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 • HISTORICO

El Piamonte cuenta su historia en Turín

El arte de tiempos pasados es uno de los tesoros de esta ciudad del norte de Italia; para verlo, los museos son la clave




Turin (The New York Times).- Esta ciudad se despoja de su fama de adusta y rescata sus tesoros sepultados bajo la herrumbre del tiempo. Este otoño boreal, como parte del Jubileo del Año 2000 que celebra la Iglesia Católica, la ciudad exhibió una vez más el Santo Sudario, en el que según la tradición cristiana fue envuelto Jesús para llevarlo a la tumba. Este acontecimiento en sí atrajo miles de visitantes a la capital piamontesa.
Pero esto no es todo lo que Turín tiene para ofrecer. Antes de convertirse en un importante centro industrial, fue el lugar de residencia de la Casa de Saboya, la dinastía real fundada en el siglo XI que, después de gobernar en su pequeño territorio durante muchos años, pasó a reinar en toda Italia desde su unificación en 1861 hasta fines de la Segunda Guerra Mundial.
El Palacio Real, que data del siglo XVII, domina la Piazza Castello, en el corazón de la ciudad antigua. Los fieles que vinieron para ver el Santo Sudario tuvieron que atravesar los jardines reales para llegar a la catedral del siglo XV San Giovanni Battista, donde se exhibió la reliquia que fue cuidadosamente restaurada hace dos años.
Turín es rica en iglesias y palacios, y muchos de estos edificios abrieron, por fin, sus puertas al público. Hay también museos de primer nivel, elegantes galerías de fines de siglo y espléndidas tiendas. La ciudad cuenta asimismo con el moderno e inusual Museo Nacional del Cine, un agradable contraste con el encanto del Viejo Mundo. Además, al estar en la región del Piamonte, Turín tiene excelentes restaurantes a precios razonables.
Esta ha sido la quinta vez en cien años -desde 1898- que el Santo Sudario se mostró al público, en la catedral de San Giovanni Battista. Pero aquellos que no pudieron verlo hasta el 22 de octubre, una vez concluida la exhibición, pueden ir a algunos de los sitios relacionados a esta reliquia sagrada.
Entre ellos se encuentra el Museo del Santo Sudario, en la cripta de la iglesia barroca del Santísimo Sudario, y en la iglesia de San Lorenzo del siglo XVII, donde el manto sagrado tuvo su primer lugar de permanencia después de haber sido traído a Turín en el siglo XVI.

Muestras de arte

Alrededor de un centenar de pinturas de Paul Klee, de su período más colorido y caprichoso, se exhiben en la Galleria Civica d´Arte Moderna e Contemporanea en la Via Magenta al 31, hasta fines de enero.
En la actualidad hay, también, una exposición sobre la reina de Saba y el arte de Yemen, que se inauguró el 26 de septiembre y seguirá hasta el 7 de enero en el Palazzo Bricherasio, Via Lagrange 20. Desde el 28 de octubre hasta el 7 de enero, artistas italianos contemporáneos les dan vida a las noches de la ciudad con obras de arte luminosas en piazzas y calles, como parte del programa Luces Artísticas.
Amén del Palacio Real, famoso por sus habitaciones señoriales, hay otras residencias palaciegas, como el Castello del Valentino, joya del barroco, construido entre 1633 y 1638 sobre las márgenes del río Po por Carlo Emanuele I para complacer a su malhumorada nuera, María Cristina de Francia que, entre otras cosas, pidió un techo de tejas estilo francés, que es raro de encontrar en Piamonte. El Castello, donde ahora funciona una universidad, se alza en el Parco del Valentino, uno de los parques más grandes de la ciudad.
La Villa della Regina y sus jardines del siglo XVII, del otro lado del Po, frente al Parco del Valentino, son otro sitio histórico que está abierto al público los sábados por la mañana.
Para visitar cualquiera de estos dos palacios se requiere reserva previa, puesto que el número de visitantes es limitado. Para tal fin, llame por el 39011 817 7178. Si desea visitar otros lugares históricos para los que no es necesario hacer reserva, vaya a la iglesia de Santa Chiara del siglo XVIII los miércoles por la tarde, y no deje de observar sus techos profusamente elaborados.
El Museo Egipcio, con sus numerosos tesoros, entre los que se encuentra un juego completo de objetos fúnebres de la tumba del arquitecto Kha y su esposa Merit (1450 antes de Cristo), el Templo de Roca de Tutmosis III y una colección espléndida de papiros.
De allí podrá ir a la Gallería Sabauda en el mismo edificio, donde hallará una pinacoteca con obras de Veronese, Bronzino, Pollaiuolo y Fillipino Lippi, al igual que de Pousin, Rembrandt y Roger Van der Weyden.
El creativo Museo Nacional del Cine tiene su sede en la mole Antonelliana, un rascacielos del siglo XIX, construido en 1863 como sinagoga y que permaneció prácticamente vacío durante varias generaciones. El arquitecto suizo François Confino lo transformó en un museo o más bien un parque temático donde se exhiben joyas del cine clásico, desde faroles originales del siglos XVIII, el guión original de El Padrino y El Ciudadano , hasta el sombrero y la bufanda de Fellini.
Algunas salas están divididas según el género, como la del Terror, en estilo gótico, y la Sala del Absurdo, donde se proyectan clips de Buñuel y Monty Pithon. Un ascensor de vidrio llega hasta la terraza, desde donde se disfruta una majestuosa vista de los Alpes.

(Traducción de Andrea Arko)

Datos útiles

Cómo llegar: un pasaje desde Buenos Aires hasta Turín cuesta alrededor de 1400 dólares con impuestos.
Alojamiento: quizás el hotel más conveniente es el Victoria, Via Nino Costa 4 (39 011 561 1909). Sus 98 habitaciones son cómodas, y hay un pequeño y delicioso jardín frente al salón donde se sirve el desayuno.
Las dobles van de los 115 a los 129 dólares.
Económico: el Astoria en Via XX Settembre 4 (39 011 562 0653), cerca de la estación de ferrocarril principal. Si bien el edificio data de comienzos del 1800 y la recepción conserva el encanto del Viejo Mundo, las habitaciones son modernas, con televisión satelital y otras comodidades. La habitación doble está entre 83 y 100 dólares.
De lujo: el Turín Palace Hotel, Via Sacchi 8 (39 011 562 5511), sigue siendo uno de los más elegantes. Albergó a huéspedes memorables, como la emperatriz Sissi, que se sentía como en casa en los ambientes en estilo Luis XV. La ubicación es óptima, frente a la estación Porta Nuova. Sus 125 habitaciones están suntuosamente decoradas. La doble cuesta 208 dólares.
Restaurantes y cafés: dos de los cafés más célebres de la ciudad son el Caffè San Carlo, inaugurado en 1822, y el Caffè Torino, de 1903, muy frecuentados por escritores e intelectuales. Ambos están en la central Piazza San Carlo, y el aire finisecular aún se palpa en los dos. Es una parada obligatoria para un aperitivo, el consabido vermut. El café que preparan en el San Carlo, es exquisito, amerita una escapada después de la cena.

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