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Diez laberintos donde querer perderse

Inmensos, estrechos, levantados en árboles o piedra, estos mágicos paseos han fascinado a la humanidad desde tiempos remotos




Umberto Eco los vio como sinónimo del conocimiento de las bibliotecas en El nombre de la rosa. Pero peligrosas: "La biblioteca es un gran laberinto, signo del laberinto que es el mundo. Cuando entras en ella no sabes si saldrás. No es necesario violar las columnas de Hércules".
Desde hace miles de años que el hombre se siente atraído por los laberintos. Los hubo en la antigüedad en China, Grecia, Egipto, Roma. Estos jardines que son caminos hacia el infinito, como fractales adelantados a su tiempo, tienen mucho de iniciático. Defienden con pasión su centro, el sanctasanctórum. Son enemigos de los demonios por medio de sus asimetrías.
"Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad", soñó Jorge Luis Borges, en El Aleph. Hay mucho de soledad en los laberintos, aunque se esté acompañado.
Durante la Edad Media y el Renacimiento fue común que muchos príncipes hicieran levantar los suyos en sus jardines. Era un lugar de sosiego, de amores furtivos y conspiraciones. Hoy encontramos laberintos en todos los continentes y se siguen construyendo, aunque hayan pasado de moda. Hasta tienen su día mundial para homenajearlos, el 2 de mayo, según nos explica la Sociedad de los Laberintos (http:/labyrinthsociety.org), una entidad con socios en muchos países.
"Los dorios curiosos encontraron en las ruinas de Cnosos algunos fragmentos de los frescos de los toros, con muchachos y doncellas, y esto puede haber sido el origen de la leyenda de Minos y de las cautivas atenienses, de Teseo y el Minotauro. En cuanto al laberinto, simplemente se basó en el labrys, palabra no griega, que significa hacha doble, el símbolo que con más frecuencia aparece representado en los muros de Cnosos. En lo que se refiere a la misteriosa maraña de cuartos y corredores del subsuelo del palacio, donde Minos tenía encerrado al monstruoso toro, puede haberse tratado de la historia fantástica contada por algún audaz dorio, que de vuelta a Grecia, así interpretó su excursión por las grandes alcantarillas del palacio (que eran lo bastante grandes para que pudiera pasar un hombre) y que, desde luego, eran cosa desconocida en sus primitivas comunidades." El toro de Minos, por Leonard Cottrell.
Quién sabe si esta interpretación histórica que hace el autor sobre el laberinto más famoso del mundo, el de Cnosos, en Creta, es la real, pero de igual manera, desde tiempos remotos que los laberintos han ejercido una poderosa fascinación sobre los hombres.
Si queremos conocer algunos podríamos elegir entre estos diez. Pero hay muchos más donde perdernos.

Desde el mar Blanco hasta Los Cocos

1- LONGLEAT (Inglaterra): a dos horas en auto de Londres se encuentra uno de los laberintos de setos más largo del mundo. Sus pasadizos tienen un largo total de 2,72 km y cubre una superficie de 0,60 hectárea. Está en Warminster, Wiltshire, en la tierra del séptimo marqués de Bath, que tiene otros atractivos, como ser el palacio de fines del siglo XVI propiedad del noble. Posee una biblioteca con más de 40 mil volúmenes y una galería dedicada a las amantes de los ancestros del marqués. Incluye también un zoológico con animales en libertad. Está abierto de lunes a viernes, de 9 a 17, y el precio de la entrada oscila entre 20 y 28 libras esterlinas. El sitio oficial es www.longleat.co.uk
2- VILLA PISANI (Italia): desde Napoleón hasta Wagner, el zar Alejandro I, Hitler y Mussolini, todos tuvieron en común que pasaron por este palacio que está a 20 minutos de Venecia y a 10 de Padua. La leyenda dice que Napoleón, quien incluso compró la villa, se perdió dentro del laberinto y tuvo que ser rescatado para salir. Está abierto todos los días, salvo los lunes. El jardín es una visita en el tiempo al siglo XIX. Para recorrer la villa, los jardines y el laberinto hay que pagar 10 euros. http:/www.villapisani.beniculturali.it
3- PARQUE DE HORTA (Barcelona, España): Entra, saldrás sin rodeo, el laberinto es sencillo, no es menester el ovillo que dio Ariadna a Teseo. Los visitantes encontrarán esta frase en la entrada del laberinto del Parque de Horta, o Parc del Laberint d’Horta en catalán, formado por cipreses recortados. Se filmó allí parte de la película El perfume. También verán al comienzo un relieve de Ariadna y Teseo. Para salir habrá que recorrer 750 metros. Si se visita miércoles y domingo es gratis. Los otros días, la entrada cuesta 2 euros. Links útiles: http:/bit.ly/1wUF4Ig y http://bit.ly/1GCRUF4
4- HAMPTON COURT (Inglaterra): los laberintos fueron un pasatiempo durante varios siglos, exclusividad de la nobleza. Este palacio se asocia fuertemente con el enorme y libidinoso Enrique VIII, y su conocido y complicado acertijo vegetal fue levantado para un rey posterior, Guillermo III, a fines del siglo XVII. En la actualidad lo visitan unas 350.000 personas al año, que pagan las 4,40 libras de la entrada. Por supuesto, es imperdonable no visitar también el palacio, que sí fue habitado por Enrique VIII. Se encuentra a 30 minutos de Londres en tren. El link oficial es http:/bit.ly/1AgbcOa
5- ASHCOMBE (Australia): con 3 metros, la maraña de setos de este laberinto al que se accede tomando un tren desde Melbourne tiene la particularidad de poseer pasillos muy estrechos. La entrada cuesta 18,50 dólares australianos. El link es http:/bit.ly/1Pu89Jg
6- CATEDRAL DE CHARTRES (Francia): para los peregrinos que no podían llegar hasta Jerusalén, en la Edad Media había caminos alternativos. Por ejemplo, recorrer de rodillas y orando el laberinto sobre la piedra en el piso de este lugar sagrado, uno de los grandes exponentes de la arquitectura gótica. Es un camino de casi 300 metros en una figura circular de 12 metros de diámetro. Por restauraciones no se podrá visitar hasta 2016, pero por lo menos se puede entrar en la hermosa catedral medieval. El sitio oficial es http:/www.cathedrale-chartres.org/
7- LOS COCOS (Argentina): en el país, el laberinto más famoso es el de esta localidad cordobesa. Está a menos de 80 km de Villa Carlos Paz, en el Valle de Punilla, y se destaca por el ámbito serrano que rodea al predio.
8- ISLAS SOLOVETSKY O SOLOVKI (Rusia): para turistas extremos, este archipiélago del lejano Mar Blanco cobija unos 35 laberintos de piedra construidos hace cinco mil años. ¿Quién los hizo? ¿Para qué? ¿Eran parte de un rito iniciático o religioso? ¿Lo utilizaban para algo los pescadores de la región? Tal vez nunca se sabrá. Más información, en inglés, en http:/www.solovki.ca/english/rus.php
9- REIGNAC-SUR-INDRE (Francia): en la región central de la Touraine se halla un laberinto vegetal que asegura ser el más grande del mundo, ya que ocupa 4 hectáreas. Pero tiene además dos particularidades poco frecuentes. La primera, para poder salir hay que resolver el enigma a la inversa. La segunda rareza es que el laberinto, efímero, se planta todos los años con semillas de maíz o de girasol, por lo que puede recorrerse cuando las plantas han crecido lo suficiente.
10- PLANTACIÓN DOLE (Hawai, Estados Unidos): en la isla de Oahu se encuentra uno de los laberintos más grandes del mundo y que ofrece la curiosidad de que los pasillos están limitados por 14.000 plantas de hibiscos, piñas y heliconias. La superficie del predio es de 1,2 hectáreas y los corredores tienen una longitud de 4 km. El que llega más rápido a destino consigue que su nombre se escriba en la entrada. La visita es sin costo y el horario, de 9.30 a 17. Sitio oficial: http: /www.dole-plantation.com

Todo empezó con el Minotauro

No fueron estos seres tan atrayentes como Dédalo e Ícaro con sus alas, Ariadna con su hilo, Teseo ni el Minotauro (mitad hombre y mitad toro), sino la civilización que creció en la isla de Creta y que tuvo en Cnosos su capital, la responsable de dejarnos el laberinto más famoso. Un palacio construido hace casi cuatro mil años y que hoy es uno de los imanes turísticos principales de la isla fue tan magnífico, con sus cientos de ambientes, salones, escaleras y miradores, que parece increíble que haya permanecido en la oscuridad durante varios siglos.
Descubierto en 1878 por Minos Kalokairinos, pero reconstruido durante las primeras décadas del siglo XX por el arqueólogo inglés sir Arthur Evans, merece pasarse en él un día al menos recorriéndolo. La sala del trono, sus frescos, las dependencias reales, las escaleras rituales son algunos de los lugares que no nos podemos perder.
Su ingreso cuesta 6 euros, pero algunos días al año es libre. Su página es http:
/www.heraklion.gr/en/ourplace/knossos/knossos.html
¿Minos, el padre humano del Minotauro, realmente habrá existido y mandado a construir el palacio? Seguramente no, pero cuando lo recorremos y vemos los frescos dedicados a la tauromaquia encontraremos que el mito para sus habitantes originales fue una verdad absoluta.

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