
El largo viaje de un clásico
El vehículo utilitario de VW, nacido en 1950, deja de fabricarse, pero se mantiene vigente como ícono de las rutas y objeto de culto para nómadas de todo el mundo
26 de mayo de 2013

El 9 de mayo de 1982, Julio Cortázar le envió una carta al director de la Sociedad de las Autopistas, en París, con el fin de obtener una autorización.
Junto con mi esposa Carol Dunlop, igualmente escritora, estudiamos la posibilidad de una «expedición» un tanto alocada y bastante surrealista, que consistiría en recorrer la autopista entre París y Marsella a bordo de nuestro Volkswagen Combi, equipado con todo lo necesario, deteniéndonos en los 65 paraderos de la autopista a razón de dos por día, es decir empleando algo más de un mes para cumplir el trayecto París-Marsella sin salir jamás de la autopista.
El viaje se llevaría a cabo con el apoyo logístico de amigos, encargados de reabastecerlos con alimentos en dos fechas preestablecidas, y el pedido de permiso al funcionario era para permanecer en la autopista más tiempo del máximo permitido (dos días).
Si piensa usted que nuestra idea de escribir un libro sobre el tema no resulta desagradable para su sociedad, y que no hay inconveniente en autorizarnos a «vivir» un mes desplazándonos a razón de dos paraderos por día, me agradaría recibir su respuesta lo antes posible, puesto que quisiéramos partir hacia el 23 de este mes (...).
La respuesta nunca llegó, pero el matrimonio decidió igual emprender, el 24 de mayo, la pequeña gran aventura que quedaría plasmada en Los autonautas de la cosmopista o Un viaje atemporal París-Marsella , libro que cumplirá treinta años en octubre próximo. Los protagonistas fueron tres: Dunlop, Cortázar y Fafner, la combi colorada cuyo nombre inspirado en Wagner (es un personaje de El anillo del nibelungo) quedó simplificado en Dragón cuando, rápidamente, entraron en confianza.

Funcionalidad y personalización, dos características que conviven en un mismo clásico - Créditos: Corbis
No fue una expedición más en la historia de las combis (los lectores, por siempre agradecidos), como tampoco lo han sido para millones de viajeros sus propias experiencias a bordo –o en compañía– de este vehículo que, a fines de este año, dejará de fabricarse. La planta de Volkswagen en las afueras de San Pablo, Brasil, única en el mundo que aún la produce, cerrará un ciclo de 63 años por no poder adaptarla a las exigencias actuales de ABS y airbags ni aprobar los actuales crash-tests.
Nace una estrella
Lanzada al mercado en 1950, la Transporter (o Type 2) devino rápidamente ícono rutero, hippie y surfista por su capacidad para cargar equipos de música, su extensión casi a medida de las tablas de surf y una buena combinación de espacio interior y simplicidad para manejarla.
Cuando se presentó una versión con asientos desmontables y tres ventanas de cada lado, con múltiples opciones de configuración de butacas, comenzó la denominación Kombi, abreviatura de Kombinationsfahrzeug: vehículo de uso combinado, en alemán. En algunos países se la castellanizó como combi. En la Argentina fue producida entre 1981 y 1990.
De ambulancia y pequeño camión de bomberos a transporte escolar o puesto de ventas callejero, su funcionalidad fue clave para el turismo. En especial, a partir del modelo Camping Box, desarrollado por la fábrica de Westfalia-Werke (equipaba las campers de Volkswagen), que fue el primero en incluir cama desplegable; otros, como los modelos SO, sumaron sofá-cama, heladora y minibar, techo desmontable, horno de gas, baños móviles y una carpa, entre otras opciones.
En diferentes versiones se ha fabricado hasta el modelo T5, pero el clásico es el T2. En los 90, la combi atravesó tiempos difíciles y quedó relegada ante vehículos más confortables. Pero sus seguidores las mantienen con sus cuatro patas gomosas, tal escribió Cortázar, sobre pistas de todo el mundo.

Has recorrido un largo camino: la noble combi de dos argentinos giró por casi toda América latina - Créditos: Gentileza Martín Mondini
La leyenda continúa
En las imágenes de Woodstock es fácil identificar combis de colores psicodélicos mezcladas entre la multitud. Tal es la asociación de este minibús con el mítico festival que incluso existe una miniatura de juguete llamada Volkswagen Kombi Woodstock, cuyos 3000 ejemplares numerados hicieron furor al salir al mercado.
Actriz de reparto en cientos de road-movies, la combi ha sido también homenajeada en películas y series como Cars, Lost (son las camionetas del Proyecto Dharma) y Volver al futuro. "Reaparecieron muchas últimamente, en especial modelos del 85 u 86. Con la película Pequeña Miss Sunshine empezaron a verse más en la calle y con Graduados volvieron a ponerse de moda", cuenta Aníbal De Sandro, creador de Solokombis, uno de los principales grupos de fans en el país.
Cerca de mil kombinautas –autodenominación inspirada en el libro de Dunlop y Cortázar– integran esta cofradía que comparte la pasión por el vehículo y procura recuperar los modelos en mal estado. "Somos como astronautas de los sueños, un mundo paralelo donde existe el poder de las flores y todas esas cosas hippies –resume Aníbal–. Son muchos los que sueñan con arreglar una combi, subirse en familia y viajar por el mundo. No lo sueñan con otro vehículo, sino con éste, que es accesible, entrañable, un hogar sobre ruedas."
Estiman que aún circulan 50.000 combis en el país, en sus tres estilos: Furgón, Micro Bus y Pick Up. Aníbal es uno de los principales impulsores de su rescate desde su taller mecánico en La Plata. Allí , por ejemplo, recuperaron combis que habían quedado bajo el agua en la última inundación. "Las volvimos a la vida con dos mangos. En dos o tres días las dejamos listas para seguir", cuenta con orgullo fierrero.
Otro kombinauta es Mario Sosa, que viaja mucho por el país y cuando tiene algún problema en la ruta lo llama directamente a Aníbal. "Él escucha el motor por el teléfono y sabe qué problema tiene", asegura. El nombre de su combi es Ahijuna, no sólo como homenaje a Patoruzú. Dentro de la camper su mujer rompió bolsa antes de llegar a un sanatorio. Entonces, ahí Julián nació (¡Ahi-ju-na!).

Créditos: Corbis
Ponerle nombre propio al vehículo es una costumbre que, entre los miembros de Solokombis (
), requiere de una ceremonia. "Se hace un bautismo, un encuentro con asado, sorteos –cada uno lleva un regalo– y karaoke", detalla Sosa. "En general son nombres en femenino: la Gorda, la Siam, la Furia... –completa De Sandro–. Si no tiene nombre, no es parte de la familia. Y después no te la sacás más de encima: nunca vas a vender una camioneta a la que le hablás."
Entre los apodos internacionales algunos fueron muy populares, como Bulli, en Alemania, y Vee-dub o Hippie-bus, en Estados Unidos. También se conocieron como Splitty los primeros modelos con el parabrisas dividido (split) y Westy a los populares modelos Westfalia. De estos últimos hay un grupo específico de viajeros que se junta en la Costanera, detrás de Puerto Madero, y combina viajes a través de www.westy.com.ar
La competencia fuerte apareció hacia fines de los 80, con la Trafic de Renault. "Fue uno de los momentos más difíciles –recuerda Aníbal–. La Trafic llegó para reemplazarla, con aires de grandeza, pero también con frialdad. Incluso tuvieron que hacerle mil modificaciones. La combi, en cambio, tiene el mismo formato del año 80; la Gorda sigue andando con un motorcito y transita los caminos con la familia adentro."
El vehículo tuvo épocas aun más difíciles, cuando trascendió que muchos modelos se habían incendiado por problemas técnicos. "No es una camioneta que se pueda atar con alambre –aseguran–. Son refrigerados por aire y si le ponés una manguera equivocada se le puede prender fuego el motor."
Algunos problemas vinculados con la camioneta fueron incluidos en el argumento de Pequeña Miss Sunshine, como la caja de cambios atorada y una puerta que se cae. Son parte de la mitología rutera, pero también recuerdos propios del guionista del film, Michael Arndt, que describió situaciones similares que había experimentado en vacaciones de su niñez.
"Pensé: es un viaje por carretera, ¿qué vehículo usarías? La combi parece lógica, porque tiene esos techos altos y esos retrovisores claros donde se puede poner la cámara. Además, todo lo que pasa en el film pasó en nuestras vacaciones, como la puerta que se cae y todo el grupo empujando para que arrancara." En la película, de 2006, una familia parte de Nuevo México en una T2 para asistir a un certamen de belleza infantil. Se utilizaron cinco combis para el rodaje y, para el estreno, Fox invitó a propietarios de estos vehículos a una exhibición en un autocine de California.
Otro camino
Meses después de la expedición de los autonautas, de llevar a Fafner el indomable "a rienda corta de paradero en paradero", Carol Dunlop falleció en Francia. "A ella le debo, como le debo lo mejor de mis últimos años, terminar solo este relato", dice Julio Cortázar en el tramo final del libro.
Bien sé Osita, que habrías hecho lo mismo si me hubiera tocado precederte en la partida, y que tu mano escribe, junto con la mía, estas últimas palabras en las que el dolor no es, no será nunca más fuerte que la vida que me enseñaste a vivir como acaso hemos llegado a mostrarlo en esta aventura que toca aquí su término, pero que sigue, sigue en nuestro Dragón, sigue para siempre en nuestra autopista.
Una aventura continental
Martina Etcheverry y Martín Mondini estaban decididos a recorrer América latina. Pensaban hacerlo en moto, pero cambiaron de idea y compraron una combi. "La idea era cambiar de forma, ya que habíamos viajado mucho como mochileros por nuestro país y el resto de América del Sur, y la experiencia había sido increíble, en trenes, buses o con autostop. Pero a veces sentíamos que nos perdíamos de algo, de esa libertad que te da llegar adonde quieras e irte cuando te plazca. Ahí entra la combi, la Gorda, como le decimos cariñosamente a La Clandestina, su nombre propio."
La pareja recorrió ¡75.000 km! por América latina, uniendo casi una veintena de países en tres años y dos meses (1155 días). Partieron de Buenos Aires a Tijuana mayormente por la costa del Atlántico y regresaron hacia Ushuaia por el Pacífico, hasta cerrar el círculo nuevamente en su ciudad de origen.
En el viaje llevaron una biblioteca infantil para brindar algo a cambio en zonas rurales, comunidades indígenas y pueblos perdidos, ofreciendo un espacio de lectura y narrando cuentos a los más chicos. El fin era alentar la práctica de la lectura. "Leer es viajar; de esa forma los niños también se involucraban en la historia de nuestro viaje, leyendo." En el camino mantuvieron un blog: amerikaenkombi.blogspot.com.ar
Cuestión de forma
Los Martines eligieron la combi "porque representa un ícono generacional, relacionado a la juventud y la carretera, cuando el movimiento hippie aterraba al mundo establecido y uno se encontraba a miles de jóvenes viajando en ellos con una sola idea en la cabeza, la libertad".
Los sedujo el Volkswagen por su desempeño y su motor simple, refrigerado con aire, y porque les resultaría más fácil encontrar repuestos en cualquier parte en caso de necesitarlos. "Y porque nos encanta su forma, su diseño, ideal para fabricar una minicasa dentro y abaratar gastos de hospedaje", detallan desde Buzios, Brasil, donde esperan salir nuevamente de viaje.
A principios de junio cruzarán a Europa en avión con la idea de trabajar un tiempo y conseguir otra combi que les permita recorrer Asia y África. Por supuesto, le pondrán otro nombre. Ya no será La Clandestina, denominación-homenaje a la canción sin fronteras de Manu Chao, pero buscarán otro que represente el nuevo proyecto, que les permita "subvertir toda una forma establecida de vivir, cambiada por otra: el nomadismo eterno".
En cifras
- 53
Años
Son los que pasaron desde el lanzamiento de la combi, que dejará de fabricarse antes de 2014 - 50
Mil unidades
Serían las que actualmente circulan por la Argentina - 75
Mil kilómetros
Son los que recorrieron, por América latina, los argentinos Martina Echeverry y Martín Mondini a bordo de su combi, bautizada La Clandestina
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