
Publicado por Silvio
Antes de que me digan que siempre hablamos de lo malo, o que nos tenemos que separar, etcétera, aclaro que si en este blog hacemos más foco en la diferencia es porque nos surge más contar eso que lo otro y además nos parece que son temas que dan más para el debate... Es medio raro tener que convencerlos de que sí nos queremos y nos gusta vivir juntos, pero bueno, es así. Lo que pasa es que quizás es más productivo lo otro.
Dicho esto, me meto en el tema de las peleas, del que ya hablamos alguna vez. Como toda pareja, con Silvia nos peleamos por muy diversos temas. Algunos serios, la mayoría pavadas. La convivencia aportó muchos de esos tema-pavada y pocos de los otros, por suerte.
Pero como ya contó Silvia, yo soy poco confrontador. No me gusta la pelea por dos motivos:
a) porque no la disfruto, no me gusta ese momento, creo que saca lo peor de uno y que llena todo lo demás de negatividad. Me arruina el resto de las cosas. Me quedo pensando en las cosas que nos dijimos aún después (por ejemplo, en la ducha) e incluso tras habernos "amigado".
Si nos peleamos de mañana (por cierto, no se lo recomiendo a nadie), en el trabajo me peleo con todos y hago pésimo mi trabajo. Si nos peleamos de noche, duermo mal y me da bronca estar durmiendo al lado de la persona con la que estoy peleado. Conclusión: hay que pelearse a la tardecita-noche, en función vermouth (ahí me salió otro viejazo).
Yo siento que a veces Silvia disfruta de pelearse, y hasta a veces busca pelearse. Me provoca con comentarios que sabe que me irritarán y si no engancho, pasa al siguiente tema.
b) porque soy malo peleando. Al menos malo en comparación con Silvia (y me atrevería a decir que en comparación al resto de las mujeres). Ella es una máquina de recordarlo todo y de saber echártelo en cara en el momento exacto. Es muy buena para ejemplificar con eventos específicos del pasado sus teorías y defender su posición. Es hábil para atar un argumento con otro. Cuando nos amigamos, y yo le puedo confesar que ella es mejor peleadora que yo, ella me hace una pregunta que me vuelve a irritar: ¿Y no te dan ganas de aprender un poco?
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