
El señor de las perlas negras
Robert Wan empezó a producir estas gemas carísimas hace 30 años y hoy es referente indiscutido de la industria. Su museo, una joyita
13 de julio de 2008

PAPEETE.- Decir Robert Wan en Polinesia es como decir Cartier en París, Swarovski en Zurich o Tiffany s en Nueva York. Imposible no conocerlo. Wan es más que una leyenda local: es el mayor productor mundial de perlas negras, industria que pasó a ser la segunda actividad económica de este territorio de ultramar francés, después del turismo.
Basta con pisar alguno de los hoteles más deslumbrantes de las islas para encontrar una joyería de Wan. Claro que este polinesio de origen chino también tiene una decena de escaparates de lujo desperdigados alrededor del mundo, desde Nueva York y Los Angeles hasta Tokio, Londres, Ciudad de México o Barcelona.
Pero de todos sus locales, el más emblemático es el que abrió hace diez años en Papeete, la capital polinesia, que funciona principalmente como museo.
El lugar es chico, pero ilustrativo. Y el mejor para entender el complejo proceso que empieza con una larva de ostra y termina alrededor del cuello de alguna afortunada. O por qué la Pinctada Margaretifera , una ostra con nombre de trabalenguas que sólo vive en las cálidas y prístinas aguas de Polinesia, es la única variedad del mundo que produce una perla negra. O azul cobalto. O gris con iridiscencias verdes, o naranjas, o doradas.
Mireya Tuki, una pascuense que lleva 27 años viviendo en Tahití y habla con dificultad el español, dice que la perla se forma cuando un cuerpo extraño (o núcleo) entra dentro del molusco y éste, para defenderse, reacciona recubriéndolo lentamente con varias capas de nácar. "No utilizamos cualquier núcleo, sino uno obtenido de la valva de una ostra que se cría únicamente en el Mississippi", explica.
Antes de que se le introduzca el pedacito de valva, la ostra debe tener al menos tres años. Después deberán pasar entre 18 y 24 meses para que se forme la tan preciada perla, si es que se forma. Y es más: sólo un 10% de las gemas es considerado perfecto en talla, forma, color y brillo. No por nada una perla negra perfecta, una solita, se cotiza a partir de los 100 euros. De ahí en más, los precios sólo pueden subir: 1300 dólares por unos aritos, 350.000 por un collar, y así.
Wan incluso organiza todos los años subastas en Tahití, Kobe, París y Hong Kong. La invitación es exclusiva: no más de 150 personas, que sólo pueden participar si compran al menos un millón de euros. Entre sus más fieles clientes se cuentan Sharon Stone y el ex 007 Pierce Brosnan, que lleva una perla negra de 16 mm colgada al cuello. Nada mal si se considera que en el museo se exhibe lo que se supone es la perla más grande del mundo: 24,5 mm.
Wan, que empezó a cultivar perlas hace 30 años y hoy cuenta con siete criaderos en los archipiélagos de Tuamotu y Gambier (sus aguas son las más limpias e impolutas de la Polinesia, las únicas donde puede sobrevivir la Pinctada Margaritifera) , también supo sacarle jugo al negocio a través de su exclusiva línea de cremas, Aqua Pearl. Al parecer, el magnate se dio cuenta de que sus trabajadores muchas veces se cortaban las manos durante el cultivo de perlas y el polvo de nácar los sanaba rápidamente. Así, al hombre de la varita de oro se le ocurrió aprovechar semejantes propiedades curativas, desarrollar cremas a base de polvo de nácar y acumular un nuevo éxito en su carrera.
Le Grand Patron (el gran jefe) o el Padre de la Perla son algunos de sus apodos. En 1996, este hijo de humildes inmigrantes chinos fue nombrado Caballero de la Orden Nacional del Mérito de Francia y en 2000, el presidente Jacques Chirac le hizo entrega de la Cruz de Caballero de la Legión de Honor de Francia.
Por lo visto, la perla negra no fue para Wan ninguna maldición.
Catalina de Rusia e Isabel I, fanáticas
La fabricación de joyas a base de perlas negras era una costumbre muy extendida entre los pueblos originarios de estas islas. Por supuesto, las perlas no eran cultivadas y se encontraban gracias a la extraordinaria destreza de sus buceadores, que llegaban a sumergirse hasta más de 30 metros de profundidad, permaneciendo tanto como tres minutos bajo el agua. Obviamente, sin tubos de oxígeno ni trajes de neoprene ni nada. Sólo la fuerza de los brazos para empujarse hacia abajo.
Tal fue el impacto que causaron las perlas negras a los europeos que desembarcaron en Tahití, allá por fines del siglo XVIII, que en poco tiempo la exquisita gema consiguió una enorme reputación en Europa. Catalina la Grande de Rusia fue de las primeras en lucir un collar de 30 perlas negras, y la reina Isabel I de Inglaterra no se quedó atrás. Dicen las malas lenguas que la soberana británica usaba estas bellísimas joyas -que habrían pertenecido a su prima María Estuardo, la misma que ella mandó decapitar- para distraer a sus interlocutores y evitar excesiva atención a su decadencia física.
Datos útiles
Cómo llegar
LAN hace dos vuelos semanales a Tahití, con escala en Santiago e Isla de Pascua.Tarifas en económica: desde US$1595 (final). En ejecutiva: desde US$ 2760. Tel: 0810-9999-LAN (526); www.lan.com
Museo
Musée de la Perle: Bd Pomare 98713, Tahití. Abierto todos los días, excepto lunes; la entrada es de 600 CFP (unos US$ 8,5)
www.robertwan.com
www.robertwan.com
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