

Abierta en 1996, la posada Aguapé es el refugio que uno busca después de una aventura en los esteros. Rústico y elegante; de campo, pero con clase. Tiene todas las comodidades, pero antes que nada es bien casero.
La hospitalidad y el buen gusto no sólo en la decoración, sino también en la gastronomía y el servicio distinguen al establecimiento.
Inquieta como los lobitos de río que abundan por la zona, María Paz Galmarini, la propietaria, no dudó en elegir este lugar para dar rienda suelta a su propuesta de turismo ecológico: del Iberá son sus mejores recuerdos de infancia y adolescencia, éste es su lugar en el mundo.
De a poco y con esfuerzo, la posada creció y hoy recibe a argentinos y extranjeros, y está recomendada en la guía de viajes Fodoor´s.
Los anfitriones son Maíta Perel Muñoz y don Julio Mono Dreher, una pareja distinguida. Ella se encarga de que al huésped no le falte nada, de supervisar todos los detalles, del punto justo de la comida, que siempre es "variada y nada rebuscada, como en casa". El es un hombre de campo, habilidoso con las manos -casi todos los muebles son de su autoría- y con las palabras (cada cinco cuela algún chiste campero). Juntos logran que unos días allí valgan el viaje, sobre todo cuando Mono decide prender el gran horno de ladrillo o hacer un locro de los suyos.
La arquitectura de Aguapé es la típica de una estancia correntina, con doce habitaciones dobles con amplios y ventanales hacia el parque y la laguna.
La posada tiene acceso directo a la laguna y cuenta con canoas, lanchas y baquianos para hacer los avistamientos.
Además, los turistas inquietos podrán conocer a caballo o en camioneta los esteros de Camba Trapo, donde el paisaje es verde brillante, salpicado de palmeras y tropillas pastando con el agua hasta la cola.
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