El Tronador suena a aventura

Claro que hay visitantes más osados. Son los que se animan a seguir más allá, rumbo a la cima del pico Argentino, a 3478 metros, y otros que van todavía más lejos, hasta el pico Internacional, que aparece más imponente aún. Las travesías por esos lares no son para cualquiera. Los que suben hasta la cima llegan equipados de botas plásticas, cascos, grampones, cuerdas y piquetes.

El Tronador tiene, además, muchas opciones, diferentes de las que ofrecen otros cerros. Escalar en grietas en el hielo o en piedra; caminar por zonas boscosas, y hasta practicar esquí de travesía son las alternativas elegidas. Otra es llegar hasta el refugio Otto Mailing, una pequeña casita de hormigón revestida de chapa a 2050 metros de altura, que es todo un símbolo del lugar, y dedicarse a la mera contemplación del paisaje, opción preferida por más de la mitad de quienes suben hasta allí.

Es que es difícil abstraerse de la enorme belleza que lo rodea, ya que está enclavado justo en medio de los glaciares Castaño Overo y Los Alerces, y para llegar no es necesario ser andinista ni tener excelentes condiciones físicas: el recorrido comienza en Pampa Linda, con una caminata sin pendientes forzadas, y muy cerca de la casa empieza el trayecto sobre piedra y nieve. Otra opción es ir a caballo, y muchas familias, incluso con chicos, utilizan este medio para llegar al refugio en el día y volver antes de que caiga la noche.

El refugio se construyó en 1971 por iniciativa del Club Andino Bariloche y actualmente está administrado por Nicolás Betinelli, junto con seis refugieras, mujeres que se turnan en las tareas de mantenimiento y atención a los visitantes.

El lugar, además de un puesto de observación, también cumple la función para la cual fue creado, y a diario es posible observar a decenas de montañistas que se disponen a pasar la noche para reponer energías antes de seguir camino hacia la cima de los cerros vecinos.

El trabajo de mantenimiento no es sencillo en la montaña. Paula, de 21 años, e Ivana, de 22, son dos de las refugieras. Ellas insisten en la necesidad de que los visitantes entiendan lo difícil que es mantener un lugar para pernoctar y comer a más de 2000 metros de altura, por lo que cada turista que llega recibe instrucciones acerca de regresar con su basura, cuidar el agua, la luz y el gas de la cocina, abierta para todos, incluso para quienes acampan fuera de la infraestructura.

Las chicas se turnan cada 15 días, entre noviembre y abril, tiempo en el que el Otto Mailing permanece abierto. Valeria, Camila, Jessica y Flavia, junto con Paula e Ivana, portean los alimentos que llegan casi a diario, a veces a caballo, otras en camioneta, y también en helicóptero.

Los servicios están garantizados. A través de los paneles solares ubicados en el techo se genera la energía suficiente para oír música en el comedor e iluminar el refugio durante las horas de oscuridad, y a éstos se suma un pequeño molino que sirve para generar energía eólica.

"Arriba no se le niega lugar a nadie", dice Ivana al explicar la modalidad de convivencia que se plantea para recibir a turistas, que muchas veces deben adaptarse a la multitud y utilizar espacios que años atrás albergaban a la mitad de la gente que llega hoy.

El boca en boca es la mejor estrategia de marketing que se utiliza. Cada visitante que llega hasta Otto Mailing recomienda el lugar como uno de los mejores refugios de montaña de la zona.

En la cima, desde el refugio, dos guías de montaña preparan recorridos diarios para los turistas aventureros, a quienes les proporcionan el equipo para caminar sobre hielo.

"La más breve es una caminata por el glaciar Castaño Overo. Dura unas tres horas y se cruzan grietas de hielo. Se hace con grupos muy reducidos", indicó el guía de montaña Gabriel Bondel.

El camino a Paso de las Nubes lleva unas cinco horas hasta la unión de los cerros Constitución y Tronador, desde donde los turistas pueden continuar su camino solos hasta Puerto Blest y tomar ahí un catamarán para volver a la ciudad.

Entre las opciones más requeridas está subir al pico Argentino. Para la travesía se necesitan 12 horas ida y vuelta promedio; se hace con guía especializado y es necesario tener un buen estado físico y conocer la técnica de caminar en la montaña, con nieve y hielo.

Soledad Maradona