
En la tele esta mañana, presentaban un informe que indicaba que en días como los de hoy, de alerta meteorológico, los telos se llenan casi hasta completar su capacidad, aún en horarios como la mañana.
Acá estoy, tipeando en la compu, una tacita de café acá al lado, una presentación en PowerPoint para animar y tanta, tanta gente en Buenos Aires que la está pasando bomba. Un poquito de envidia, ¿no?
Ahora que lo pienso hace un montón que no voy a un telo, como que siempre termina siendo más cómoda la casa propia o la ajena y por otro lado, hace mucho que no tengo una relación lo suficientemente larga como para tener que "avivarla". Porque el telo es medio "el programa" para la pareja estable o la salida de trampa o el último recurso de los "sin casa propia" como me pasaba cuando era más chica. Pero después están las ñañas: que correr ese acolchado, que el colchón con plástico o goma abajo por razones en las que no quiero pensar, que no pisar la alfombra descalza, que el jacuzzi es un mito a menos que lo llene de lavandina, que de tener las lamparitas de los de CSI y apagar la luz, soy la primera en salir corriendo.
Pero bueno, acá tipeando con mi cafecito y el Powerpoint al lado, pienso que estaría chocha en un telo pasando un buen rato de tener con quién. Entonces me pongo a pensar con quién. Nadie! No tengo nombres en mi lista. Un bajón.
Uy, reunión, me llaman. Allá yo y mis fantasías. Pero estaría buenísimo, ¿o no?
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca



