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Dos en uno para la vida de campo en San Pedro

La estancia El Viejo Abuelo y la Posada La Santina, dos alojamientos dentro del mismo establecimiento, proponen actividades de turismo rural y mucho descanso




La estancia El Viejo Abuelo y la Posada La Santina de San Pedro, 160 km al norte de Buenos Aires por la ruta nacional 9, ofrecen una propuesta distinta ligada a la vida de campo. Su originalidad consiste en lograr dos modalidades diversas de alojamiento dentro de un mismo establecimiento de 500 hectáreas: casas en la primera y hotel de turismo rural con habitaciones en suite en la segunda, distantes a 4 km. El camino de tierra atraviesa el campo ondulado de duraznos, sembradíos de soja, lagunas artificiales y tambo, permitiendo unir ambos cascos a pie, en bicicleta o a caballo.
La estancia El Viejo Abuelo cuenta con dos casas de campo acondicionadas para tres o cuatro personas. El parque-jardín ostenta sus prolijos canteros de flores, sus coronas de novia, el perfume del azahar cuando florece. Allí también funciona el quincho común, un salón ambientado con antigüedades y una barra de estaño donde se desayuna y almuerza en caso de desearlo.
Cada casona posee cocina, vajilla completa, parrilla externa y televisión: se puede pedir la comida o cocinar. "Principalmente, el turista viene a descansar. Busca el lugar por la tranquilidad, los pájaros, la naturaleza. No hay multitudes ni actividades programadas", cuenta Nazarena Alfonso, encargada de la estancia.
En la actualidad, los boxes del haras cobijan a 20 caballos de polo. La cercana pista de vareo ofrece el espectáculo de los entrenamientos diarios. Un poco más lejos, un bosque con laguna artificial atravesada por puentes y glorietas invita a largas caminatas.
Además de los caballos de polo hay cuatro ejemplares criollos para las cabalgatas de los menos acostumbrados, que duran entre 30 minutos y 2 horas, generalmente uniendo los dos campos. Andrés Carelio, de 23 años, muestra cómo cuidan de Milagros, una potranquita nacida hace dos semanas alimentada con mamadera; la madre murió en el parto. La pequeña yegua nos sigue por todo el predio lamiendo nuestras manos.
"La inseminación es natural. Apenas nacen, los animales toman sólo leche, tratando que de a poco vayan agarrando el verde. Luego les hacemos una doma de abajo: los manoseamos sólo para que se entreguen a uno, hasta que los llevamos a Luján, donde terminan el amansamiento", cuenta Carelio.
La huerta presume su verdor de primavera: repollo, cebollas de verdeo, perejil, lechuga morada. Lindera, la quinta de frutales: higueras, naranjos, limoneros, durazneros; nada se pierde, todo se cosecha para comer o hacer dulce. Faisanes, pavos reales y chanchos se ven en las jaulas de una granja en parte deshabitada.
Detrás de la casa, los huéspedes descansan en la pileta o juegan en la cancha de voley y fútbol. Fabiana Soria los atiende. Su marido, el encargado del campo, Gustavo Arzamendia, atiende todas las cuestiones ligadas a los animales, la agricultura, el parque: "Todos hacemos todo", aclara.
Incluso lleva a los turistas a ver la laguna en construcción y la cosecha del primer durazno, con pelusa picosa y no muy dulzón que suele verse en esta época. Nada más delicioso que saborearlo recién cosechado junto a la planta, abriendo las piernas para que el jugo caiga sobre la tierra.
"Tenemos el privilegio de oler la flor de azahar, el aroma a mandarina, las moras… Cuando se acaba la mora llega la ciruela, que está a punto, y así siguen los ciclos de la vida", cuenta Fabiana.
Hasta hace poco funcionó una fábrica de quesos de leche de cabra en La Santina. Este emprendimiento puede verse al costado del camino interno. El clima no fue propicio para las cabras, que precisan monte, entre otras razones por las que decidieron cerrarlo.
El asado se cocina con la madera de la tala de los naranjos, el ligustro y algo de quebracho, mismo combustible que alimenta el horno de barro. "Tampoco sabría cómo hacerlo con carbón", ríe Gustavo.
La cocinera Selva Alemán prepara pastafloras de membrillo y dulce de leche para el desayuno, empanadas para el mediodía o para llevar a las casas y comer en la intimidad, tartas, carnes... Las comidas vienen acompañadas con generosas jarras de jugos naturales de naranja y pomelo recién exprimidos.
Ella trabaja desde la luminosa cocina de la Posada La Santina (a 4 km del Viejo Abuelo), con 7 habitaciones con baño en suite, desayunador con Direct TV y living común.
Finalmente, el viajero no podrá irse de la zona sin dar una vuelta por la ciudad de San Pedro, su bellísima costanera y sus museos. Sin olvidarse de la ensaimada, para ir saboreándola por el camino de regreso.

Una ciudad con aires de pueblo chico

La ciudad de San Pedro conserva el hechizo de los pueblos chicos a pesar de la profusión de motos, las aún sagradas siestas de sol, su plaza Constitución tapizada de flores amarillas de primavera, las calles adoquinadas. El importante puerto con salida al río Paraná y las barrancas ofrecen la vista a las aguas de la laguna de San Pedro y el canal Don Pablo, sólo interrumpidas por sus misteriosas islas.
El casco histórico de la ciudad es ideal para recorrerse a pie; todo queda muy cerca. Los bellos frentes y parte de los interiores de la llamada Casa Más Antigua, el Palacio Municipal, el Castillo Francés, la Sociedad Rural, la Biblioteca Popular Rafael Obligado –inaugurada en 1872: de las bibliotecas fundadas por la ley Sarmiento de 1870 sólo existen en la actualidad cuatro y ésta es la más antigua de todas con 45.000 volúmenes–, la Escuela Número 1 y la Iglesia Mayor, entre otras construcciones, se preservan de modernismos y defienden el esplendor de antaño.
La iglesia se inauguró en 1872 bajo la advocación de la imagen de Nuestra Señora del Socorro, cedida a los frailes franciscanos con el compromiso de que sería la patrona del pueblo.
El paseo de la Costanera se puede realizar por arriba –una de las mejores vistas se encuentra en la plazoleta Fray Cayetano Rodríguez– o por los bajos de las barrancas. A 21 km si el tiempo le alcanza no deje de conocer el Sitio Histórico y Reserva Provincial Vuelta de Obligado, donde aconteció la histórica batalla de las fuerzas de Juan Manuel de Rosas al mando de Lucio Mansilla contra la flota naval anglo-francesa, en 1845.

DATOS UTILES

Estancia El Viejo Abuelo-Posada La Santina Ruta 9, km 153,5, San Pedro. Tel. 03329-49899 o 5245-5464 o 15 5306-2355, www.altovivendo.com.ar
Día de campo: $ 230 por persona. Incluye almuerzo y actividades.
Una habitación en La Santina, $ 675 en base doble con desayuno (para dos personas).
Una casa de campo para dos personas con desayuno y actividades en la estancia El Viejo Abuelo, más late check out a las 16 (en ambos lugares), $ 890.
Más información: www.sanpedro.gov.ar

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por Redacción OHLALÁ!


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