Tiene el encanto de los lugares únicos, esos que atrapan y conquistan apenas uno pone un pie en ellos. Y no sólo eso, sino que posee ese extraño magnetismo que emanan los lugares considerados sagrados .
Enclavado en medio de la península de Yucatán, a 115 kilómetros de la ciudad de Mérida y 205 de Cancún, Chichén Itzá es, sin duda, uno de los más grandes testimonios culturales de la América precolombina.
Y como si esto fuera poco, Chichén Itzá tiene otro privilegio: se encuentra entre los lugares más votados para convertirse en una de las nuevas siete maravillas del mundo.
La compulsa internacional, promovida por la organización New Seven Wonders ( www.new7wonders.com ), tiene como objetivo recaudar fondos para preservar la integridad de los sitios que sean elegidos. Claro que, para mantener el misterio, los organizadores dijeron que los candidatos sólo se conocerán el 7 de julio próximo, cuando sean anunciados con gran pompa en una ceremonia que se realizará en Lisboa.
Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, durante siglos fue la capital del Imperio Maya y vivió su época de esplendor entre los años 750 y 1200 de nuestra era. Luego fue perdiendo su hegemonía y para principios del siglo XVI sólo se la utilizaba como centro religioso de peregrinación.
Este increíble complejo urbanístico-religioso de casi cinco kilómetros cuadrados levantado en medio de la selva mexicana se caracteriza no sólo por la magnificencia de sus construcciones, sino por su compleja organización y su variada arquitectura, que incluye algunos de los legados arqueológicos más grandes e impresionantes del continente.
Entre éstos, sin duda, se encuentra la pirámide de Kukulcán ( serpiente emplumada , en maya), también conocida como El Castillo, que sorprende no sólo por sus dimensiones y por su delicada construcción, sino porque dos veces al año es ahí donde se produce un fenómeno natural único en el mundo: cada 21 de marzo y 21 de septiembre, en coincidencia con los equinoccios de primavera y otoño boreales, respectivamente, a medida que avanza la tarde la luz del sol que refleja sobre la cara norte de la pirámide crea un conjunto de luces y sombras que asemejan la forma de una serpiente emplumada que desciende de manera ondulante de la cima a la base.
El fenómeno, lleno de encanto y misterio, convoca a miles de turistas de todo el mundo y sigue impactando como lo hacía hace más de mil años.
Pero Chichén Itzá no se limita a esto, sino que un recorrido por las amplias veredas de la que fue considerada durante siglos como la ciudad sagrada de los mayas permite descubrir otros grandes tesoros arqueológicos, como los templos del Jaguar o de los Guerreros, el Observatorio Astronómico que se destaca por su escalera con forma de caracol, el Cenote Sagrado (pozo de agua en el que se solían realizar sacrificios) y el llamado Juego de Pelota, predio de 168 x 70 metros en el que se solían realizar juegos deportivos y religiosos.