
Recuerdo haber mirado los folletos que promocionaban este viaje. ¿Caminaré por esas rojas dunas alguna vez?, me preguntaba. Y ese venturoso día llegó.
Con la mirada recorro el paisaje ondulante que se mimetiza con el horizonte, de arenas rojas y finas como talco: estoy en Jordania, en el desierto de Wadi Rum, o Valle de Moisés, que se extiende imponente ante nosotros. Vivo el momento junto con mi hijo, su esposa y sus dos hijas, mis nietas.
Habíamos partido temprano desde Amman, hasta un campamento de chabolas. Desde allí, en una 4x4 conducida por un beduino, avanzamos dando tumbos y con las ruedas hundidas en la arena para admirar la erosión que el paso de los siglos dejó como sedimento.
Como en un paisaje lunar emergen las rocas, rodeadas de bancos de dunas imponentes que nos provocan el deseo de ascenderlas. Logrado el cometido nos sentamos a descansar e intentamos guardar en nuestros ojos la grandiosidad del lugar.
Salimos del ensimismamiento para regresar al pintoresco oasis de donde habíamos partido. Descendemos de la 4x4, pasamos por las chabolas de los beduinos en busca de los sanitarios y continuamos a Amman, en autobús. Hacemos una parada para almorzar y comprar artesanías. Nos maravillan las mayólicas y los productos de exportación muy finos que vemos.
Fascina Jordania. Petra y la gruta que refugió a Lorenzo de Arabia, el Mar Muerto y su barro regenerador. Maravillosa su gente y el viaje, inolvidable, por la ruta donde Moisés nos legó su historia.
Por Esperanza Chiapero
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
