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El espíritu andaluz vibra en Sevilla

A orillas del Guadalquivir, esta ciudad combina extensos recorridos culturales con noches de tapas y alguna copita de jerez




SEVILLA.- Mimada por el sol y heredera del fructífero intercambio ente las culturas musulmana, cristiana y judía, Sevilla es el paso obligado de cualquier recorrido por el sur de España.
Apenas llegados, tres detalles llaman la atención de los turistas: la suavidad del clima, los naranjos que colman las calles y la infinidad de palomas (casi todas curiosamente blancas) que conviven con los sevillanos.
También son tres las visitas para un primer acercamiento a la ciudad: la catedral, con la célebre Giralda; los Reales Alcázares y el barrio Santa Cruz. Todo invita a recorrerlo a pie; en especial, la cercanía con el casco céntrico.

Un símbolo del lugar

Para llegar a la catedral hay que sortear la Plaza Virgen de los Reyes, los numerosos carros tirados por caballos que se detienen allí y, sobre todo, el persuasivo: "¿Quieres dar un paseo por la ciudad?" de sus conductores andaluces.
Apenas transpuesto el portón de entrada, el visitante se encuentra en el Patio de los Naranjos, mudo testigo del origen musulmán del lugar.
Es que el edificio, cuya construcción comenzó en 1401, se emplazó sobre una mezquita del siglo XII. En la bella fuente ubicada bajo los árboles del patio, por ejemplo, los seguidores de Alá debían lavarse las manos y los pies antes de ingresar en el templo.
Otro vestigio del pasado árabe es la Giralda, una sólida torre que, de ser el minarete de la mezquita se convirtió en campanario de la construcción católica. En el siglo XVI se la coronó con el Giraldillo, una enorme y popular veleta de bronce con forma humana.
La Giralda puede recorrerse; al cabo de los 35 niveles obsequia a los curiosos una espléndida vista panorámica de la ciudad.
Tiene, además, una característica que la hace única: las rampas para ascender poseen tal amplitud que, en tiempos musulmanes, el encargado de llamar a la oración podía subir montado a caballo.
En cuanto a la catedral propiamente dicha, es de unas dimensiones y una atmósfera impresionantes. Considerado el tercer templo más grande del mundo después de San Pedro , en el Vaticano, y San Pablo, en Londres, posee uno de los retablos de mayor renombre en España. Se encuentra en la Capilla Mayor, tras una imponente reja realizada en hierro forjado. El recorrido por las cinco inmensas naves y las múltiples capillas ofrece también la posibilidad de contemplar obras de pintores españoles como Murillo y Martínez Montañés.

Entre callecitas y jardines

A pocos metros de la catedral se encuentran los Reales Alcázares, uno de los ejemplos más acabados del arte mudéjar (el de los artistas musulmanes sometidos a los reyes cristianos). El rey Pedro I ordenó construirlo en 1364, sobre la base de palacios árabes.
Es un conjunto arquitectónico en el que alternan salones ricamente adornados con patios, fuentes y frondosos jardines.
La huella musulmana es omnipresente; en especial, en los arcos de herradura, la profusión de acequias en las zonas de verde y las decoraciones con motivos geométricos o inscripciones caligráficas (este recurso era muy utilizado debido a que los artistas árabes tenían prohibida la representación de la figura humana).
Imposible dejar de admirar los complejos entramados de los azulejos del Patio de las Doncellas o la impactante cúpula del Salón de Embajadores.
Al salir de los Alcázares se desemboca en el Patio de Banderas. Esta pequeña plaza es excelente punto de partida para adentrarse en las abigarradas callejuelas del barrio de Santa Cruz.
La disposición actual coincide con la de una antigua judería sevillana.
El encanto de las calles comienza por sus nombres (Callejón del Agua, Vida, Pimienta, Doncellas) y sigue en el trazado laberíntico, propicio para perderse por horas en la zona.
Lo más característico de la arquitectura andaluza está allí, en las casitas rigurosamente blancas, balcones con rejas y coloridos tiestos de flores. Entre las numerosas historias que circulan acerca del barrio, una afirma que José Zorrilla residía en una de las hosterías del lugar cuando se inspiró para escribir su obra sobre el mítico seductor Don Juan Tenorio.
También abundan los restaurantes típicos y las tiendas. En los locales comerciales pueden adquirirse desde los tradicionales productos de la alfarería sevillana hasta las más turísticas muñecas vestidas de bailaoras flamencas, remeras con inscripciones árabes y reproducciones en miniatura de los monumentos que hicieron célebre a la ciudad.

Datos útiles

Cómo llegar: el pasaje, de ida y vuelta, Buenos Aires- Madrid- Sevilla cuesta alrededor de 1200 dólares, con tasas incluidas.
Traslados: gracias al Tren de Alta Velocidad Española (AVE), el viaje de Madrid a Sevilla se redujo a unas tres horas. En cambio, desde Barcelona, con trenes comunes, el viaje es de nueve horas.
Alojamiento: una habitación doble en un hostal de una estrella sale alrededor de 40 dólares. En un hotel de tres estrellas, unos 90 dólares y en uno de cuatro estrellas, 190.
Gastronomía: una comida rápida cuesta entre 5 y 10 dólares; en un restaurante de categoría, entre 15 y 30.
Horarios: los monumentos y museos suelen cambiar los horarios de visita, por lo que es conveniente consultar. En general, desde octubre hasta marzo abren de 9.30 a 13.30 y de 16.30 a 18 o 20. Durante la temporada alta permanecen abiertos todo el día.
Más información: Oficina de Turismo de España, Carlos Pellegrini 1163, 3er. piso (4328-9664); Oficina Cultural de España, Paraná 1159.
En Internet:
  • http://www.anadalunet.com
Diana Fernández Irusta

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por Redacción OHLALÁ!


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