No hace falta recordar lo problemática que resultó la semana última para quienes intentaron viajar desde o hacia distintos aeropuertos argentinos, incluidos Ezeiza y Aeroparque. Las historias de pasajeros varados aquí y allá, sin poder salir de o llegar al país, se multiplicaron a medida que los carteles de cancelado cubrían la última columna de las pantallas de arribos y partidas.
Mientras que para algunos esta inesperada crisis implicó quedarse en casa, en otros casos el viaje era definitivamente impostergable y había que completarlo como fuera. Así, en su visita oficial, el secretario general de la ONU debió aterrizar en Córdoba y trasladarse desde allí en ómnibus a la Capital. El miércoles último, La Nacion publicó en su tapa la irrepetible foto del coreano Ban Ki-moon (en esta página), para quien los salones VIP y las primeras clases de los aviones deben ser como un segundo hogar, en pleno desayuno en una estación de servicio de la autopista.
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Para Natalia Rodoni, ejecutiva de una de las principales agencias de publicidad del país, también era fundamental llegar a destino. En su caso, Cannes, Francia, donde actuaría como jurado en la nueva edición del tradicional festival creativo de esa ciudad en la Costa Azul. Descartada la posibilidad de volar desde Buenos Aires, Natalia emprendió, sin duda con profunda vocación, este itinerario: desde Buenos Aires tomó un micro hasta Puerto Iguazú. De allí cruzó la frontera hacia el aeropuerto de Foz do Iguaçu para volar a Río de Janeiro, donde conectaría con otro vuelo a Fráncfort. Desde Alemania, finalmente abordaría un avión hasta Niza, ciudad a sólo 36 kilómetros de Cannes. Dos días completos de verdadero turismo aventura, twitteramente documentados, palmo a palmo, en #rodmovie.
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El músico norteamericano, residente en Brasil, Victor Rice, llegó la semana última a Buenos Aires con la misión de resolver apenas un trámite legal en cuestión de horas. Cuatro días después continuaba alojado en un hotel de Bartolomé Mitre y Cerrito, tratando de no atrasarse demasiado con el trabajo pendiente. "Estoy gastando mucho más dinero del que pensaba, pero a la vez conocí muchos músicos argentinos, tuve reuniones de trabajo y hasta grabé con amigos", contaba, resignado, durante una jornada en la que había ido y vuelto de Ezeiza al hotel, con equipaje armado, pero pasaje sin fecha confirmada.
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Uno de los lugares de la Argentina más afectados por las cenizas del volcán Puyehue es Villa La Angostura, con consecuencias para sus habitantes mucho más complicadas que la suspensión de unas vacaciones o una reunión laboral. De allí justamente había salido, el fin de semana último, Gustavo Fernández con mujer (portuguesa) e hijo para, desde Ezeiza, embarcarse hacia Madrid y Lisboa. La primera noticia que tuvieron en el aeropuerto internacional fue que su vuelo se había cancelado. La segunda, que podrían viajar recién el viernes 24, diez días más tarde que la fecha original.
Fernández, radicado hace 25 años en La Angostura, había dejado atrás una ciudad a punto de ser declarada zona de desastre. De hecho, antes de salir, cerca estuvo de quedar atrapado con su propia lancha en un gris y pantanoso lago Nahuel Huapi. Costaba entonces irse en semejantes circunstancias, pero a la vez el viaje a Portugal, país natal de su esposa, estaba planeado desde hacía tiempo. Providencialemente, el único vuelo de la compañía en cuestión que salió por esos días tuvo de pronto 80 asientos libres, gracias a un contingente que por alguna razón desistió de ir a Europa, y los Fernández pudieron viajar a reencontrarse con sus parientes portugueses.