

El 12 de mayo llegamos a Francfort y cuando caía la tarde salimos a recorrerla. Nos llamó la atención grupos de personas que caminaban en un mismo sentido. Resueltos a investigar, los seguimos hasta la Platz der Republik, donde fue grande nuestro asombro. Un camarógrafo, venezolano por suerte, nos informó que se trataba del Festival de los Rascacielos, con una asistencia cercana al millón de personas. Quince rascacielos abrían sus puertas al público para que desde sus penthouses los habitantes pudieran ver su ciudad.
También formaban parte del programa un paracaidista que se lanzaría desde el Messeturm, una cena a gran altura -donde veintidós comensales suspendidos por grúas podrían saborear su comida-, base jumpers y equilibristas sobre cuerdas uniendo rascacielos...
Espaciados quioscos de comidas y bebidas saciaban el apetito y la sed de los caminantes, e impecables baños químicos permitían satisfacer los llamados de la naturaleza. Todo estaba organizado; no pudimos ver ningún policía que dirigiera el tránsito ni personas con chalecos que individualizaran alguna organización. Nos cruzamos con mucha gente y todo era asombro; respetaban los cruces peatonales, aunque no se viera ningún vehículo. Al día siguiente le pregunté a nuestro guía por qué no cruzaban, si no había ningún peligro, y la respuesta me dejó perplejo: "Nos puede estar mirando un niño".
Todos respetaban los derechos de los demás y cumplían con la ley. No había papeles ni envases vacíos tirados en la calle. Tenía el privilegio de asistir a un espectáculo inolvidable. Entonces caí inevitablemente en la comparación. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, las manzanas de la ciudad de Francfort eran montañas de escombros y sus sobrevivientes cargaban sobre sí la responsabilidad de haber consentido un régimen que provocó el mayor horror, mientras la Argentina era la tierra prometida .
Hoy Francfort es una ciudad moderna de amplias avenidas arboladas y salpicadas de hermosos rascacielos de vidrio y acero, y donde todo funciona. Me pregunto, ¿cuál es la causa de tamaña contradicción?
¿Descubrimientos para compartir? ¿Un viaje memorable? Esperamos su foto (en 300 dpi) y relato (alrededor de 2000 caracteres con espacios).
Envíe sus compañeros de ruta a la Redacción de Turismo del diario LA NACION, por carta a Bouchard 557, 5º piso (1106), Capital Federal, o vía e-mail a: turismo@lanacion.com.ar
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