hermoso y una conexión única. Pero entendí su "no" y decidí respetarlo. Hoy llenamos los momentos de teta con upa… mucho tiempo a upa. A la mañana fiaca, abrazados, besos, mimos, cosquillas, risas. A la siesta dormimos abrazados un ratito y a la tarde jugamos. A la noche compartimos el baño con papá y a la cama con mamá y más mimos.
Ahora empezamos con cuentos, toda una etapa nueva. Un bebe que cierra una etapa y le da paso al nene que ya va a cumplir su primer añito. Guardare en mi mente este hermoso recuerdo, gracias hijito por hacerme sentir estas sensaciones que no sabía que existían. ¡Amé darte la teta, qué acto de amor más puro!

María Paz Santelices y Tatito (destete nocturno: 2 años y 2 meses)
Mi primera y única experiencia de lactancia tuvo un comienzo de terror: dos mastitis y una gran infección me tuvieron los primeros 6 meses de vida de mi pequeño tesoro llorando de dolor en cada mamada. El pánico se apoderaba de mi cuando sabía que se acercaba la hora de dar pecho nuevamente. En una ciudad nueva y sin más compañía que mi esposo comprendí que no importaba cuanto sangrara mi pecho, cuantas perlas de leche o cuantas grietas tuviera en el pezón cada mes, me hice a la idea y tuve la convicción de querer ganarle a todo, quería amamantar y lucharía por eso.
Luego de tratar la infección con varios antibióticos distintos, ésta comenzó a ceder y hoy ya van 2 años 3 meses de feliz lactancia. Esto me empoderó cómo mujer y entendí todo.
Quisimos buscar un segundo hijo y hoy tengo 22 semanas de embarazo y a diferencia del anterior éste ha sido muy sintomático, me siento aún muy mal, energía en cero, mareos, dolores, etc.
Ante mi insistencia de soluciones para mis síntomas con mi obstetra, que no es pro lactancia, me hizo ver que el hecho de dormir 2 horas y llevar 2 años sin dormir bien en mi estado actual me estaba pasando factura y su consejo era suspender la lactancia. ¡Un horror! Me costó tanto lograrla que no la dejaría, pero sí podía solucionar el tema del sueño intentando un destete nocturno. Tras hablar con un gran pediatra (pro lactancia) y un neurólogo infantil, ideamos ordenar su sueño. Hasta hoy se duerme con pecho pero en el proceso de destete, que duró aproximadamente 1 mes o un poco más, cada vez que se despertaba de noche yo le explicaba que la teta tenía sueño y que estaba durmiendo, que al amanecer la teta despertaría y podía volver a tomar. No fue fácil ya que prácticamente no dormí ese mes, pero el comenzó a comprender.
Hoy ya van 3 meses del destete nocturno. Se duerme a las 9 de la noche con teta y aún se despierta una vez como a las 12, pero sólo necesita besos y caricias para dormir hasta las 6:30, hora en que la teta despierta y sigue un largo día de lactancia prolongada a demanda esperando que nazca el hermanito y hacer tándem.

Valeria Lescano y Coralie (destete: 4 años y medio)
Cuando nació Coralie no tenía formado el pezón, fue muy duro, muchos días de llanto y dolor porque no se prendía bien. Pensé que no iba a poder amamantar y eso me angustiaba profundamente. Con decisión y constancia todo pasó y la lactancia se tornó absolutamente orgánica, hermosa. Tomaba lactancia exclusiva y a libre demanda. Era nuestro espacio de goce, cuando nuestra conexión se mostraba físicamente. Cuatro años después, la lactancia seguía fluyendo, aunque ahora ya con un acuerdo mutuo bien aceptado: no tomaba en el colectivo. Pese a las voces en contra cómo "ya está grande", "hay que sacarle", que "la dependencia", que "la socialización", nada me apuraba. Pero cuando la veía tan aferrada a la teta, con tantas tomas al día, cuando le preguntaba cuándo iba a dejar y me contestaba "NUNCA", debo admitir que me generaba dudas de si estaba haciendo mal, en algún momento pensé realmente que nunca iba a dejar... Pero quería respetar sus tiempos. Un día hablando con una amiga me percaté que iban 3 días que no tomaba teta Me sentía rara y con nostalgia. Luego 2 días más y esa noche pidió su "cheche" (así le decía), y me invadió la incertidumbre, no sabía qué hacer, las voces en contra me apuraban en mi mente y le dije que no. No quería que se corte lo que estaba pasando (¡el "famoso" destete respetado!), estaba siendo perfecto y lo arruine. Pero me di cuenta a tiempo y al otro día, en el que a ella la noté con una actitud de enojo, le expliqué que cometí un error y le dije que podía tomar si quería. Esa noche tomo. Luego pasaron 1, 2, 3, 4, 5 días sin tomar y a la noche tomó, y luego 1, 2, 3 días sin tomar y a la noche tomó y luego 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9. "Ya no necesito", dijo una vez. No me lo veía venir y me tomó por sorpresa. De a ratos yo lloraba y ella como si nada. A los 4 años y medio mi pequeña Coralie destetó y nuestra relación sigue hermosa como siempre.

Debbie
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