
El arte de comprar libros, CD y DVD
Las mejores librerías y disquerías norteamericanas para buscadores de ofertas y rarezas, de costa a costa
19 de agosto de 2007
Lo primero que debe tener en cuenta todo viajero dispuesto a aprovechar las muy atractivas posibilidades que ofrece Estados Unidos para llevarse a casa libros y música grabada a precios muy accesibles es el tiempo. Recorrer negocios de dimensiones monumentales y dejarse llevar por las seductoras ofertas que nos esperan en anaqueles, estanterías y bateas puede exigirnos largas horas, que pasan sin que nos demos cuenta, y hasta días enteros, sin exagerar.
Ante todo, hay que estar atento a las ocasiones que ofrecen las grandes cadenas como Barnes & Noble y Borders, cuyos locales están presentes y estratégicamente ubicados en todas las grandes ciudades. Lo mejor es dirigirse directamente al sector identificado como Bargain books (libros rebajados), con ejemplares muy convenientemente separados por categorías y géneros. Aquí hay de todo: desde voluminosos ejemplares de tapa dura con relatos de ficción, historia y ensayos hasta textos de cocina, autoayuda y entretenimiento, con reducciones que superan en la mayoría de los casos el 50 por ciento del precio original.
Los libros ilustrados suelen tener precios muy atractivos, aunque esta invitación a priori irresistible debe compatibilizarse con el espacio disponible en las valijas. Pero entre todas, el área imperdible es la dedicada a los textos infantiles, que en muchos casos incluyen accesorios -juguetes, soportes fílmicos, grabaciones- que hacen más atractiva la posibilidad de compra, ya que en muchos casos el precio final está por debajo de los diez dólares.
Fuera de estas cadenas, hay ciudades con librerías independientes cuya visita merece incluirse dentro del plan de paseos y recorridos. Es el caso de Stacey s, en la céntrica Market St., de San Francisco, o la espléndida Book Soup, en pleno Sunset Strip de Los Angeles. Ambas tienen espacios con excelentes rebajas, pero en este último caso se hace difícil encontrar abierto fuera de los fines de semana el local anexo con libros a mitad de precio.
En Nueva York, un destino obligado e imprescindible es la gigantesca librería Strand, 12th Street y Broadway, cuyo logo identificatorio habla de 18 millas de libros nuevos, usados, raros y fuera de circulación . No exageran en lo más mínimo y difícilmente quien llega allí se vaya con las manos vacías.
Grande, Amoeba
Barnes & Noble y Borders cuentan con pisos enteros dedicados a la venta de discos compactos y DVD, a los que puede recurrirse en caso de apuro gracias a su nutrida oferta, pero en general no se ofrecen rebajas o descuentos visibles, salvo en casos contados. Por eso, los coleccionistas y compradores de música deben buscar otros horizontes para llevar en sus alforjas más por menos.
En este sentido, el destino ideal de quienes andan por Nueva York es Discorama, con tres pequeños locales en los que cada título disponible en CD se ofrece a 9 dólares con 99. Al tratarse de espacios reducidos, hay que acercarse al mostrador y pedir lo que uno específicamente anda buscando, ya que no todo está a disposición del público para revolver y curiosear. Los locales de Discorama están en el West Village, 186 4th Street; Union Square y muy cerca de la New York University, en el 44 de la 8th. Street.
En cambio, los que tengan la suerte de andar por la Costa Oeste podrán disfrutar de un lugar de características excepcionales. En Los Angeles y San Francisco está Amoeba Music, bajo cuyo techo hay millones de CD y DVD nuevos y usados, a precios muchas veces asombrosos (a partir de los dos dólares). Toda una invitación a pasar horas y horas revolviendo bateas con liquidaciones permanentes, descuentos que alcanzan hasta las ediciones únicas o agotadas en todos los géneros, desde la música clásica hasta el trash.
En Los Angeles, Amoeba ocupa toda una manzana de la zona de Hollywood, con estacionamiento incluido, en el 6400 de Sunset Boulevard y su cruce con Cahuenga, frente al edificio de la CNN. Y en San Francisco está muy cerca del Golden Gate Park, en el 1855 de Height St., en el extremo de una arteria pletórica de bares, cafés y espacios contraculturales.
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