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El sueño fueguino

Un centro invernal atendido por sus propios dueños




Cerro Castor es el benjamín de los centros invernales del país. Joven y moderno, se proyecta como el más exclusivo. Rodeado de un imponente paisaje, al sur de la isla de Tierra del Fuego, atesora características únicas que le dan un aire exótico. Hoy lo disfrutan familias, turistas y deportistas del mundo entero. La dimensión de la montaña es, a la vez, íntima y extrema. Al frente del cerro hay una familia que disfruta la montaña junto al visitante, acumulando experiencia y nutriéndose de las más diversas opiniones. Atletas del más alto nivel llegan al Castor para entrenar doble temporada, mientras otros lo descubren por primera vez. Muchos fueguinos son habitués y los fines de semana son una fiesta, con todos los ingredientes que uno quiera agregarle a la nieve.
Pero este mundo ideal no fue siempre así. La idea primera tiene un origen que se remonta a 1984, cuando Juan Carlos Begué y su mujer llevaban 13 años en la isla. En esa época el gobierno quería interiorizarse más sobre desarrollo invernal y Juan Carlos se ofreció a colaborar, alegando que conocía gente seria que sabía del tema. Esa gente era nada menos que Jacques Pitte, un francés que vivía en Bariloche y había hecho el primer estudio de Las Leñas; y Nicolás Heart, que había participado en los proyectos de Chapelco y Catedral. Se los invitó a hacer un diagnóstico y así empezó todo.
Se estudiaron 30 kilómetros a la redonda de Ushuaia, pensando siempre en tener la ciudad como apoyo logístico del futuro cerro. Se identificaron dos lugares, uno dentro del Parque Nacional y otro donde está el Castor hoy, en el Cerro Krund. "La montaña se sigue llamando Krund –dice Juan Carlos– sólo que nos pareció simpático y autóctono ponerle Castor al proyecto." Hoy todas las pistas y algunas instalaciones funcionan como recordatorios de la fauna y flora local: Halcón Peregrino, La Lenga, El Zorro, Chulengo, Morada del Aguila…
Durante 10 años, Juan Carlos buscó socios para activar la empresa sin suerte. Mientras tanto, su hijo mayor, Gastón, corría internacionalmente y representaba a la Argentina en los Juegos Olímpicos. Se abrió la licitación y fueron los únicos en presentarse. El proyecto, ya maduro, fue aprobado, y las obras comenzaron en 1997.
Hoy el Castor tiene un horizonte que se expande hacia la temporada estival, creciendo en orden y paulatinamente, aunque eso también depende de la frecuencia de vuelos invernales, que es baja comparada con el verano. Las reservas aéreas están agotadas hace rato, y Aerolíneas Argentinas se vio obligada a programar más vuelos a la isla. La capacidad hotelera crece, como así también la calidad de servicios. Ushuaia está preparada para más turismo, como lo demuestra con la creciente llegada de cruceros año tras año. En este contexto, Cerro Castor es accesible. No hay grandes estructuras, hay una familia.

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por Redacción OHLALÁ!

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