LIMA ( El Comercio /GDA).- En Ayacucho, las tradiciones se mantienen. No en vano sus celebraciones de Semana Santa son casi tan relevantes como las de Sevilla.
En la capital del departamento del mismo nombre, la recordación cristiana se realiza durante diez días, en los cuales la población se moviliza con fervor para participar en ceremonias religiosas y procesiones, así como en actividades culturales, artísticas y comerciales.
Fundada por los españoles, en 1539, está en la zona andina central de Perú, a 2760 metros sobre el nivel del mar y a 575 kilómetros de Lima.
Las celebraciones religiosas se realizan fundamentalmente alrededor de la Plaza de Armas de la ciudad, también conocida por su antiguo nombre, Huamanga, y llamada, además, la Ciudad de las Cruces por la abundancia de crucifijos sobre los techos de las casas, no sólo de las iglesias.
El Domingo de Ramos, caravanas de distintos puntos del país entran en Ayacucho recordando la llegada de Jesús a Jerusalén. El miércoles siguiente se produce una gran procesión nocturna, se suele cortar la luz general, con velas, portando imágenes de santos de las 33 peculiares iglesias locales, una por cada año de Jesucristo, cada una con reliquias, piezas de arte y leyendas propias. El Viernes Santo se realiza la marcha al Santo Sepulcro con un féretro de cristal y una imagen de Cristo sobre pétalos de rosa, seguido por mujeres vestidas de negro.
Y finalmente el domingo de Pascua la ciudad despierta con campanadas de todas las iglesias de Ayacucho y se peregrina alrededor de la ciudad con una imagen de Cristo Resucitado, cargada por más de un centenar de hombres, en un rito único y conmovedor.
Si se anima a visitar esta zona tenga en cuenta que en esta época la región tiene clima templado y seco, pero siempre es bueno llevar ropa de invierno. También hay que recordar que los pasajes en estas fechas suelen triplicar su valor y que pueden agotarse con cierta anticipación.