Estoy desde el alba mirando sitios de venta on line, buscando regalo para mi papá.
Ya pasé por indumentaria, electrónica y herramientas. Aún no me decido. Creo que por ahora va ganando un aparatito para sincronizar el teléfono con la computadora.
O una camisa, ya me perdí.
Papá es un tipo serio. Ahora le dio por aggiornarse en lo que a tecnología se refiere y anda frustrado todo el día porque no le sale todo tan rápido como quisiera.
Me llama mil veces para hacerme consultas, pero cuando lo hace es porque hace horas que está probando cosas, así que siempre lo agarro malhumoradísimo y negado. Me hace reir.
Creo que hace un par de años que empezamos a relacionarnos como personas. Antes sólo nos unía el vínculo padre-hija. No había ningún otro tipo de acercamiento.
Lo cierto es que yo nunca me había preocupado por conocerlo. "Es mi papá, no sé", pero resulta que nos llevamos bárbaro. Somos bastante parecidos. De hecho, fue todo un shock cuando me di cuenta de que me había pasado toda la vida diciendo "yo soy igual a mamá" y no era tan así.
Mi padre tiene muy linda voz.
No es buenmozo, pero tiene percha y la ropa le queda genial.
Tiene un oído prodigioso.
Es muy gracioso, sobre todo cuando intenta no serlo. Es gracioso en serio.
Mi papá es zurdo para escribir (y para pensar, a veces también).
Podría vivir a golosinas y mermelada de frutillas BC.
Es bueno y habla mucho. Se ceba y te quema el cerebro.
Es fanático de los nietos y le cuenta a todo el mundo cosas sobre ellos.
Este domingo comeremos lasagna, su comida preferida. Aunque todos sabemos que sólo es una excusa para llegar al postre.
Mi papi.