
El D.F. para principiantes, un circuito sobre ruedas
El Turibus, ómnibus que recorre el centro histórico y los principales barrios, es una buena opción para una aproximación a la ciudad
30 de noviembre de 2008
CIUDAD DE MEXICO.- No hay nada más turístico que recorrer una ciudad en un ómnibus panorámico, audioguiado y colmado de gente con cámaras colgadas al cuello. Y si ese ómnibus se llama Turibus, bueno, ni hablar.
Aunque si usted está en Ciudad de México sería bueno hacer una excepción, dejar los prejuicios a un lado y treparse al Turibus. Porque al fin y al cabo, tratar de abarcar por cuenta propia una ciudad de las dimensiones del D.F. - la segunda más grande del mundo, detrás de Tokio - es más que un desafío. Una aventura de locos, en todo caso.
Entre las principales ventajas del double decker - que como su par inglés, también es rojo - se cuenta el hecho de que se puede subir y bajar en las paradas todas las veces que uno quiera, durante todo un día (el ómnibus pasa aproximadamente cada media hora por cada una de las 24 paradas). Además, es mucho más seguro que el taxi o el subte, no es caro (entre 10 y 11,50 dólares) y el segundo piso, al aire libre, ofrece una vista novedosamente amplia de la ciudad.
El paseo está bien para tener una primera aproximación al D.F., una suerte de orientación para saber dónde volver en los días siguientes. Pero vale la pena bajarse en más de un punto del recorrido, que atraviesa las principales arterias de la metrópoli y sus monumentos, paseos, zonas históricas, barrios chic y no tanto.
A la cabeza de las paradas obligadas, claro, está el Zócalo. En esta explanada gigante, que nadie llama Plaza de la Constitución, palpita la vida de la ciudad. Es también un gran espectáculo en sí, donde todas las obras suceden a la vez: chamanes envueltos en una nube de incienso que practican curaciones; hombres emplumados que ensayan danzas aztecas frente a la catedral metroplitana; albañiles, plomeros o electricistas que ofrecen sus servicios en la calle; otros que prefieren lucrar con los baños públicos (los dobleú ce o WC, abreviación que anuncian a todo pulmón); grupos escolares que visitan los espléndidos murales de Diego Rivera en el Palacio Nacional... Y, aunque hace rato que los partidarios del derrotado López Obrador abandonaron el Zócalo, todavía hay un stand de recolección de firmas para impugnar las elecciones de hace... dos años.
Lejos del bullicio del centro, el Turibus enfila después hacia Chapultepec, un bienvenido remanso verde en una ciudad famosa por su polución ambiental. El parque es, por cierto, enorme: en sus 686 hectáreas alberga, además de lagos y bosques, un zoológico, nueve museos - entre ellos el imperdible Museo de Antroplogía - y el castillo de Chapultepec, formidable construcción barroca y neoclásica que fue residencia de virreyes, del emperador Maximiliano de Habsburgo, y de una seguidilla de presidentes y dictadores.
Más allá de Chapultepec, el inconfundible ómnibus descapotable también se abre paso por otras zonas arboladas, con Polanco y La Condesa entre las más conocidas. La primera se distingue por sus negocios de apellidos ilustres (Fendi, Cavalli, Vuitton, etcétera), sus restaurantes gourmet, sus calles residenciales, sus precios intimidatorios.
La Condesa, en tanto, vendría a ser algo así como el Palermo SoHo local, un barrio joven y bohemio con mucho bar, librería, tienda de diseño, galería de arte, loft y arquitectura de vanguardia.
El audio del Turibus - que es pregrabado y está en cinco idiomas - relata que en 1704, la antigua hacienda de Santa María del Arenal fue adquirida por la familia de la condesa de Miravalle, de cuyo título tomó el nombre el barrio o colonia (actualmente, el casco de la hacienda es sede de la embajada rusa).
Aunque el Turibus no llega a Santa Fe, otros de los barrios de moda de la capital mexicana (y que solía ser el basurero del D.F.), el éxito del servicio - con 700.000 turistas por mes - hizo que se inaugurara una nueva ruta en el sur de la ciudad. Entre los puntos fuertes del circuito se destacan Coyoacán y San Angel, dos zonas tradicionales de calles empedradas, antiguas casonas, plazoletas y jardines. Los fines de semana, la plaza de Coyoacán se llena de artistas, lectores de tarot, hippies, intelectuales, músicos y vendedores de tacos. Por lo demás, la Casa Azul, la misma en la que vivieron Frida Kahlo y Diego Rivera, es un imán para turistas en cualquier día de la semana.
En el cercano San Angel, las principales atracciones también hay que buscarlas en el Museo-Estudio Diego Rivera y en la feria de los sábados, de contagioso ambiente festivo. Al igual que Coyoacán, San Angel fue un suburbio que acabó engullido por el Distrito Federal, aunque no perdió ni una gota de su esencia colonial. Es una de las paradas del Turibus en la que sería pecado no bajarse y descubrir sus rincones.
Cuando el ómnibus completa todas las paradas vuelve a empezar con su paseo circular. Sería bueno decir que, como el D.F., no se agota nunca. Pero no es cierto: a las 21 apaga el motor. Eso sí, a las 9 del día siguiente está de vuelta al ruedo, intenso y rebosante de energía. Como el D.F.
Datos útiles
- El Turibus comenzó a operar en septiembre de 2002 y desde entonces recorre el circuito Chapultepec-Reforma- Centro Histórico todos los días del año, a excepción del 25 de diciembre y el 1° de enero, de 9 a 21.
- Cuenta con 71 asientos, acceso para personas con discapacidad y un sistema de audio en cinco idiomas: inglés, francés, italiano, alemán y español.
- El costo por persona es de $ 100, de lunes a viernes, y 115, los fines de semana (10 dólares y 11,50, respectivamente). Los niños de 5 a 12 años y los mayores de 60 pagan 50 pesos.
- Cada boleto tiene validez de un día, y se puede subir y bajar en las 24 paradas del recorrido con el mismo ticket. Si se hace de corrido, el circuito dura tres horas, aproximadamente.
- En Internet: www.turibus.com.mx
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