

"Luego han venido a verme al hotel (...), estoy en el hotel Castelar de la Avenida de Mayo, uno de los grandes hoteles de Buenos Aires (...). Desde luego, yo no he visto recibimiento igual", escribió el poeta español Federico García Lorca a sus seres queridos, a poco de haber llegado, el 13 de octubre de 1933, a la ciudad que aún lo extraña y lo evoca.
No pasó mucho tiempo desde que el Teatro Colón de Buenos Aires, el Teatro General San Martín, el Colegio Nacional de Buenos Aires, la embajada de España y varios organismos de la Secretaría de Cultura del Gobierno porteño se preguntaron: "¿Qué podemos hacer para celebrar los 70 años de ese acontecimiento?
"Qué mejor que rescatar del anonimato el cuarto en donde el granadino vivió durante toda su estada porteña, el lugar que lo inspiró para escribir Yerma, respondieron desde el hotel Castelar. Y pusieron manos a la obra.
Recuperación patrimonial
La escenógrafa Laura Molina ganó el concurso lanzado por la Secretaría de Cultura y realizó en tres meses una puesta en escena que intenta recrear no tanto el cuarto donde durmió Lorca, sino más bien su ambiente de trabajo.
En una sencilla ceremonia, el 13 de octubre último se cortaron las cintas y funcionarios, curiosos y turistas flanquearon la habitación 704 de Avenida de Mayo 1152, un pequeño cuarto en un ángulo del piso séptimo, con vista a la calle y a la Unión Industrial Argentina, que hasta seis meses atrás había cobijado a miles de pasajeros que desconocían su ilustre pasado.
El paseo lorqueano se inicia antes, a la salida del ascensor, en donde una serie de paneles con fotografías de época recrean simultáneamente los sucesos mundiales, los avatares nacionales y la historia privada de García Lorca. En el vestíbulo del cuarto --aún con el piso original en damero negro y blanco--, los personajes de La Casa de Bernarda Alba, Yerma y Bodas de sangre dan la bienvenida a escala humana y adosados contra la pared.
Luego sigue el dormitorio que habrá recorrido Lorca, caminando sobre sus propios pasos, acechando el verso que le debía a su poesía.
Un austero escritorio diminuto, una lámpara de mesa y una silla Thonet de 1929 bastan para recrear una atmósfera de trabajo. La escenógrafa dibujó sobre el piso de roble las sombras de un tronco añoso que sube y se bifurca por las paredes, convertidas en la bóveda celeste de un patio andaluz. ¡Cuánto puede hacer una ventana en un cuarto pequeño! Ahí está mirando nuestra Gran Vía, un ojo abierto al cielo celeste que le hizo añorar a Lorca ese otro cielo de una patria que ya le empezaba a doler.
Homenaje a los grandes
Si La Habana tiene en el legendario Hotel Dos Mundos una habitación que recuerda el paso de Hemingway por Cuba, Buenos Aires puede hacer lo propio con sus visitantes ilustres. De hecho, "el Gobierno de Buenos Aires puso sus ojos en este nuevo espacio turístico enmarcándolo dentro de la campaña de rescate del casco histórico urbano", aclara Fernando Ruano, gerente de Ventas del Castelar.
La habitación 704 es una de las paradas de un circuito lorqueano que todos los domingos recorre la Avenida de Mayo.
En forma complementaria, hasta fin de año, el Castelar presenta los fines de semana diferentes ciclos que, con música, literatura y hasta juegos infantiles, recrean el ambiente de García Lorca. Los turistas de culto podrían incluso hospedarse en la habitación contigua, la 705 (por $140), llamarse a silencio y concentrarse pasada la medianoche. ¿Por qué no creer que alguna voz gitana brote tal vez de esos muros sedientos de poesía?
Visita guiada
Todos los domingos, la Secretaría de Turismo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires organiza diferentes salidas gratuitas que recorren las huellas de García Lorca por la ciudad.
El circuito más habitual visita el Café Tortoni, los hoteles Español y Castelar, y el Café 36 Billares.
Inscribirse previamente por el 4114-5775, de 10 a 16.
Charlas de peña y café
Durante la década del 30, el Café Tortoni y otros bares de la Avenida de Mayo se convirtieron en salones de peñas, cita obligada de los artistas e intelectuales que se reunían para lanzar sus consignas o discutir de política y literatura.
El hotel Castelar también tuvo sus peñas, llamadas Signo, en el subsuelo que hoy ocupa el spa. Durante su estada en Buenos Aires, Federico García Lorca fue una figura repetida en muchas de ellas.
Los anales del hotel señalan que, luego del estreno de Bodas de sangre, en el teatro Avenida, Signo armó una fiesta para homenajearlo con suficiente tango y alcohol.
Por la misma época, junto a la peña, nació LS8 Radio Stentor, en donde Pepe Arias repetía monólogos de actualidad, Hilda Bernard daba sus primeros pasos a los 13 años y García Lorca recitaba sus poemas con la pasión gitana que lo caracterizaba.
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