El catalán errante

Todos se sorprenden cuando dice que cumplió 62 años. Aparenta unos diez menos; bien vividos, con canas y arrugas y más huellas, pero diez menos. "Hacer unos pocos minutos de ejercicio liviano por día. Y comer de todo, pero en pequeñas cantidades. No hay que privarse de nada, ni siquiera de unos puritos; pero mejor evitar el cigarrillo", resume respecto de su estrategia para la juventud. La hondureña de por lo menos 30 años menos, a su lado, de algún modo certifica la fórmula. Casi nunca habla y sólo se inmuta cuando su pareja menciona la AK47. Ahí tampoco pronuncia palabra, pero sí baja la vista, se muerde un labio y dice que no con la cabeza.

Hace un tiempo, Joan no se sentía nada bien con la vida. Era gerente de un banco español, ganaba mucha pasta, pero estaba harto del trabajo y había jurado que a los 45 colgaría todo. "Tardé un poco más, pero lo hice: renuncié y me fui a Honduras, donde había estado de más joven y siempre había querido regresar para quedarme", cuenta mientras comemos en el coche restaurante del Al Andalus, clásico tren turístico que recorre Andalucía. Los olivares de Jaen desfilan por las ventanillas en fastforward .

La loca historia de Joan empieza mucho antes del banco, sin embargo. De una familia de clase baja, en Gerona, para entrar a una cancha de fútbol por primera vez no tuvo otra opción que convertirse en vendedor de helados ("Vendí sólo dos porque era muy pequeñito y no lograba hacerme ver"). Poco después, ingresaría en la carrera bancaria por la puerta grande..., como portero, justamente.

Mientras conversa, el catalán no deja de retratar en un papelito cualquiera, pero con una elegante pluma, a unos pasajeros sentados más allá. Un vasco también bancario, pero aún activo y evidentemente más pragmático, va al grano y le pregunta a qué se dedica. Como si tal cosa, le contesta que colecciona monedas de la República Federal de Centroamérica, fugaz federación que integraron, apenas entre 1824 y 1839, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Un hobby caro y difícil, sin duda, pero que no satisface en lo más mínimo al vasco, que no termina de entender de qué vive Joan. "Bueno, colecciono monedas y..., me dedico a vivir", trata de completar el catalán.

"Pensé que tendrías algún negocio turístico, una hostería", le confiesa el vasco, vencido, a lo que Joan argumenta que a esta altura no quiere ataduras de ningún tipo. La hondureña observa todo seria, sin intervenir. Y el vasco tampoco dirá mucho más, pero se le nota que piensa cuál será la verdad detrás del catalán errante al que jamás volverá a ver una vez que se baje del Al Andalus en la estación de Santa Justa.

En Viena se inauguró Neko (gato en japonés), un café donde los clientes pueden ir acompañados por sus felinos. Por supuesto, los perros no son bienvenidos.

En el bar del famoso hotel Cipriani de Venecia dos bebidas de la carta fueron creadas por el actor: Buona Notte y Nina's Special, para un brindis especial.

Según una encuesta realizada por Skyscanner a mil pasajeros, el mejor lugar para sentarse en el avión es el asiento 6A, con ventana, obvio.