El Bolsón: donde se guardan leyendas y realidades

Año tras año, un número cada vez mayor de viajeros de todo el mundo visita este rincón de la Patagonia cautivado por su belleza y su inconfundible halo de misticismo.

Hasta no hace muchos años, llegar a El Bolsón no era tarea sencilla. Ya fuera por la precariedad de los caminos o los rigores del clima patagónico, esta pequeña ciudad cordillerana gozó de un relativo y saludable aislamiento.

Poblada inicialmente por colonos alemanes que llegaban desde Chile, fue recibiendo con el tiempo a inmigrantes europeos que convirtieron la zona en un importante centro agrícola especializado en lúpulo y frutas finas.

Pero fue a partir de fines de la década del 60, con la llegada de los hippies que venían atraídos por las energías cósmicas y telúricas del lugar, que la sociedad de El Bolsón encontró su carácter único y particular.

Entre las historias reales y fantásticas que se han tejido en la fabulosa urdimbre de la gesta bolsonera hay tres que resultan muy pintorescas.

Una es la que da cuenta de un incalculable tesoro enterrado en el cerro Fortaleza por el cacique Foyel. Otra es la de un fallido intento de fundar una república de El Bolsón. La tercera y más memorable es la que inventó el sheriff norteamericano Martin Sheffield, a comienzos del año 1900, cuando aseguró haber visto un plesiosaurio vivo en la laguna de Epuyén. Como estos reptiles gigantescos se habían extinguido hacía sesenta y cinco millones de años, la noticia conmocionó al mundo científico.

Los gobiernos argentino y norteamericano organizaron una costosa expedición a la zona que, por supuesto, resultó infructuosa.

Los atractivos principales de El Bolsón se encuentran en sus montañas. El cerro más importante del lugar es el Piltriquitrón (Colgado del cielo), una imponente mole de piedra que domina el valle. Hay un mirador al cual se puede acceder en vehículo y un refugio del Club Andino, al que se llega caminando. Desde allí se tienen imponentes vistas de la cordillera de los Andes. El Piltriquitrón es también punto de despegue de los vuelos en parapente y hogar del Bosque Tallado, un conjunto de esculturas talladas en árboles quemados por distintos artesanos del país.

Otro cerro importante es el Perito Moreno, muy visitado en verano por trekkers y en invierno por esquiadores. Posee un centro de esquí y un refugio de montaña muy equipado.

Camino al cerro se pueden conocer dos cascadas: la cascada del Mallín y la cascada Escondida, enmarcadas en bosques donde se combinan árboles nativos como el coíhue y el radal con otros, como el cerezo y el castaño.

Para los caminantes, las posibilidades son casi infinitas: acompañar el curso de los ríos hasta sus nacientes cordilleranas, internarse en la montaña en busca de refugio y aventuras, o visitar los gigantes de hielo que duermen en las altas cumbres. Por otro lado, El Bolsón es el sitio ideal para hacer base si se quiere visitar los parques nacionales Lago Puelo, Los Alerces e incluso el Nahuel Huapi.

Finalmente, la Feria Artesanal ocupa un lugar destacado dentro de los atractivos de El Bolsón. Desde hace casi 25 años se dan cita aquí músicos y finos artesanos que trabajan la madera, la arcilla, el cuero o el metal con productores de fruta fina y alimentos orgánicos conformando una de las ferias más completas de América del Sur.

En avión desde $ 500
A Bariloche, ida y vuelta, con tasas e impuestos.

En ómnibus desde $ 200
A Bariloche, ida y vuelta. Desde allí en ómnibus hasta el Bolsón (10 pesos).

Hostería $ 25-50
Habitación doble, con desayuno.

Oficina de Turismo de El Bolsón, (02944) 492604. Casa de Río Negro en Buenos Aires, Tucumán 1916, 4371-7078/7273.

Cerveza, frutas, lácteos y hortalizas

En los últimos años, y en concordancia con las necesidades de esta época, mucha gente de El Bolsón se ha dedicado a la producción orgánica y a la elaboración artesanal de alimentos. Cerveza casera, harinas, conservas, licores, lácteos, frutas y hortalizas son algunos de los productos que más se ven en la zona.

La Feria Artesanal es el lugar indicado para conseguir frutas y verduras orgánicas. En la mayoría de los bares de la ciudad pueden degustarse las cervezas artesanales y en los campos de los alrededores, conocer los emprendimientos agrícolas.

En la zona de Mallín Ahogado, camino a la cascada del Mallín y al Cajón del Azul, hay dos sitios que vale la pena visitar. Uno es el bar lácteo de Los Suabos, donde se sirven tortas acompañadas de unos exquisitos yogures artesanales elaborados con frutas de la zona (frambuesa, rosa mosqueta, cereza).

Muy cerca de allí se encuentra Paihuén, un pequeño establecimiento donde una familia volcada al autoabastecimiento elabora productos lácteos orgánicos. En las meriendas de campo que sirven se destacan el yogur, los quesos y la manteca, que superan en forma amplia en sabor y calidad los producidos industrialmente.

Alejo Schatzky