
Obligado tiene unos doscientos habitantes diseminados en lo alto de una barranca sobre el río Paraná, a 192 kilómetros de Buenos Aires. Es bueno para pescar, acampar y se puede cruzar embarcados a las islas Lechiguanas, en Entre Ríos. Al pueblito rural y pescador, el pavimento que desde hace un año y medio agilizó los 19 kilómetros hasta San Pedro no le trajo un notorio progreso.
Sobreviven dos camping y el tercero está abandonado, aunque se usa como predio libre entre una serie de monolitos que recuerdan la batalla de la Vuelta de Obligado, suceso naval y terrestre donde la flota anglo-francesa derrotó a los defensores de ese recodo del río, el 20 de noviembre de 1854.
De esta manera fracasó la barrera de gruesas cadenas tendidas de orilla a orilla y sostenidas por chalupas y barcas que -a la manera de un rosario gigantesco- intentaba la clausura del río para el enemigo.
En estos días concluye la labor de equipos de arqueólogos que trabajaron donde estuvieron emplazadas las baterías defensoras, mientras un equipo de buzos hurgó en el limoso lecho del río marrón.
Los equipos fueron dirigidos por el arqueólogo Mariano Ramos con apoyo de la Universidad Nacional de Luján, que impulsó el proyecto a partir de un trabajo de investigación histórica de la licenciada Miriam Larosa.
Lanchas y asaditos
Donde estuvo emplazada una de las baterías ahora hay atalaya y un prolijo jardín (con panorama del río surcado por cargueros) contiguo a la modesta casa de Toro Bayo, apelativo del muy campesino Ernesto Torres, hoy con un bote de motor de servicios turísticos. Tres bogas penden de la rama de un limonero mientras Toro Bayo hace el relato de la crisis del campo y su transformación de campesino a marinero.
Por cinco pesos per cápita ahora cruza a los pescadores y el valor incluye el regreso del día siguiente. Son varios los que compiten en ese trabajo. Ofrecen salidas de pesca embarcada y hacen la propia para vender a los acopiadores. Ramón López también transporta pescadores y vende su cosecha escamada.
Con igual propósito están las lanchas de Alberto Bernal, Héctor Salomón, Osvaldo y Diego Villar y la de Juan Carlos Torres.
De los dos camping, Las Cuevas (ex Vuelta de Obligado y que atiende Norma Cebrero) tiene una buena provisión, fogones, mesas y bancos, agua caliente y luz para los acampantes. Cobra 1,50 por el día de uso, 2 pesos por persona acampada (5 pesos por carpa) y otros 2 por estacionamiento (03329-423433).
En Obligado hay almacenes, una modesta parrilla, teléfono público y alquiler de caballos: 10 pesos la hora con pingos de Coco Acosta.
Hacia el río
En el kilómetro 7 desde San Pedro se anuncia el camping y las cabalgatas que ofrece Jorge Sacca (03329-420080), con varias hectáreas que bajan hacia el canal que da al río San Pedro.
Tiene bajada de lanchas a 5 pesos y alquiler de caballos el mismo precio la media hora. Los botes: 15 pesos por el día y 3, la hora. En las hectáreas de su chacra tiene baños y hasta un horno de barro para los acampantes.
Más cerca de San Pedro, un kilómetro de camino de tierra lleva al pulcro restaurante y casa de té La Calandria, con vista al río y un dormy (50 pesos por dos dormitorios) exclusivo.
Cocina la dueña de casa Mirta Garabin, una ex periodista (ahora edita pastas, pollo a la naranja, dorado a la parrilla, locro). Reserva por el celular (03329) 15-691639.
A la Vuelta de Obligado se llega por la ruta a Rosario hasta la entrada a San Pedro (dos peajes de 1,50 y 3,10 pesos), 10 kilómetros hasta el primer semáforo. Allí se dobla a la izquierda, por el camino que lleva al lugar histórico.
Francisco N. Juárez
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