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El mundo íntimo de Diego y Frida, en dos trazos

Un paseo por las dos casas de la genial pareja de artistas: la Casa Azul, cargada de objetos cotidianos, y el estudio de San Angel, despojado y vanguardista




CIUDAD DE MEXICO.- Diego y Frida. Frida y Diego. No necesitan presentación. En México son un poco de todo: figuras de culto, iconos pop y símbolos patrios, hasta tal punto que sus rostros ilustrarán los nuevos billetes de 500 pesos que empezarán a circular en 2009. Ni hablar del descomunal merchandising de remeras, bolsos, perfumes, llaveros, cajas de fósforos y cuanto objeto pueda imaginar que lleve estampado algún autorretrato de aquella mujer de mirada temperamental y cejas exageradas. Los murales de Rivera, en tanto, se imponen en los edificios más emblemáticos del país, desde el Palacio de Gobierno y el Ministerio de Educación hasta el Hospital de la Raza o el Palacio de Bellas Artes.
Difícil no sucumbir en la ciudad de México al influjo de una de las parejas de artistas más famosa, más tormentosa, más genial del siglo XX. Y visitar al menos una de las dos casas en las que Frida Kahlo y Diego Rivera se amaron, se traicionaron, compartieron obsesiones, se apasionaron por el comunismo, y sí, también crearon y pintaron.
La Casa Azul es la primera de ellas. Primera porque es la misma casa donde nació Frida, donde vivió con Diego, donde recibió a celebridades de la talla de Leon Trotski, André Breton, Sergei Eisenstein o María Félix, y donde murió un verano de 1954, a los 47 años ("No pudo soportar tanta lucha", sentenciaría su médico).
Pero más que visitar el lugar donde murió, los más de 200.000 turistas que cada año peregrinan a esta suerte de museo-templo quieren ver cómo vivió la gran artista.
Es que la casa del barrio colonial de Coyoacán es, ante todo, una ventana al mundo cotidiano, al mundo íntimo de aquel matrimonio tan intenso como polémico.
Allí está, por ejemplo, la camita de Frida, flanqueada por los retratos del quinteto comunista: Marx, Trotski, Lenin, Stalin y Mao. Está el jarrito de sus pinceles; una silla de ruedas estacionada frente a un retrato inconcluso de Stalin; el caballete que le obsequió Nelson Rockefeller; su colección de vestidos tradicionales, de piezas prehispánicas, de mariposas disecadas. Están los corsets de yeso o cuero que erguían el cuerpo torturado de la pintora (y que ella decoró con espejitos, flores, y hasta una hoz y un martillo); la cocina amarilla y luminosa; los gruesos volúmenes de medicina que se apilan junto a libros de filosofía, poesía, arte y política. Hasta está la urna de barro que contiene las cenizas de Frida.
De Rivera hay manifiestos políticos; cartas que intercambió con el arquitecto Frank Lloyd Wright o con Pablo Neruda; objetos personales que lo distinguieron -sus zapatos, su sombrero, el morral de cuero-, bocetos de algunos de sus murales. También, el retrato que le hizo Modigliani como muestra de la amistad surgida en la época en que el mexicano vivió en París. O el cuadro que pintó dos años después de la muerte de su esposa, La quebrada , y que le dedicó: "A la niña Friorita Kahlo, la maravillosa... que duerme en cenizas viva en mi corazón".
En esas paredes abarrotadas de recuerdos tampoco faltan las pinturas. Junto a una fantástica chimenea de piedra de inspiración prehispánica cuelgan algunos de los cuadros que hicieron famosa a Kahlo, como Viva la vida , Frida y la cesárea o Retrato de familia. Hay que recordar que la producción de la artista es modesta: 143 obras, de las que 55 son autorretratos, y buena parte pertenece a colecciones privadas.
Incluso se exhiben cuadros de otros artistas como José María Velasco, Marcel Duchamp, Paul Klee; litografías de José Clemente Orozco, y una escultura de Mardonio Magaña.
Fuera de los muros azules (Frida los pintó de ese color, el de la mexicanidad, tras la muerte de su padre, en 1941), hay un jardín cargado de verde, con una pirámide escalonada y nueve gatos merodeando por donde alguna vez se pasearon la mona Fulang-Chang y el loro Bonito. También fotos de Diego y testimonios de la admiración, casi devoción, que sentía por Frida: "Decididamente no hay ningún pintor viviente que pueda hacer lo que haces. Tú has echado al pico a toda la raza pintante".

Contraste

Pasar de esa casa colmada de objetos, chucherías y tesoros al estudio austero y despojado de Rivera, en el cercano barrio de San Angel (cercanía que se agradece en una ciudad de tránsito endémico), es decididamente todo un contraste.
Abstracta, económica, carente de la menor ornamentación, con las paredes peladas, las tuberías a la vista y los cables que terminan en focos desnudos, la Casa-Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo está considerada como uno de los primeros ejemplos de arquitectura funcionalista.
Fue construida en 1932 por el arquitecto Juan O Gorman (también amigo de Rivera), pero no desentonaría para nada con algunas de las obras más modernas de hoy. En su momento, claro, causó estupor y hasta horror entre los vecinos de San Angel, tradicional barrio de callecitas empedradas y antiguas casonas , que creyeron que presenciaban la irrupción de una fábrica en su territorio.
La casa es un testimonio arquitectónico de la independencia de la pareja. En realidad, lo correcto sería decir las casas, ya que se trata de dos viviendas -la azul para ella, la roja para él-, unidas por un puente, que llamaban "el puente del amor".
Fue la segunda residencia de Diego y Frida (vivieron aquí entre 1934 y 1940), además del estudio donde el muralista pintaría la mayor parte de su producción (alrededor de tres mil obras). En este espacio, además, albergó su particular colección de calaveras y Judas (gigantescos muñecos de papel maché que se queman en Semana Santa), así como arte prehispánico y artesanía mexicana.
Frida, por su parte, consolidaría aquí su carrera de pintora al crear obras como Lo que el agua me dio , El ojo avizor , El difunto Dimas , y quizá la más notable: Las dos Fridas .
De todos modos, saldrá desilusionado quien en este museo espere encontrar obras de la pareja. La casa en sí misma es la protagonista. Pero sí hay muestras temporarias de artistas contemporáneos a Rivera y Kahlo, mientras se exhibe en forma permanente el estudio del muralista, con sus amplísimos ventanales y materiales de trabajo tal como los dejó: paletas, pinceles, pinturas. También su cuarto, el ropero con su ropa y la cama tipo hospital donde murió, el 24 de noviembre de 1957.
Había pedido que sus cenizas se mezclaran con las de su mujer, pero fue enterrado en la Rotonda de los Hombres Ilustres. ¿Habría sido una desilusión, también, si se hubiera enterado que Frida le arrebató el trono de ser el artista más cotizado de América latina?

Datos utiles

Cómo llegar

  • LAN vuela con una frecuencia diaria a la ciudad de México, desde US$ 1065 (precio final)

Museos

  • Casa Azul . Londres 247, Colonia del Carmen, Coyoacán. Abierta de martes a domingo, de 10 a 17.45. Entrada: US$ 4,5 (45 pesos).
  • Casa-Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo. Diego Rivera s/N°, esquina Altavista. Abierta de martes a domingo, de 10 a 18. Entrada: un dólar (10 pesos); domingo, entrada libre

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por Redacción OHLALÁ!

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