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El buen gusto cuesta caro

Tentaciones: si bien es considerada una de las ciudades más costosas, existe un rango amplio de productos y servicios para todos los bolsillos.




TOKIO.- Luego de superar los embates del jet lag y amoldarse a la diferencia horaria de 12 horas -recuperar el ritmo al regreso es más duro todavía-, pueden ir descubriéndose los múltiples aspectos de esta ciudad y, porque no, comprobar hasta dónde son ciertas las cosas que comúnmente se creen sobre ella.
Tokio es cara; probablemente sea uno de los lugares más costosos del mundo y, sin embargo, su oferta hotelera, gastronómica y de consumo tiene un rango amplísimo, que puede adaptarse a todas las categorías de turismo.
En lo que a hospedaje se refiere, es posible encontrar habitaciones de hotel cómodas y bien abastecidas, aunque pequeñas, por valores que oscilan entre los 80 y los 120 dólares -en casi todos los casos con desayuno incluido-, aunque si las exigencias son mayores, los precios pasan rápidamente al orden de los 250 a 300 dólares y alcanzan valores de escalofrío cuando de lujo se habla.
Otro tanto ocurre con los restaurantes. La variedad de la cocina japonesa es amplia -las diferentes preparaciones de pescado son el fuerte- y la oferta internacional es ilimitada.
Dependiendo de la zona de la ciudad, pueden encontrarse buenos restaurantes a precios razonables (desde 15 dólares), pero si la elección es uno de los lujosos lugares que se encuentran en Ginza, el distrito más exclusivo de la ciudad, la adición puede trepar a cifras de escándalo.
Una característica llamativa y distinta de gran parte de los restaurantes es que la mayoría -sobre todo los más económicos- exhibe en sus vidrieras réplicas de los diferentes platos que se sirven hechas en plástico.
Las especialidades culinarias del país del Sol Naciente tienen su punto fuerte en las preparaciones a base de pescado y vegetales: el fugu, los okonomiyaki (panqueques) o el conocido sushi son algunas de las opciones.
También hay preparaciones tradicionales basadas en finas fetas de carne, como el sukiyaki o el shabu shabu, que pueden deleitar y sorprender a los paladares más exquisitos.
Claro que la cocina internacional también tiene su lugar en la capital que, dicen, cuenta con el mayor número de restaurantes en todo el mundo.
En Tokio es difícil sustraerse a la tentación de las compras, principalmente porque la oferta es abrumadora.
Una buena manera de interiorizarse de los precios en la ciudad es, por ejemplo, visitar los supermercados y comercios en los que se abastece la gente, donde un par de buenos tomates o un canastito con dos o tres peras o manzanas pueden costar de 3 a 4 dólares.
Claro que las compras de cualquier turista fácilmente pueden orientarse a la electrónica, la fotografía o la informática, y se debe estar muy atento porque el estándar de consumo interno es altísimo y los precios en estos rubros pueden ser sensiblemente más bajos en otras capitales del mundo -es sabido que una buena cámara fotográfica japonesa puede resultar mucho más barata en Nueva York-.
Sin embargo, en una exhaustiva caminata por Akihabara, el distrito que concentra la mayor cantidad de este tipo de artículos, puede resultar muy provechosa.
Otra tentación son las perlas, que pueden comprarse a buenos precios en locales de distritos como Shinjuku o Shibuya.
Allí también son un atractivo las artesanías provenientes de todos los rincones de las islas, como muñecas, cerámicas y artículos de laca, grabados en madera o linternas de papel.
Juan Santa Cruz

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por Redacción OHLALÁ!

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